Londres.- Los científicos del clima comenzaron a advertir hace casi 40 años que, incluso, un pequeño aumento en la temperatura anual promedio del planeta sería acompañado por una mayor frecuencia de eventos climáticos cada vez más extremos.
Y ahora, repetidamente, los registros de lluvia, velocidad del viento y subida del termómetro han comenzado a proporcionar evidencia de apoyo.
Hace 70 años, una lluvia fuerte (más de 50 mm en un día) era casi desconocida en São Paulo, Brasil, pero en febrero de 2020 las inundaciones llegaron de nuevo cuando se precipitaron 114 milímetros en 24 horas, siendo la segunda lluvia más alta medida desde 1943. En la última década, los ciudadanos de São Paulo han visto esos días entre dos y cinco veces al año.
“Las tormentas intensas que duran unas pocas horas con grandes cantidades de agua, como 80 mm o 100 mm, ya no son eventos esporádicos”, afirma José Antonio Marengo, del Centro de Vigilancia de Desastres Naturales y Alerta Temprana de Brasil, y “suceden cada vez con más frecuencia”.
Marengo y sus colegas informan en la revista “Annals of the New York Academy of Sciences”, que la estación seca de la ciudad, de abril a septiembre, ahora se extiende hasta octubre, y el número de días consecutivos sin lluvia también ha aumentado, al grado que el estado de São Paulo ha registrado un tercio de todas las inundaciones de Brasil.
Los investigadores no descartan la posibilidad de una variación natural del clima, pero también consideran que puede estar relacionado con el calentamiento global y el crecimiento de la ciudad.
Por otra parte, científicos californianos no tienen dudas de que el riesgo de temporadas de incendios más largas y peligrosas puede relacionarse con el cambio climático impulsado por el calentamiento global, alimentado a su vez por las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el uso desproporcionado de combustibles fósiles.
Informan en la revista “Environmental Research Letters”, que desde principios de la década de 1980, la frecuencia de los días de otoño con condiciones climáticas extremas de incendios se ha duplicado en California, y las precipitaciones durante el otoño han disminuido en un 30 por ciento, mientras las temperaturas promedio aumentaron más de 1 grado Celsius.
El incendio forestal más mortífero de la región, los dos más grandes y los dos más destructivos ocurrieron durante 2017 y 2018, ocasionando la muerte de más de 150 personas, con daños de alrededor de 50 mil millones de dólares.
“Muchos factores influyen en el riesgo de incendios forestales, pero el estudio muestra que el calentamiento a largo plazo, junto con la disminución de las precipitaciones de otoño, aumenta las probabilidades de las condiciones climáticas extremas que favorecen incendios tan destructivos en el norte y sur de California en los últimos años”, aseveró Noah Diffenbaugh, uno de los investigadores de la Universidad de Stanford.
Por su parte, Tobías Ide, de la Universidad de Melbourne, en Australia, considera “improbable que los incendios forestales que han devastado el este de Australia desde septiembre pasado provoquen una guerra civil, pero cuando se trata de sequías en Nigeria o tormentas en Pakistán, donde hay grandes poblaciones marginadas y poca presencia estatal, la situación puede ser una totalmente diferente”.
Él y sus colegas en Alemania publican en la revista “Global Environmental Change” que utilizaron un nuevo enfoque estadístico para confirmar que la catástrofe climática puede aumentar la posibilidad de violencia política o guerra civil.
Contabilizaron 176 conflictos en los que al menos 25 personas habían muerto en batalla, y más de 10 mil registros de inundaciones, tormentas, sequías, olas de calor, deslizamientos de tierra y otros fenómenos relacionados con el clima, y ??descubrieron que casi una tercera parte de los conflictos habían sido precedidos en siete días por un desastre relacionado con el clima.
Advierten que no afirman que el desastre haya causado el conflicto, sino que sólo hizo más probable la violencia en condiciones políticas ya incómodas. “El cambio climático empeora las tensas situaciones sociales y políticas, por lo que los desastres relacionados con el clima pueden actuar como un potenciador de amenazas para conflictos violentos”, indicó Ide.
“En los países con grandes poblaciones, la exclusión política de los grupos étnicos y los niveles relativamente bajos de desarrollo económico, son susceptibles a los vínculos entre desastres y conflictos, por lo que las medidas para hacer sociedades más inclusivas y ricas son opciones para aumentar la seguridad en un mundo en calentamiento”, concluye.
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