Boston.- El aire contaminado en Estados Unidos está relacionado con mayores tasas de mortalidad por la COVID-19, de acuerdo con un nuevo estudio de investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard.
Los investigadores descubrieron que las personas que vivían en condados con niveles elevados de partículas finas, conocidas como PM 2.5 en el aire, tenían más probabilidades de morir por el virus.
Las partículas menores a 2.5 micras (PM2.5) constituyen uno de los contaminantes invisibles más peligrosos del mundo, formado por pequeñas partículas que pueden filtrarse en los pulmones y en el torrente sanguíneo humanos.
Proviene de gases de escape de automóviles y plantas de energía sucias, así como de la quema de madera y carbón. Múltiples estudios han relacionado los altos niveles de PM2.5 con enfermedades del corazón, bronquitis crónica, diabetes y enfermedades respiratorias, al grado de contribuir a 4.2 millones de muertes en el mundo, solo en 2015.
Según el análisis de Harvard, aún no revisado por pares, un pequeño aumento en los niveles a largo plazo de PM2.5, como un microgramo por metro cúbico de aire, podría aumentar las tasas de mortalidad de la COVID-19 en un 15 por ciento.
“Esta es una indicación muy fuerte de que la contaminación del aire está asociada con la muerte por la COVID-19”, afirmó Zuofeng Zhang, profesor de epidemiología en la Universidad de California, quien no participó en el estudio de Harvard.
Parte de la explicación, dijo Zhang, fue que el aire contaminado está relacionado con algunas de las condiciones subyacentes que hacen que la COVID-19 sea más mortal. El 78 por ciento de los pacientes estadunidenses que terminaron en unidades de cuidados intensivos por la COVID-19 tienen afecciones de salud subyacentes como diabetes, enfermedad cardíaca o enfermedad pulmonar crónica.
El estudio de Harvard controló factores como el ingreso familiar, el tamaño de la población, las camas de hospital y las tasas de tabaquismo, pero analizar la COVID-19 en medio del brote presenta problemas.
Los autores señalaron que es difícil “cuantificar con precisión el número de casos de COVID-19 debido a la capacidad limitada de pruebas” y a que los condados de todo el país se encuentran en diferentes etapas de la pandemia, con diversas capacidades de prueba, lo que podría sesgar significativamente los resultados.
Debido a que el estudio actual solo analiza la mortalidad y la contaminación del aire a nivel de condado, Zhang advirtió que “es difícil mostrar una relación causal muy sólida” entre los dos factores, que necesitan ser examinados a nivel individual, con un conjunto de datos mucho más detallado de pacientes con la COVID-19.
Pero los científicos han visto este fenómeno antes. En 2003, los investigadores encontraron que las regiones de China con altos niveles de contaminación del aire vieron casos más muertes por síndrome respiratorio agudo severo, o SARS, una enfermedad estrechamente relacionada con la COVID-19.
Investigaciones recientes de científicos en Italia también han encontrado una correlación entre la contaminación atmosférica y las altas tasas de mortalidad por la COVID-19.
Idealmente, esta investigación alentaría a los formuladores de políticas a asignar recursos para proteger a las comunidades más afectadas por la contaminación y la COVID-19, aunque por el momento, la administración Trump se ha dirigido en la dirección opuesta, utilizando al coronavirus para debilitar las regulaciones ambientales destinadas a proteger al público de la contaminación del aire.
La Agencia de Protección Ambiental incluso ha detenido el monitoreo de rutina de algunas industrias, poniendo en peligro pueblos y ciudades que ya están amenazados por una pandemia global.
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