Londres.- La deforestación en el Amazonas, principalmente en la amplia área que corresponde a Brasil, se debe en gran medida a las granjas ganaderas ilegales, denunció este martes Amnistía Internacional (AI) a través de su dirección de Crisis y Medio Ambiente.
Ante tal situación, que pisotea los derechos de los residentes y amenaza todo el ecosistema del planeta, la organización llamó a detener la ganadería en la región amazónica y afirmó que su filial en Brasil y líderes indígenas harán llegar al presidente Jair Bolsonaro una petición al respecto.
En un nuevo informe dado a conocer este martes, señaló que imágenes satelitales y datos oficiales revelan las incautaciones ilegales de tierras en Reservas y territorios indígenas en la Amazonia brasileña.
Mientras que la administración de Bolsonaro recorta las protecciones ambientales a nivel federal, algunas autoridades estatales están permitiendo efectivamente la cría ilegal de ganado que destruye las áreas protegidas de la selva
“Las reservas son áreas designadas para la protección del medio ambiente, los medios de vida y la cultura de sus poblaciones tradicionales, incluido el uso sostenible de sus recursos naturales. Junto con los territorios indígenas, están protegidos por la ley brasileña y los tratados internacionales”.
El director de Crisis y Medio Ambiente de AI, Richard Pearshouse, refirió que “mientras que la administración de Bolsonaro recorta las protecciones ambientales a nivel federal, algunas autoridades estatales están permitiendo efectivamente la cría ilegal de ganado que destruye las áreas protegidas de la selva”.
Indicó que esta práctica debe ser conocida por todos y las autoridades de la nación sudamericana debe tomar las medidas significativas para erradicarla.
“Este informe es parte de nuestra investigación en curso sobre las implicaciones de derechos de la ganadería y la deforestación ilegal en la Amazonia brasileña. Las empresas de este sector están en alerta: el escrutinio de la industria ganadera de Brasil está a punto de aumentar”, indicó.
De las áreas deforestadas entre 1988 y 2014, casi 500 mil kilómetros cuadrados (un área total de tierra equivalente a cinco veces el tamaño de Portugal) han sido cercados, quemados, apagados y convertidos en tierra de pastoreo.
AI, un movimiento global presente en más de 150 países en pro de los derechos humanos, con una de sus principales sedes en Londres, arrojó en el reporte que se calcula que el 58.4 por ciento de la selva amazónica está en Brasil; son unos ocho estados:
Acre, Amapá, Amazonas, Pará, Rondonia, Roraima, Mato Grosso, Tocantins y parte del esto de Maranhao, donde AI visitó algunas áreas protegidas y constató el apoderamiento de la tierra, la tala de árboles y los incendios provocados para plantar el césped y luego introducir el ganado, todo ilegalmente.