Las especies exóticas invasoras son una sombra silenciosa que se cierne sobre la biodiversidad, la economía, la seguridad alimentaria y la salud de la humanidad.
Según un reciente informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), estas especies invasoras desempeñan un papel central en el 60% de las extinciones de plantas y animales a nivel global.
Los costos económicos anuales superan los asombrosos 423,000 millones de dólares, habiéndose cuadruplicado en cada década desde 1970. Sin embargo, esta amenaza persistente y creciente sigue siendo subestimada y pasada por alto con demasiada frecuencia.
Un problema en aumento
El informe de la IPBES, aprobado en Bonn, Alemania, por representantes de 143 Estados miembros, revela que más de 37,000 especies exóticas han sido introducidas en diversas regiones y biomas en todo el mundo debido a actividades humanas. Este número está en constante crecimiento a un ritmo alarmante. Entre estas especies, más de 3,500 son consideradas invasoras y nocivas, representando una amenaza grave para la naturaleza y la calidad de vida de las personas.
Las especies exóticas invasoras son un desafío que afecta a todas las regiones y países, y su impacto es especialmente devastador para comunidades indígenas y locales que dependen directamente de la naturaleza. Más de 2,300 de estas especies amenazan las tierras custodiadas por estos grupos, poniendo en peligro su forma de vida y su identidad cultural.
Aunque algunas especies exóticas se introducen con la intención de beneficiar a las personas, el informe de la IPBES resalta que las consecuencias negativas cuando se convierten en invasoras son enormes. Estas especies invasoras han contribuido al 60% de las extinciones de animales y plantas registradas a nivel mundial.
Al menos 218 especies exóticas invasoras han causado más de 1,200 extinciones locales. El 85% de los efectos de las invasiones biológicas sobre las especies nativas son negativos.
Ejemplos impactantes de estos efectos incluyen la transformación de ecosistemas por castores norteamericanos y ostras del Pacífico, que a menudo tiene consecuencias devastadoras para las especies autóctonas.
Amenazas para la humanidad
Casi el 80% de los impactos documentados de las especies exóticas invasoras sobre la contribución de la naturaleza a las personas son negativos, especialmente a través de daños a los suministros de alimentos. Ejemplos notables incluyen el impacto del cangrejo de orilla europeo sobre los bancos comerciales de marisco en Nueva Inglaterra y el daño causado por el falso mejillón del Caribe a los recursos pesqueros en la India.
Además de afectar la biodiversidad y la economía, estas invasoras también amenazan la salud humana. Mosquitos exóticos invasores como Aedes albopictus y Aedes aegypti han propagado enfermedades como la malaria, el Zika y la fiebre del Nilo Occidental.
Un desafío global
El informe revela que el 34% de los impactos de las invasiones biológicas se registran en América, el 31% en Europa y Asia Central, el 25% en Asia y el Pacífico, y alrededor del 7% en África. La mayoría de los impactos negativos ocurren en tierra firme, especialmente en bosques y áreas cultivadas. Las islas son particularmente vulnerables, con más del 25% de todas las islas superando en número de plantas exóticas a las autóctonas.
El cambio climático amenaza con empeorar aún más la situación al interactuar con las especies exóticas invasoras y otros factores de cambio, como incendios forestales más intensos y frecuentes.
Hacia una solución
A pesar de estos desafíos, el informe destaca que existen herramientas y enfoques para combatir las especies exóticas invasoras. La prevención, la detección temprana y la erradicación son estrategias eficaces, al igual que el control biológico de estas especies. La cooperación global y el compromiso de los gobiernos son esenciales para abordar este problema.
Se espera que este informe de la IPBES sirva como una llamada a la acción urgente para abordar la amenaza que representan las especies exóticas invasoras. Con medidas adecuadas y un enfoque integrado, podemos proteger la biodiversidad, la economía y la salud de nuestro planeta y de nosotros mismos.