Ciudad de México.- En México, las subcuencas de los Ríos Santiago y Zula, en Jalisco y la del Río Alto Atoyac en Tlaxcala y Puebla, aunque tienen un alto grado de degradación de ecosistemas, así como de sobreexplotación de cuerpos de agua, también tienen un gran potencial para proveer servicios ambientales vinculados al agua.
Lo anterior, ha sido identificado en el diagnóstico realizado por el proyecto “Resiliencia hídrica” y cuyos resultados han dado pie al planteamiento de estrategias de gestión territorial, con enfoques basados en la naturaleza.
En 2022, el Día Mundial del Agua se centró en las aguas subterráneas, unas aguas invisibles cuyos efectos se aprecian en todas partes. Además, busca reivindicar el estudio, protección y utilización de las aguas subterráneas de forma sostenible para sobrevivir al cambio climático y satisfacer las necesidades de una población en constante crecimiento.
El proyecto “Resiliencia hídrica” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México y con el apoyo financiero de la Fundación Coca-Cola busca contribuir a que las poblaciones y ecosistemas cuenten con agua en calidad y cantidad suficientes para su bienestar, así como para llevar a cabo sus medios de vida. Lo anterior, aún en un contexto de cambio climático que incrementa la variabilidad de disponibilidad hídrica.
Este objetivo se vincula directamente con asegurar que los cuerpos de agua subterránea se recarguen, para que el líquido después pueda ser utilizado por las poblaciones. Ello es posible a través del cuidado, protección y uso sostenible de los ecosistemas para asegurar su buen funcionamiento, así como de generar capacidades en comunidades locales y del robustecimiento de la gobernanza, a nivel de cuenca.
El diagnóstico realizado por el proyecto incluyó aspectos socioeconómicos, biofísicos y climáticos. Entre los aspectos socioeconómicos destaca la desigualdad de género en el acceso a la tierra, puesto que en los estados analizados la titularidad sobre el uso de la tierra es poseído en mayor proporción por los hombres, con figuras como ejidatarios, comuneros, posesionarios y avecindados. Además, gran proporción de las subcuencas es utilizada para la agricultura (55.62% de la superficie de la subcuenca del río Alto Atoyac; y 61.19% de la superficie de las subcuencas Santiago y Zula).
Respecto al impacto del cambio climático, éste se ha reflejado en un aumento del período de sequías; en la alteración de la humedad del suelo, que a su vez afecta los cultivos de temporal y aumenta la demanda de agua para riego; así como el aumento de intensidad y frecuencia de lluvias, lo que produciría incremento en la erosión de suelos, mayor azolvamiento y contaminación de cuerpos de agua.
A pesar de que únicamente queda el 21.3% y 27.6% de la cobertura vegetal natural en las subcuencas del río Alto Atoyac y Santiago-Zula, respectivamente, las subcuencas siguen produciendo e infiltrando agua al subsuelo, así como regulando los flujos hídricos. El diagnóstico realizado permite visualizar el potencial de diferentes regiones dentro de las subcuencas para proveer estos servicios ambientales.
Este análisis señala que las subcuencas tienen alto potencial para infiltrar y producir agua. También, es poca la superficie que ha perdido la capacidad de infiltración. Por tanto, los diagnósticos prueban que, de llevarse acciones que permitan conservar, restaurar y manejar adecuadamente los ecosistemas y el territorio, se puede contribuir a conservar y mejorar el estado de cuerpos de agua (superficiales y subterráneos). Con ello, también se benefician las poblaciones humanas.
Conservar los ecosistemas sanos y considerar los impactos del cambio climático será clave para que se mantengan o incrementen los valores de producción de agua, así como de recarga hídrica. Para ello, el proyecto acompañó el diseño colaborativo de seis estrategias de seguridad hídrica, mismas que se componen de medidas específicas:
- Restauración ecológica estratégica para favorecer la recarga y regulación del sistema hidrológico.
- Acciones y sistemas para la captación de agua.
- Conservación y restauración de suelos para mejorar la infiltración y control de la erosión.
- Protección y conservación de zonas ribereñas para contribuir al saneamiento de cuerpos de agua y reducir la erosión hídrica.
- Promoción e implementación de sistemas agroforestales multipropósito para restaurar suelos degradados para favorecer la infiltración, captación y uso eficiente de agua.
- Acciones estratégicas para mejorar la calidad del agua.
Además, se definieron sitios prioritarios para la implementación de acciones de conservación, de restauración y de aprovechamiento sostenible en las cuencas. Así, es posible saber dónde deberán implementarse las diferentes estrategias y sus medidas.