Coordinador de Programas de Ciencia Ciudadana de SEO BirdLife, y un apasionado de las aves, el ornitólogo Juan Carlos del Moral las ha estudiado y explorado en sus viajes migratorios, así como a las más perezosas, como pueden ser los gorriones, que prefieren quedarse en casa haga frío o calor.
Toda una ciencia de unas especies únicas que surcan el cielo y nos acompañan con sus sonidos musicales que nos obligan a mirar hacia arriba. Entusiasmado de esta ciencia, Del Moral explica el comportamiento y curiosidades de la golondrina, una de las aves más atractivas del planeta.
Espectaculares migraciones
La golondrina común es tan famosa en el mundo porque es la mejor distribuida del planeta y la podemos encontrar en América, Europa, Asía y África, en cuyo continente, las que son procedentes de Europa, establecen sus campamentos de invernada en países como Senegal, Burkina Faso, Malí o Costa de Marfil, aunque las más intrépidas podrán incluso atravesar el desierto más grande del mundo, el Sahara.
Las golondrinas que anidan en Asia pasan el invierno en el sur y sudeste asiático y, en el continente americano, las que anidan en Canadá y Alaska hibernan en Centroamérica y algunas alcanzan Chile o Argentina hasta llegar a Tierra de Fuego. Pero, para todas ellas, una vez que se anuncia el invierno en el hemisferio sur, regresan a sus lugares de origen en el norte.
Desde Europa hasta África occidental “pueden llegar a hacer 3 mil kilómetros, pero además no hacen un viaje totalmente lineal, a lo mejor un día vuelan 100 kilómetros más al sur para volver a comer, con lo que el viaje se puede llegar a convertir en 7 mil kilómetros. Si se encuentran débiles permanecen un tiempo y siguen volando para cazar insectos y volver a desplazarse”, indica el ornitólogo.
“Los vuelos migratorios de las golondrinas forman la marcha más espectacular que hay entre las aves, ya que pueden llegar a formar grupos de hasta miles de individuos y en su viaje, se permiten planear mucho con pocos batidos de alas y llegan a desplazarse hasta 140 kilómetros al día, durante alrededor de 40 días”, añade del Moral.
“No son aves planeadoras como las grullas o algunas aves rapaces que necesitan de las corrientes de aire para realizar su viaje, ellas no dependen de las térmicas, se desplazan gracias al ahorro de energía que hacen ellas mismas con el batir de sus alas”, afirma el especialista.
El científico afirma también que estas aves “son extremadamente dinámicas, pero realmente hacen un esfuerzo enorme y necesitan volumen, por lo que cazan una cantidad impresionante de insectos para conseguir acumular la energía necesaria que gastan permanentemente y, además, con esa caza de invertebrados realizan una gran labor benéfica para las plantas y la agricultura”.
Según el ornitólogo, “es ese tipo de alimentación insectívora la que obliga a la golondrina a irse de un país a otro durante el invierno porque no hay insectos, mientras que el gorrión u otras especies las vemos con nosotros durante todo el año, porque sus sistemas de alimentación a base de desperdicios alimentarios, semillas e insectos, les permite sobrevivir con mucho frio”.
Regreso instintivo al punto de partida
Al realizar su vuelo de regreso, las golondrinas tienen un prodigioso instinto para localizar el mismo punto en el que el año anterior construyeron su nido y “aunque hagan miles de kilómetros vuelven a sus mismos pueblos, a las mismas ciudades donde criaron y, si ya no existe, lo harán en las proximidades, para criar donde ellas mismas nacieron”, asegura el ornitólogo.
Los machos llegan a mediados de abril y comienzan a reconstruir los nidos, adonde llegarán las hembras y, puesto que son aves monógamas, se emparejarán con el mismo macho, al que eligen por su coloración del pecho y la longitud de su cola en forma de ‘v’ simétrica.
Y entonces, ya lo dijo el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer, de una forma insuperable: “Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales, jugando llamarán”.
“La golondrina común, la más conocida por la mayoría de las personas, es la más abundante, aunque tiene un declive importante entre sus poblaciones, debido a la ganadería extensiva y el despoblamiento de muchos pueblos, cuyas casas dejan de estar ocupadas”, se lamenta Del Moral.
“Además, -continúa el científico- en la disminución del número de golondrinas no sólo interviene el cambio climático sino también la gestión que hacemos del territorio humano, donde hemos eliminado los balcones y los hemos sustituido por el cemento y cristal de grandes edificios, de los que huyen las golondrinas”.
“Estas son algunas de las razones de su desaparición, así como la disminución de insectos debido a la acción de los herbicidas, insecticidas y pesticidas que utilizamos en la agricultura”, agrega.
La vida de la golondrina es breve, entre 3 o 4 años aproximadamente, aunque algunas puedan llegar a alcanzar los 5 o 6 años de vida. Suelen poner en cada nido 3 o 4 huevos y sacar adelante 3 o 4 pollos.
“Las primaveras benéficas, más bien largas y con buena producción de insectos, a veces, hacen dos crías. En total, una pareja puede llegar a sacar 7 pollos”, concluye Juan Carlos del Moral.
Estas son las peculiaridades de una de las aves más ágiles de la naturaleza y de las más hermosas de ver atravesando el cielo por sus audaces acrobacias aéreas y su estilizada figura, y de las más interesantes de conocer por sus costumbres, todo lo cual le han hecho merecedora, en todas las culturas, de ser símbolo de lealtad y fidelidad, felicidad matrimonial o buena suerte en el hogar y que siempre nos dará buenos augurios.