En los últimos tiempos, las olas de calor han azotado ciudades de todo el mundo, generando temperaturas récord desde Estados Unidos hasta China. Este fenómeno ha llevado a ciudades como Roma a enfrentar temperaturas de hasta 40°C, mientras que lugares como Marrakech han experimentado escalofriantes 46.8 °C.
A medida que el cambio climático se intensifica, se espera que estas olas de calor cada vez más frecuentes traigan trastornos urbanos y, desafortunadamente, incluso muertes. Sin embargo, los expertos señalan que existe una solución natural para ayudar a combatir este calor extremo: la naturaleza misma.
El mundo natural ofrece muchas formas sostenibles y rentables de reducir las temperaturas", afirma Steven Stone, Director Adjunto de la División de Industria y Economía del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Las ciudades, especialmente susceptibles al calentamiento, pueden aprovechar soluciones naturales como la plantación de árboles, la restauración de masas de agua y otros enfoques para mitigar los peores efectos de las olas de calor y adaptarse al cambio climático.
Las ciudades enfrentan un desafío particular debido a su concentración de población, edificios de hormigón y escasez de espacios verdes. De hecho, suelen ser entre 5°C y 9°C más calurosas que las áreas rurales debido a la absorción y radiación solar por parte de las estructuras urbanas.
Se proyecta que, para el año 2050, cerca de 1,000 ciudades experimentarán temperaturas medias de verano de 35ºC, casi el triple de las actuales, y la población urbana expuesta a este calor extremo podría aumentar en un 800%, indica un artículo publicado por ONU Medio Ambiente.
El calor extremo es peligroso y potencialmente mortal, con más de 61,000 muertes relacionadas con el calor ocurriendo solo en Europa durante el verano pasado. Sin embargo, soluciones naturales como la plantación de árboles en las calles pueden marcar la diferencia.
Un solo árbol puede reducir la temperatura en hasta 1°C en días calurosos y transpirar varios cientos de litros de agua, brindando un efecto de enfriamiento equivalente al de dos aparatos de aire acondicionado. Además, los bosques urbanos y grandes parques pueden crear corredores de viento que disipan el aire caliente y reducen las temperaturas locales hasta 1 km a la redonda.
La conservación de masas de agua en áreas urbanas, como lagos, canales, estanques y humedales, también puede tener un efecto refrigerante significativo. Por ejemplo, en Atenas, se está utilizando un acueducto romano para regar un corredor verde de refrigeración de 24 km que ayuda a contrarrestar el aumento de las temperaturas y los incendios forestales cercanos.
Es esencial que las ciudades planifiquen un futuro con calor extremo y actúen rápidamente para hacer frente a esta crisis climática. Junio ha sido catalogado como el mes más caluroso jamás registrado, y las temperaturas extremas ya están causando aproximadamente 5 millones de muertes anuales en todo el mundo.
Para hacer frente a este desafío, las ciudades deben adoptar soluciones naturales y también considerar otras medidas que no alimenten la crisis climática, como la transición a energías renovables y la incorporación de la refrigeración pasiva en los edificios.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que está trabajando en directrices para gobiernos locales que buscan diseñar barrios más resistentes al calor y garantizar que los beneficios de la naturaleza estén al alcance de todos dentro de las ciudades.
La colaboración entre diferentes actores, como la Plataforma de Acción contra el Calor desarrollada por el PNUMA en asociación con Arsht-Rock, puede ayudar a reducir el impacto humano y económico del calor extremo.
En última instancia, combatir el calor récord y sus efectos devastadores es un reto mundial que requiere una acción urgente. Las ciudades, con más de la mitad de la población mundial viviendo en ellas, deben liderar el camino hacia soluciones naturales y sostenibles para mantener su habitabilidad en un futuro cada vez más cálido.
La concienciación, los recursos adecuados y las respuestas oportunas pueden marcar la diferencia en la lucha contra las enfermedades y muertes relacionadas con el calor, y el fortalecimiento de la conexión entre las ciudades y la naturaleza es un paso fundamental en esta dirección.