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Animales en peligro: Por qué importan las extinciones

Animales en peligro: Por qué importan las extinciones

En las dos últimas generaciones el reino animal se ha reducido a la mitad, además entre 10 mil y 100 mil especies se acercan al camino de la extinción cada año.

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Guepardos
Hari Nandakumar

Es difícil poner una cifra al número de especies que se están perdiendo. Se descubren nuevas especies más rápido de lo que se puede registrar, clasificar y nombrar. Pero los científicos pueden afirmar con cierta certeza que el ritmo de pérdida de especies se está acelerando a medida que se intensifica la crisis climática, desaparecen los hábitats naturales y el comercio de animales y sus partes causa estragos en el mundo natural.

El World Wide Fund for Nature (WWF) calcula que en las dos últimas generaciones el reino animal se ha reducido a la mitad, y que entre 10 mil y 100 mil especies se acercan al camino de la extinción cada año.

En ningún lugar las especies están tan amenazadas como en Asia, una región en la que el desarrollo económico ejerce una presión exponencial sobre los sistemas naturales. "Si seguimos operando con el modelo económico actual, hasta el 42% de todas las especies de Asia-Pacífico podrían perderse a finales de este siglo", predice Akanksha Khatri, responsable de naturaleza y biodiversidad del Foro Económico Mundial. La extinción de especies no sólo debe preocupar a los amantes de los animales.

Casi dos tercios (el 63%) de la economía de la región, en especial sectores como la agricultura, dependen de la naturaleza para prosperar, según el Informe sobre la Nueva Economía de la Naturaleza del Foro.

Los avances de la ciencia también se ven frenados por las extinciones. Alrededor de la mitad de los medicamentos recetados se basan en una molécula que aparece de forma natural en una planta, mientras que el 70% de los medicamentos contra el cáncer son productos naturales o sintéticos inspirados en la naturaleza.

A medida que los bosques tropicales se enfrentan a las amenazas de la tala y los incendios forestales, las empresas farmacéuticas están perdiendo un gran depósito de material genético no descubierto que podría conducir al próximo avance médico. Según algunas estimaciones, cada dos años se pierde un potencial fármaco importante.

"Si las especies se pierden, todo su conocimiento genético se va con ellas", dice Khatri. Señala el ejemplo de Byetta, una nueva oleada de fármacos diseñados para reducir la glucosa en sangre de los pacientes con diabetes de tipo 2. Su ingrediente clave, la exendina-4, se encuentra en la saliva del monstruo de Gila, una gran especie de lagarto nativo del suroeste de Estados Unidos y el noroeste de México.

La pérdida de especies aún no estudiadas puede llevar consigo la pérdida de un potencial sin medir para nuevos descubrimientos", afirma.

La pérdida de especies individuales es como "perder los tornillos de un avión", y puede tener efectos en cadena sobre otras especies y socavar la resistencia de ecosistemas enteros, dice Neil Cox, director de la Unidad de Evaluación de la Biodiversidad, una asociación entre Conservación Internacional y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que evalúa el estado de conservación de las especies. Se refiere al caso del sapo arlequín, que se creía extinto hasta su reciente redescubrimiento en los bosques de Ecuador. El declive de los sapos arlequín provocó un declive de las serpientes que los depredaban, y los ríos se obstruyeron con el alimento favorito de los sapos, las algas.

Un gran problema con las extinciones es cómo gastar dinero para prevenirlas. Un estudio realizado en 2020 reveló que, sin programas de conservación, las tasas de extinción de aves y mamíferos entre 1993 y 2020 habrían sido entre 3 y 4 veces mayores. Aunque pueda parecer mejor idea centrar los esfuerzos de conservación en especies clave como los elefantes, los tiburones o los tigres, que tienen un impacto visiblemente grande en sus ecosistemas, no tiene sentido dejar que se extinga ninguna especie, porque aún queda mucho por descubrir sobre su valor, dice Cox.

De los aproximadamente 8.7 millones de especies de plantas y animales que hay en el mundo, sólo se ha evaluado el estado de conservación de 142 mil 500 de ellas. Más de 40 mil se consideran amenazadas, y la lista de especies añadidas a la Lista Roja de la UICN, que documenta el estado de riesgo de las especies de animales, hongos y plantas, no deja de crecer, dice Cox, y añade que muchas extinciones se producen sin que lo sepamos.

La extinción es también una zona gris. Se considera que una especie se ha extinguido cuando no hay duda alguna de que el último individuo ha muerto, lo que suele ocurrir 50 años después del último avistamiento registrado. Una especie puede estar técnicamente extinta  si no hay más parejas reproductoras o cuando la población se ha reducido a uno o dos individuos del mismo sexo, explica Anuj Jain, coordinador del programa de prevención de la extinción de especies y comercio ilegal de aves en Asia del grupo de conservación BirdLife International.

Pero los conservacionistas se cuidan de señalar que declarar la extinción de una especie no es una ciencia exacta. Cuando las poblaciones alcanzan niveles muy bajos, es difícil predecir la extinción con precisión: acontecimientos aleatorios pueden acabar con los números restantes muy rápidamente, o algunos individuos pueden persistir en pequeñas bolsas donde las amenazas particulares son menos intensas, dice Stu Butchart, científico jefe de BirdLife.

Detectar la pérdida de los últimos individuos es muy difícil en la mayoría de las circunstancias, por lo que a menudo no estamos seguros hasta varios años o más después", afirma.

Los conservacionistas prefieren describir las especies próximas a la extinción como aquellas que tienen una alta probabilidad de perderse en los próximos tres a cinco años, ya que las especies pueden ser difíciles de encontrar y, como el chevrotain de espalda plateada, un ciervo del tamaño de un conejo en el sur de Vietnam, y el perro cantor de Nueva Guinea, redescubierto después de ser clasificado como extinto.

Eco-Business destaca seis especies que corren grave peligro de pasar a la historia, a menos que se haga algo para salvarlas.

Ballena franca en el Atlántico Norte

Las ballenas francas fueron llamadas así porque son las ballenas "adecuadas" para cazar, al encontrarse cerca de la costa, nadan lentamente y tienden a flotar cuando están muertas. Su caza se prohibió en 1935, pero la especie está en peligro crítico. Desde 2017 se han matado 34 ballenas francas, el 10% de toda su población.

Las principales amenazas son las colisiones con embarcaciones comerciales, los sedales desechados esparcidos por las rutas migratorias y las zonas de alimentación, y las explosiones sísmicas con cañones de aire para buscar petróleo y gas. Se cree que quedan unos 330 ejemplares, entre ellos unas 80 hembras reproductoras.

La organización sin ánimo de lucro Oceana, con sede en Washington, está haciendo campaña para reducir las amenazas a las ballenas francas del Atlántico Norte, pidiendo a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá que introduzcan restricciones de velocidad en las zonas en las que se espera la presencia de las ballenas, y que reduzcan la cantidad de líneas verticales utilizadas en la pesca.

Avutarda india

La avutarda india se encuentra en el subcontinente de la India occidental, donde vive en praderas y matorrales secos. Su hábitat ha sido su perdición. Mientras que los bosques son muy apreciados por su valor en carbono, las praderas se consideran terrenos baldíos, y han sido utilizadas por el estado de Rajastán, ávido de energía, como ubicación de parques eólicos y solares.

"No estamos en contra de la energía solar y la eólica, pero se están colocando en los lugares equivocados", afirma Anuj Jain, de BirdLife International. Quedan unas 150 avutardas indias, cuya población ha disminuido en tres cuartas partes en las últimas tres décadas. Mueren a un ritmo del 15% anual debido a las colisiones con los cables de alta tensión.

Los esfuerzos por salvar a este pájaro de cuerpo pesado y aspecto de avestruz incluyen un proyecto para implicar a la comunidad local en su conservación. El departamento forestal ha formado a los agricultores y pastores de las aldeas que rodean el Parque Nacional del Desierto, principal lugar de residencia de las avutardas, como guías de la naturaleza, lo que les permite obtener ingresos adicionales y les da un incentivo para proteger a las aves y su hábitat.

El Nias hill myna

El encanto y la elocuencia del Nias hill myna, con su notable capacidad para imitar la voz humana, los ha convertido en mascotas muy populares. Tan populares, de hecho, que están siendo llevados a la extinción en la naturaleza por los atrapadores, ya que la demanda de estas aves -que se venden por entre 500 y mil 500 dólares- supera con creces su capacidad de reproducción en cautiverio. Su población se ha reducido a unos pocos centenares de ejemplares limitados a las islas Barusan, frente a la costa de Sumatra (Indonesia).

Una organización local, Ecosystem Impact, se esfuerza por conservarlos mediante patrullas y esfuerzos de reproducción para su conservación.

Delfín del río Yangtze

El delfín del río Yangtze, también conocido como baiji (delfín blanco) o Diosa del Yangtze, es -o posiblemente era- una de las cuatro especies de delfines de río del mundo. Evolutivamente único, el baiji se separó de todas las demás ballenas y delfines hace más de 20 millones de años. Esta especie gregaria, que suele encontrarse en grupos, se distingue por su largo hocico ligeramente curvado hacia arriba, su color azul-grisáceo y un sonar muy desarrollado para encontrar presas en el lecho del río.

La sobrepesca, las represas, las colisiones con embarcaciones y la contaminación han provocado un declive crítico de la especie, que fue declarada funcionalmente extinta -es decir, su número es demasiado pequeño para mantener una población reproductora viable- en 2006. El último avistamiento confirmado fue en 2007. En 2016, un grupo de voluntarios conservacionistas afirma haber visto un animal pálido con un largo hocico saltar repetidamente fuera del agua en la provincia de Anui, por lo que sigue habiendo esperanza de que la especie se aferre a uno de los ríos más caudalosos del mundo.

El papamoscas cerúleo

El papamoscas cerúleo es una de las pocas especies de aves que sólo se encuentran en las islas Sangihe, situadas aproximadamente a medio camino entre Sulawesi (Indonesia) y Mindanao (Filipinas). El bosque primario que queda en el monte Sahendaruman, un volcán extinto en la parte sur de Sangihe, es el último refugio de un pájaro inconfundible de color azul pastel con un llamativo anillo ocular blanco. Este hábitat está amenazado por la minería desde la aprobación de la controvertida ley Omnibus de Indonesia, favorable a las empresas.

Una empresa canadiense de extracción de oro ha recibido una concesión que abarca más de la mitad de Sangihe, pero no está claro si el permiso de minería es válido. BirdLife, en colaboración con la ONG local Burung Indonesia, ha estado involucrando a las comunidades para proteger el bosque de montaña que queda. "Intentamos involucrar constantemente al gobierno, a las comunidades y a las partes interesadas para asegurarnos de que esta zona no se explote. Pero seguimos muy preocupados porque incluso una ligera pérdida de la vegetación del monte Sahendaruman será una mala noticia", dice Jain.

Rinoceronte de Java

De color gris claro como la luna, con un cuerno de 25 centímetros y un cuerpo como el de un vehículo de combate blindado, los rinocerontes de Java llegaron a poblar desde la India hasta Indonesia. La caza de trofeos, la caza furtiva para la medicina tradicional y la pérdida de hábitat han llevado a uno de los grandes mamíferos más amenazados del mundo al borde del abismo, y queda una población de menos de 70 individuos, confinada en un parque, el Parque Nacional de Ujung Kulon, en el extremo suroccidental de Java. Se sabe poco sobre el papel que desempeñan los rinocerontes de Java en el ecosistema, pero se cree que ayudan a la dispersión de semillas de una gran variedad de plantas. Son muy vulnerables a las alteraciones del hábitat.

Los tsunamis, la subida del nivel del mar y las erupciones volcánicas amenazan el Parque Nacional de Ujung Kulon, por lo que los esfuerzos de conservación incluyen el establecimiento de una segunda población viable de rinocerontes fuera del parque.

* Deputy Editor, Eco-Business

Este artículo fue publicado originalmente en el sitio del World Economic Forum. Se publica bajo los términos de la licencia Creative Commons CC BY-NC-ND 4.0

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