México.- El carbono negro es un contaminante climático de vida corta (CCVC) que debe ser considerado ampliamente en la política nacional de calidad del aire y cambio climático.
El Inventario Nacional de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (INEGYCEI 2015) muestra que las emisiones de carbono negro en el subsector residencial rural se deben principalmente a la quema de combustibles sólidos, mayoritariamente por el uso de leña en hogares.
Los estados identificados con mayores emisiones son Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero y Puebla.
En el documento “Estrategias integradas en contaminantes climáticos de vida corta para mejorar la calidad del aire y reducir el impacto al cambio climático” se indica que en el sector residencial se emitieron 31.33 Gg de carbono negro en 2015 en el país, sin embargo, el análisis realizado por la Comisión de Cooperación de América del Norte en el CCA-2018 y la OMS-2018, muestra que alrededor de 18 millones de personas dependen exclusivamente de la leña y con una tendencia a la alza, principalmente en las zonas de mayor pobreza y con difícil acceso a combustibles alternos como gas L.P.
El incremento de las emisiones de material particulado, carbono negro y otros contaminantes en microambientes está relacionado con el aumento de casos por enfermedades respiratorias. El sector residencial en México tiene dos condicionantes importantes para la cocción de alimentos: las tecnologías y el tipo combustibles, los cuales son muy diferentes en zonas urbanas y en zonas rurales.
El uso de la energía en el sector residencial tiene emisiones importantes de carbono negro, principalmente en el subsector residencial rural, por el uso de biomasa (leña) para cocción de alimentos y calentamiento de agua.
Propuesta de escenarios de mitigación
La prospectiva energética de la Secretaría de Energía (Sener) muestra que el consumo de biomasa tiene una tendencia marginal a la baja; sin embargo, la pobreza se incrementó en el ámbito nacional en zonas rurales principalmente; en zonas marginales donde se establece que existe una alta correlación con el uso de biomasa.
En el caso urbano, el consumo de biomasa se encuentra orientado a un uso comercial y recreativo o a un consumo estacional (invierno); en contraste, el uso de leña como fuente principal de energía en los hogares rurales es constante durante todo el año y se incrementa en algunas zonas de manera estacional.
Se estima que el consumo de leña es de aproximadamente 3.1 kg por persona al día y de acuerdo con el inventario nacional se estima que el 95 por ciento del subsector rural usa fogón de tres piedras, mientras que el 5 por ciento restante utiliza estufas mejoradas.
Dentro de las propuesta de escenarios de mitigación destacan un mayor consumo de combustibles de origen fósil (gas L.P. y gas natural), el uso de energía eléctrica para cocción de alimentos y la reducción de biomasa por uso de estufas ahorradoras
Los resultados de la modelación muestran que el potencial de reducción a 2030 es de 20 Gg y a 2050 de 28 Gg anuales de carbono negro. Este escenario puede generar los mayores beneficios si se combina una estrategia de tecnologías mixtas de estufas ahorradoras y combustibles limpios de gas L.P. o natural y una mayor penetración de electricidad, principalmente en las zonas más pobres y vulnerables que no tienen acceso a otro tipo de combustibles.
El escenario con mayores beneficios permitió definir una hoja de ruta para el sector residencial, orientada a reducir las emisiones intramuros y cumplir con la CND a 2030.
Esta ruta de implementación consiste en un programa de uso de combustibles y diferentes tecnologías en el sector residencial, el objetivo es la implementación de un programa para uso de combustibles limpios y cero emisiones en el sector residencial que utiliza biomasa y la meta es la reducción del 80 por ciento de las emisiones de carbono negro por quema de biomasa.
El 23 por ciento de la población rural de México utiliza en un 95 por ciento leña como combustible para cocción de alimentos y calentamiento de agua, de acuerdo con información del sector salud y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y las enfermedades por el uso de biomasa generan graves problemas de salud principalmente a nivel respiratorio y cardiovascular, siendo las más vulnerables las mujeres, los adultos mayores y los menores de 5 años.
De acuerdo con el documento mencionado, la medida de implementación permitiría reducir hasta en 80 por ciento las emisiones de carbono negro y otros co-contaminantes, dentro de los beneficios destaca la reducción de PM2.5 y tóxicos permitirá mejorar la calidad del aire y evitará un 7 por ciento de muertes prematuras por contaminación intramuros.
El sector residencial tiene un importante potencial de mitigación y con base en el PND 2019-2024, se establece una trayectoria orientada a los sectores más vulnerables y con ingresos más bajos, por tal razón se deben evaluar los programas de estufas ahorradoras en México, pero en ningún caso se promueve eliminar el uso de leña por completo en las comunidades por usos y costumbres.
Otra recomendación consiste en establecer mecanismos de apropiación mixtos de tecnologías como son estufas ahorradoras y de cocción con gas LP o gas natural en zonas donde exista el potencial de distribución del combustible.
En aquellas zonas donde haya cobertura de la red eléctrica y no se tenga acceso a otro tipo de combustibles, se deberá fomentar el uso de estufas o sistemas de calentamiento por inducción eléctrica.
Las “Estrategias integradas en contaminantes climáticos de vida corta para mejorar la calidad del aire y reducir el impacto al cambio climático” es un documento editado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Coalición de Clima y Aire Limpio (CCAC).
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