Ginebra.- Los programas basados en los saberes indígenas han ayudado a impulsar la “adaptación transformadora” frente a la crisis climática en Latinoamérica, un continente “altamente expuesto, vulnerable y fuertemente impactado” por los efectos del calentamiento.
Así lo pone de manifiesto un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, un documento de más de 3 mil 500 páginas que actualiza cada seis o siete años lo que la comunidad científica internacional sabe acerca del cambio climático antropogénico y sus consecuencias.
Los datos que arroja el informe, aprobado conjuntamente por 270 autores y hecho público este lunes, revelan que, a nivel mundial, incluso si se logra contener el calentamiento por debajo de 1.5ºC desde los niveles preindustriales -el umbral fijado en el Acuerdo de París de 2015-, hay impactos climáticos inevitables (algunos, incluso, son irreversibles y otros van camino de serlo) y urge adaptarse a ellos “sin mayor dilación”.
El cambio climático afecta a todas las personas del planeta, dicen los especialistas, pero no lo hace por igual, y Latinoamérica es uno de los continentes más expuestos ante amenazas climáticas con impactos en la salud, a través por ejemplo de una mayor propagación de enfermedades como el dengue o el zika; en la seguridad alimentaria y en la economía.
Los Andes, el noreste de Brasil y los países más cercanos a la frontera sur de Estados Unidos serán las regiones que más experimentarán la migración causada por el cambio climático, “un fenómeno que ha aumentado” desde la publicación del último informe de evaluación del IPCC, en 2014.
El IPCC prevé que se intensifiquen fenómenos extremos que ya están afectando al centro y al sur de América, como “el aumento de las temperaturas y la sequedad, la subida del nivel del mar, la erosión costera, la acidificación de los océanos y los lagos que provoca el blanqueamiento de los corales, y el aumento de la frecuencia y la gravedad de las sequías en algunas regiones”, resume el IPCC.
Las altas tasas de desigualdad, pobreza e inestabilidad política en el continente hace a sus ciudades especialmente débiles ante el calentamiento global, que según los científicos será más severo en las urbes y asentamientos informales que tenderán a crecer como consecuencia del aumento de la pobreza, la propia expansión urbana y los desplazamientos forzosos.
Pero, frente a estos riesgos, existe una “ventana de oportunidad” -aunque, según el IPCC, “se está cerrando”- para favorecer una adaptación al cambio climático y paliar sus impactos. Por ejemplo, mediante programas que cuentan con el conocimiento de los pueblos indígenas y comunidades locales.