México.- Los humedales, áreas terrestres saturadas o inundadas de agua de manera estacional o permanente, se encuentran en casi todo el planeta, y los hay continentales --acuíferos, lagos, ríos, arroyos, marismas, turberas, lagunas, llanuras de inundación y pantanos-- y costeros --manglares, marismas de agua salada, estuarios, albuferas o lagunas litorales, praderas de pastos marinos y arrecifes coralinos.
Estos ecosistemas son de enorme importancia para el país que los posee y para el planeta entero por los servicios y beneficios que proporcionan. Albergan a mil millones de personas y se caracterizan por su una alta biodiversidad que ofrece soluciones naturales y esenciales para la humanidad, tanto para superar los principales riesgos globales, como para producir y suministrar alimentos.
Sin embargo, los humedales del planeta se están perdiendo a un ritmo tres veces superior al de los bosques, advirtió en 2018 el informe The Global Wetland Outlook (Perspectiva mundial sobre los humedales), de las Naciones Unidas, lo que genera impactos negativos directos y medibles en la calidad y disponibilidad de agua, seguridad alimentaria, biodiversidad y secuestro de carbono.
Por esas y más razones es de festejarse cada año la firma del “Convenio sobre los Humedales”, el acuerdo intergubernamental que promueve la conservación y el uso racional de estos sitios de importancia global, y único tratado mundial que se centra en un solo ecosistema.
Suscrita por 70 países el 2 de febrero de 1971 en Ramsar, Irán, a orillas del Mar Caspio, la Convención de Ramsar integra hoy 168 partes, y hasta abril de 2015 tenía registro de más de 2 mil 100 humedales de importancia internacional de 159 países, con una superficie de más de 208 millones de hectáreas. México adoptó la Convención el 4 de noviembre de 1986 y ha registrado 142 humedales.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales informó que a través del Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu) se promueven acciones de comunicación, fomento de capacidades, educación, concienciación y participación, las cuales buscan ayudar a los tomadores de decisiones, a los promotores, educadores ambientales, usuarios de los humedales y al público en general, a lograr que los humedales se conserven, se utilicen de manera racional, se restauren y que se reconozcan y valoren sus beneficios para todos, sin importar qué tan lejos o cerca de estos ecosistemas se encuentren.
Aunque a estos sitios se les ha considerado erróneamente como terrenos baldíos o focos de enfermedades, son esenciales para la humanidad, ya que proporcionan agua dulce para cubrir nuestras necesidades básicas como beber, cocinar y asearnos, y también para el riego agrícola.
Además, nutren a la humanidad. Los arrozales, por ejemplo, son humedales que dan comida a casi 3 mil millones de personas, lo que representa el 20 por ciento de la alimentación del mundo. Son también amortiguadores de la naturaleza porque en las cuencas fluviales actúan como esponjas que absorben las precipitaciones y reducen el impacto de las inundaciones, capacidad que constituye una salvaguardia contra la sequía. A su vez, los manglares y los arrecifes de coral reducen la velocidad y la altura de las mareas de tempestad y el impacto de los maremotos y huracanes.