Un nuevo artículo publicado en Conservation Science and Practice destaca el conflicto alrededor del uso de los ríos para infraestructura y las rutas migratorias para la biodiversidad de agua dulce (utilizando especies representativas) en la cuenca del río Amazonas.
El mapa resultante, presenta la densidad de especies e indica el estado de los ríos como de cauce libre o fragmentado, creando así un panorama general que sirva para la elaboración de planes de desarrollo sostenible y para proteger las rutas de navegación críticas.
La cuenca del Amazonas juega un papel fundamental en el equilibrio de los sistemas ambientales de la Tierra que permiten la vida tal como la conocemos. Es la cuenca fluvial más importante del mundo en términos del gran volumen de agua que genera y la biodiversidad que alberga. Como el río de cauce libre más largo del mundo, el Amazonas entrega alrededor del 17% del agua dulce líquida del mundo al Océano Atlántico y alberga alrededor del 10% de la biodiversidad global. Su cuenca incluye una red de ríos de cauce libre, cruciales para el movimiento de sedimentos, agua, especies migratorias y pesquerías.
Es el hogar de la mayor cantidad de peces de agua dulce de cualquier cuenca a nivel mundial (alrededor de 2500 especies descritas), con más especies que se descubren cada año, y sus ricas pesquerías proporcionan alimentos e ingresos para las personas en toda la cuenca.
Los peces amazónicos son de suma importancia para el sustento humano en la Amazonía, ya que contribuyen en gran medida a la seguridad alimentaria y a los aspectos económicos y sociales de la vida cotidiana. Conservar ríos saludables y de cauce libre en el Amazonas es clave para proteger y restaurar ecosistemas naturales cruciales y evitar riesgos para la vida acuática mientras se salvaguarda la seguridad alimentaria, la seguridad hídrica y los medios de subsistencia de las poblaciones locales.
Pero la extensa red de agua dulce amazónica y sus recursos asociados están en riesgo. Una de las mayores amenazas proviene de las represas y otros tipos de infraestructura. Su ubicación es un obstáculo que interrumpe la conectividad, cambia la cantidad y la estacionalidad del agua que fluye río abajo y hacia las llanuras aluviales y los humedales conectados, y reduce la cantidad de sedimentos y nutrientes que fluyen por todo el sistema, lo cual afecta la salud del río y de los bosques, humedales y manglares circundantes.
La abundancia de agua en la Amazonía ha atraído históricamente el desarrollo de plantas hidroeléctricas para satisfacer las demandas energéticas de la región y de los países vecinos.Particularmente en riesgo por estos desarrollos están las especies de agua dulce, incluidos los delfines de río y los peces y tortugas migratorias, que se mueven tanto dentro como fuera de los hábitats de las llanuras aluviales y recorren largas distancias dentro de la red fluvial del Amazonas para completar su ciclo de vida.
Por ejemplo, la migración de peces de agua dulce más larga del mundo, la del bagre dorado (Brachyplatystoma rousseauxii) se extiende desde la cabecera del Amazonas en los Andes hasta su estuario en el Atlántico, unos 11 mil 600 km de ida y vuelta. Donde las represas han fragmentado las rutas de migración, ha existido una disminución significativa en las poblaciones de peces.
En el caso de las represas de Jirau y Santo Antonio en el río Madeira, se ha observado una disminución significativa en la captura del bagre dorado y los científicos estiman que la especie puede desaparecer de la parte alta de la cuenca dentro de algunos años. Los peces migratorios aportan alrededor del 93% (con un rango entre 77 % y 99 %) de los desembarques pesqueros en la cuenca, lo que asciende a $436 millones de dólares anuales, por lo que la fragmentación del sistema pone en riesgo este valor.
Para comprender mejor dónde es crítica la conectividad del Amazonas para mantener poblaciones saludables de delfines y otras especies migratorias de larga distancia, científicos de varias organizaciones y académicos, liderados por WWF, analizaron más de 340 mil kilómetros de ríos amazónicos, comenzando con una evaluación del estado de conectividad de todos los ríos y luego combinándolo con la presencia de delfines de río, peces migratorios de larga distancia y tortugas.
El mapa resultante muestra dónde existen corredores de conectividad de agua dulce (CCAD) y dónde se interrumpirían en un escenario de desarrollo de los planes para construir represas. Los CCAD son tramos de ríos conectados que brindan un importante hábitat fluvial y de planicies aluviales para especies migratorias y otras, y que mantienen funciones saludables del ecosistema, como flujos de agua y transporte de sedimentos.
Entre los tramos de ríos clasificados como largos y muy largos (>500 km), 93 de aquellos en la cuenca amazónica se consideran actualmente CCAD. Bajo un escenario futuro de desarrollo hidroeléctrico y considerando los efectos acumulativos de las nuevas represas, una quinta parte (18) de estos corredores largos y muy largos, que son de importancia crítica para los delfines y especies migratorias de larga distancia, perderían su estatus de CCAD, incluyendo los ríos Amazonas, Negro, Marañón, Napo, Ucayali, Preto do Igapó Açu, Beni y Uraricoera.
Para evitar o mitigar los impactos de las represas propuestas, el equipo de científicos recomienda un conjunto de estrategias diferentes. Estos incluyen la implementación de mecanismos de protección para corredores críticos, como la creación de áreas protegidas de agua dulce (sitios Ramsar por ejemplo), la designación de ciertos ríos o tramos de ríos como zonas 'prohibidas' para nueva infraestructura, o la creación de reservas de agua que asignen un volumen de agua en concordancia con las necesidades ambientales y domésticas por encima de otros usos.
Un ejemplo reciente en la región proviene del estado de Mato Grosso en Brasil, donde se aprobó un proyecto de ley que limitaría la construcción de nuevas represas en el río Cuiabá.
La planificación de los recursos de agua y energía a escala del sistema que evalúe las opciones de desarrollo alternativo y limite el desarrollo que genera un impacto en los corredores de conectividad, también es de vital importancia para obtener resultados sostenibles.
Las políticas y plataformas transfronterizas de particular relevancia para estas recomendaciones incluyen la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y su Plan de Acción Estratégico recientemente iniciado, la Iniciativa de Aguas Amazónicas y el Pacto de Leticia. Bajo este último, el Mandato 8 se enfoca en la conectividad de ecosistemas prioritarios y mecanismos de protección para la conservación de la biodiversidad.
Recientemente, los científicos también han dado la alarma de que la cuenca del Amazonas puede estar a punto de alcanzar su punto de no retorno, el punto en el que el ciclo hidrológico se alteraría fundamentalmente de tal manera que partes de la cuenca se transformarían de bosques a sabanas u otros hábitats más secos, si la deforestación continúa.
Este cambio tendría como resultado pérdidas trágicas de biodiversidad, carbono y, a su vez, bienestar humano. Si llegamos a ese punto, los ríos también se verían afectados de manera irreversible por los cambios en el ciclo hidrológico. Aunque los detalles de la relación entre la hidrología superficial y el punto de no retorno constituyen un vacío de investigación, es posible que el mantener ríos de cauce libre pueda contribuir a la resiliencia del sistema amazónico en general.
Finalmente, es importante señalar que la cuenca del Amazonas representa una de las últimas oportunidades para la conservación de los grandes ríos de cauce libre en el mundo. Es necesaria una planificación integrada que (1) incluya información socio ecológica y económica sobre especies y ecosistemas de agua dulce y (2) examine opciones alternativas para satisfacer las necesidades de recursos energéticos o hídricos.