Washington- Se espera que el calentamiento global y la urbanización aumenten los riesgos del calor en las ciudades de todo el mundo, pero las temperaturas más altas no siempre conducen a mayores riesgos para la salud, según un nuevo estudio publicado en Earth's Future, la revista de la AGU para la investigación interdisciplinaria sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro planeta y sus habitantes.
Los riesgos para la salud asociados al calor y la humedad extremos en interiores y exteriores están influidos por factores fisiológicos, sociopolíticos y económicos que varían entre las ciudades y dentro de ellas, como la adaptación fisiológica al calor, el acceso a infraestructuras de refrigeración y la edad.
El nuevo estudio concluye que los umbrales de sobrecalentamiento en todo el mundo se ajustan mejor a una escala hiperlocal, de barrio, definida por los cambios demográficos.
"Si agrupamos a todo el mundo y decimos que todo el mundo está expuesto a esta temperatura del aire que registramos en el aeropuerto, estamos pasando por alto muchas de las exposiciones reales al calor", afirma Jennifer Vanos, autora del estudio y biometeoróloga de la Universidad Estatal de Arizona.
"Podemos obtener estimaciones de toda la ciudad sobre lo que un aumento de la temperatura del aire podría significar para la población, pero si podemos obtener estimaciones a escala más fina y empezar a pensar en los patrones de actividad de la gente y a lo que están expuestos, entonces podemos empezar a crear mejores soluciones que sean más específicas para ese individuo o para esa subpoblación".
Mientras que estudios anteriores han examinado el sobrecalentamiento urbano a nivel regional, el nuevo estudio recomienda combinar los datos ambientales, de comportamiento y de movilidad a nivel local para caracterizar mejor la exposición al sobrecalentamiento y los niveles de vulnerabilidad.
Con los datos hiperlocales, la exposición al calor puede vincularse a las vulnerabilidades dentro de las subcomunidades, lo que hace que la cartografía del riesgo de calor esté más centrada en el ser humano, según el estudio.
"Hay tantos circuitos de retroalimentación integrados cuando llega una ola de calor que ya no podemos pensar en un silo", dijo Vanos. "No se trata sólo de la temperatura del aire. Se trata de todos estos otros factores que interactúan y que afectan a las personas de formas muy diferentes."
Sentir el calor
Poner el aire acondicionado al máximo nivel de confort hace que el calor exterior se sienta aún más. Pero esto no es sólo una percepción: Según los investigadores, enfriar continuamente los espacios interiores limita la capacidad del cuerpo para adaptarse fisiológicamente al calor, lo que aumenta el riesgo de sufrir consecuencias peligrosas para la salud.
El estudio recomienda que las personas eviten permanecer sedentarias en espacios con aire acondicionado durante largos periodos de tiempo, ya que esto reduce su capacidad aeróbica y su tolerancia al calor.
Según los investigadores, las personas que viven en climas cálidos son más propensas a sentirse cómodas a temperaturas más altas. Esto se debe a dos razones: la aclimatación climática, que se produce cuando el cuerpo humano se adapta fisiológicamente a un nuevo entorno, y el confort térmico, que es la sensación de calor o frío de un entorno basada en la propia percepción, experiencias y expectativas de la persona, dijo Vanos.
"Un ejemplo de ello es que este verano, en el Reino Unido, hay olas de calor de unos 35 o 36 grados centígrados", dijo Negin Nazarian, autor principal del estudio y climatólogo urbano de la Universidad de Nueva Gales del Sur. "En Twitter, la gente de Australia compartía que '35 grados es un día de verano normal aquí', pero lo que no están entendiendo es que 35 grados para el Reino Unido es completamente diferente a 35 grados en Australia porque la gente está acostumbrada a diferentes climas de fondo, los edificios están construidos de manera diferente, y la gente tiene información diferente porque puede estar menos expuesta a esos eventos."
Desigualdades en el estrés térmico urbano
Ciertas comunidades pueden experimentar de forma desproporcionada las consecuencias negativas para la salud del calor extremo, como los trabajadores al aire libre, las personas que viven en el exterior, los jóvenes y los ancianos, y las personas con problemas de salud subyacentes. Los peligros del calor también suponen un mayor riesgo para la salud de las minorías étnicas y las comunidades pobres, que pueden carecer de los recursos necesarios para adaptarse a sus entornos interiores y exteriores.
"Esto ha salido a la luz en Estados Unidos por las prácticas históricas de planificación", afirma Scott Krayenhoff, autor del estudio y científico medioambiental de la Universidad de Guelph. "Los barrios blancos y más ricos suelen tener muchos árboles y zonas verdes, y los barrios no blancos o con menos ingresos no suelen tenerlos, por lo que la exposición de la gente y su capacidad para soportar el calor difiere geográficamente con la forma en que se construyen los barrios y las ciudades y su capacidad de adaptación, tanto a nivel individual como municipal."
Además de los factores de riesgo basados en la comunidad, el estudio recomienda dar prioridad a la exposición personal al calor, ya que los individuos pueden tener vulnerabilidades únicas.
"Lo que realmente me gusta de este estudio es que tiene un enfoque que tiene en cuenta al individuo, no sólo a la comunidad en su conjunto", dijo Susanne Benz, geógrafa de la Universidad de Dalhousie que no participó en el estudio.
"No hay un umbral de calor que no debamos superar para cada persona. Ese umbral de calor es diferente, y tenemos que ser respetuosos con los demás y, básicamente, ocuparnos de las personas que quizá no tengan un umbral tan alto debido a la enfermedad o la edad".
Además, el estudio recomienda que los sistemas energéticos urbanos, incluidas las redes eléctricas, los edificios y los mecanismos de refrigeración, puedan diseñarse de forma más equitativa para mejorar la salud y el bienestar humanos. Por ejemplo, el documento ofrece opciones de menor coste y menor consumo energético para conseguir temperaturas confortables en el interior, como la ventilación natural y los ventiladores.
"En un esfuerzo por abordar los problemas de calor en las ciudades, los promotores inmobiliarios privados pueden crear edificios modernos y de alto precio que dependen del aire acondicionado y/o han integrado una serie de elementos de vegetación y agua", dijo Nazarian.
"Pero también hay que preguntarse quién va a poder permitirse el precio y el estilo de vida que conllevan estas construcciones. Probablemente no serán las personas más vulnerables. Es fundamental debatir sobre la desigualdad y el acceso. La cuestión de la exposición al calor debe abordarse junto con todas las desigualdades ambientales y sociales adicionales a las que nos enfrentamos en nuestras ciudades, lo que constituye un punto importante de este documento", agregó.