¿Sabías que hay más organismos vivos en una sola cucharada de suelo que personas en el planeta? Estos organismos forman parte de una compleja red de actividad biológica que sustenta la vida, garantizando que los nutrientes y la humedad fluyan en los suelos donde cultivamos el 95% de nuestros alimentos.
Pero también tenemos que agradecer a estos organismos que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) eliminando dióxido de carbono de la atmósfera y almacenándolo en el suelo, un proceso conocido como secuestro de carbono en el suelo.
Los suelos sanos son nuestros campeones climáticos, ya que actúan como el mayor sumidero de carbono de la tierra, con el potencial de enfriar el planeta. Pero para aprovechar el potencial de los suelos para alimentar a la creciente población mundial y, al mismo tiempo, eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera, debemos invertir la degradación de la tierra.
Actualmente, el 33% de los suelos del mundo están degradados, y la tendencia se está acelerando. Esto se debe en gran medida a prácticas insostenibles de gestión del suelo, que provocan la pérdida de carbono orgánico y biodiversidad del suelo, el desequilibrio de los nutrientes y la erosión del suelo, todo lo cual amenaza la producción de cultivos y la seguridad alimentaria.
Para ayudar a hacer frente a este problema, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) están acelerando el acceso de los países a financiación climática y conocimientos técnicos para proyectos que restauren los agroecosistemas degradados, aumenten la seguridad alimentaria y mejoren el acceso al agua.
Financiación climática para suelos sanos en Cuba
Para Cuba, un Pequeño Estado Insular en Desarrollo (PEID), restaurar los paisajes agrícolas degradados es fundamental para mejorar la resiliencia climática y garantizar la seguridad alimentaria.
Desde 2020, la FAO ha estado trabajando estrechamente con el Gobierno en un proyecto transformador del GCF -con una subvención del GCF de 38,2 millones de USD y 81,7 millones de USD en cofinanciación- que promueve la gestión sostenible del suelo y la tierra entre los agricultores familiares para una mejor producción de alimentos y ecosistemas más resistentes al clima.
Las actividades del proyecto IRES, que significa "Aumento de la resiliencia climática de los hogares y las comunidades rurales mediante la rehabilitación de paisajes productivos en localidades seleccionadas de la República de Cuba", mejoran las tasas de infiltración de agua, aumentan el carbono en los suelos y evitan la escorrentía y la erosión del suelo.
Además de mejorar la productividad y sostenibilidad de los agroecosistemas, el proyecto mitigará alrededor de 2.7 millones de toneladas de emisiones de GEI e introducirá prácticas agroforestales en 35 mil hectáreas de tierra.
A lo largo de los siete años de vida del proyecto IRES, se espera que casi un cuarto de millón de habitantes de las zonas rurales objetivo se beneficien de una mayor seguridad alimentaria, una producción más estable, una mejor regulación hidrológica y oportunidades de empleo en el sector agrícola.
Gestión sostenible del suelo para la seguridad alimentaria y la acción por el clima
Según la FAO, la producción agrícola tendrá que aumentar un 60 por ciento para satisfacer la demanda mundial de alimentos en 2050, y la gestión sostenible del suelo es clave para aumentar la producción de alimentos.
"La asociación de la FAO con el Fondo Verde para el Clima cataliza inversiones en proyectos de alto impacto que no solo restauran las tierras degradadas, sino que también contribuyen a transformar los sistemas agroalimentarios. Unos suelos más sanos van de la mano de una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor", asegura Nadine Valat, Coordinadora de la Unidad FAO-FGC.