La siembra de nubes consiste en dispersar partículas, generalmente yoduro de plata cristalino, en las nubes para atraer gotas de agua y formar núcleos alrededor de ellas, eventualmente se vuelven lo suficientemente pesadas para caer en forma de lluvia o nieve, indica Myriam Vidal Valero, en un artículo publicado por la revista Nature.
Los agricultores mexicanos se enfrentan a la segunda sequía más severa en una década y están solicitando al gobierno que haga uso de la tecnología de siembra de nubes.
Aunque algunos experimentos rigurosos han resultado en modestos incrementos en la precipitación, no hay evidencia de que funcione todas las veces.
El gobierno mexicano está trabajando con la compañía Startup Renaissance para implementar su campaña de siembra de nubes. La Comisión Nacional de Zonas Áridas (Conaza) ha realizado al menos cinco programas de siembra de nubes y reporta que la tecnología es 98% efectiva en mitigar los impactos de la sequía.
Algunos científicos advierten que hay poca evidencia de que la siembra de nubes funcione y que puede tener consecuencias no deseadas, como la supresión de la lluvia en otras áreas, la alteración de los patrones climáticos y la posible contaminación del aire y el agua con productos químicos utilizados en el proceso, señala la autora del artículo.
Aunque la siembra de nubes puede ser efectiva en algunos casos, no es una solución a largo plazo para la sequía.
Los agricultores necesitan alternativas sostenibles y prácticas para enfrentar el cambio climático y la falta de lluvia. A pesar de estos desafíos, algunos agricultores y gobiernos siguen recurriendo a la siembra de nubes como una solución a la sequía y otros desafíos relacionados con el clima.
En China, por ejemplo, la siembra de nubes ha sido utilizada desde la década de 1950 para aumentar la cantidad de lluvia en regiones áridas y semidesérticas. El gobierno chino afirma que la tecnología ha sido efectiva en aumentar la precipitación en un 10-20% en algunas áreas.
Aunque hay algunos éxitos reportados, los expertos en meteorología advierten que la siembra de nubes sigue siendo un campo de investigación en evolución y que se necesita más investigación para determinar su efectividad y los posibles efectos secundarios.
En resumen, la siembra de nubes puede ser una opción a corto plazo para mitigar los efectos de la sequía, pero no es una solución sostenible a largo plazo. Los agricultores necesitan alternativas más prácticas y sostenibles para enfrentar los desafíos del cambio climático y la falta de lluvia.
Además, el gobierno debe ser transparente en cuanto a cómo evalúa el éxito del programa y asegurarse de que la tecnología de siembra de nubes no tenga consecuencias negativas para el medio ambiente.