Las ciudades ocupan sólo el 3% del territorio del planeta, pero representan la mayor parte del consumo mundial de energía y de las emisiones de carbono. Muchas ciudades, además, son más vulnerables al cambio climático y los desastres naturales debido a sus densidad poblacional e infraestructura interconectada. Para evitar los impactos más dañinos del cambio climático, incluidas las pérdidas humanas, sociales y económicas, sabemos que es crucial construir ciudades preparadas para ello. Sin embargo, estudios recientes indican que estamos lejos de alcanzar los objetivos mundiales establecidos para hacer que nuestras ciudades sean más resilientes.
Una evaluación de 2022 publicada por las Naciones Unidas pinta una imagen cruda de progreso al describir una sensación de "grave peligro". Entonces, ¿cuál es la mejor manera para que las ciudades realicen los cambios necesarios para cumplir con los objetivos climáticos y de desarrollo globales que garantizarían un futuro sostenible e inclusivo? La escala de este desafío requiere intensas transformaciones urbanas al nivel de sistemas.
Esto significa ir más allá de los enfoques limitados que se centran en un solo tema, como el transporte o la vivienda, y en su lugar adoptar soluciones más grandes que impacten la vida de las personas y tengan un efecto dominó en las instituciones y la ciudad en general. Un cambio a nivel de sistemas en las ciudades implica transformar múltiples componentes de un sistema urbano particular para crear un cambio positivo holístico de todo el sistema.
La transformación urbana es difícil de lograr en la práctica. A menudo hay una brecha entre los tipos de soluciones que se necesitan y cómo funcionan realmente las ciudades. Los recursos limitados y las dificultades de coordinar a muchas partes interesadas, entre muchas otras barreras, limitan la capacidad de realizar cambios sistémicos significativos.
Sin embargo, hay ciudades en todo el mundo que están a la altura del desafío. Aquí, destacamos tres proyectos urbanos innovadores que demuestran cómo las soluciones intersectoriales pueden lograr un cambio sistémico para hacer que las ciudades sean más sostenibles e inclusivas.
1) Rosario, Argentina: transformación a través de la agricultura urbana
Desde 2001, Rosario, en Argentina, desarrolla un programa de agricultura urbana y periurbana a convertirse en una parte clave de la resiliencia de la ciudad ante inundaciones y eventos de calor. La ciudad experimentaba una gran crisis económica nacional agravada por lluvias e inundaciones récord. Miles de rosarinos padecieron inseguridad alimentaria, desempleo, desplazamiento y pobreza.
Las intervenciones iniciales de Rosario comenzaron a principios de la década de los 2000, en respuesta a la crisis económica, y se centraron en equipar a las personas con los recursos para cultivar productos en terrenos baldíos y subutilizados y posteriormente venderlos en los mercados locales. Después de las grandes inundaciones de 2007, la ciudad identificó zonas con riesgo de inundación que podrían convertirse en "Parques Huerta" para la agricultura urbana.
Desde entonces, la ciudad trabaja para convertir cantidades cada vez mayores de tierra en espacios agrícolas verdes. Estos espacios limitan la expansión urbana dañina para el medio ambiente, ayudan a enfriar la ciudad y absorben el exceso de lluvia.
Rosario trajo los beneficios de estos cambios en el uso del suelo a la población con iniciativas adicionales sobre mercados de alimentos, empleos verdes, compostaje y energía renovable. La agricultura urbana ahora ocupa un lugar destacado en los regulares planes estratégicos a 10 años de la ciudad.
Rosario, que fue la ganadora de la edición 2020-2021 del Premio a las ciudades del Centro Ross de WRI, adoptó un enfoque holístico que demuestra un cambio a nivel de sistemas para integrar la agricultura urbana en las políticas ambientales y de uso de suelo de la ciudad, al tiempo que instituye un conjunto de programas sociales beneficiosos conectados a programas agrícolas.
Rosario muestra cómo una ciudad puede promulgar cambios, haciéndolos crecer de manera constante a lo largo del tiempo, para transformar los sistemas alimentarios y de uso del suelo para promover la seguridad alimentaria y la resiliencia climática.
2) Guadalajara, México: espacio público, descarbonización y activismo
La experiencia de Guadalajara, en México, muestra cómo la transformación de las vías de una ciudad condujo al desarrollo de nuevos sistemas de activismo y participación política en la ciudad.
El corazón de esta intervención física fue Vía RecreActiva, un importante programa de cierre de calles de tránsito vehicular durante los fines de semana en el que se invitó a los peatones y ciclistas a utilizar las vías principales, normalmente reservadas para los automóviles.
Vía RecreActiva fue lanzada inicialmente en 2003 por una coalición de personas dueñas de negocios con el objetivo de mejorar la limpieza y la calidad de vida en el centro de la ciudad, siguiendo el modelo de un programa similar en Bogotá, Colombia. Vía RecreActiva planteó la importancia de la movilidad no motorizada, y mostró los beneficios de tener espacios públicos vibrantes y libres de automóviles.
Con el tiempo, el éxito del programa ayudó a sembrar el surgimiento de nuevas coaliciones de la sociedad civil centradas en la sustentabilidad y la defensa del ciclismo, que desde entonces han tenido un impacto medible en las políticas de transporte de la ciudad.
En 2009, una coalición de organizaciones abogó por un nuevo plan maestro para la movilidad no motorizada que fue aprobado por el municipio y en 2010 se opuso con éxito a la construcción de una importante autopista elevada para el tráfico motorizado.
Desde 2015, algunas personas veteranas de esta organización comunitaria han formado un nuevo partido político progresista que desde entonces ha ganado elecciones y hoy forma el gobierno de la ciudad, que ha aumentado considerablemente el gasto en transporte público.
Este proyecto ejemplifica cómo una intervención de un espacio público importante puede crear nuevos grupos de interés centrados en el cambio para una ciudad más sostenible.
3) Bangkok, Tailandia: vivienda segura e inclusiva
Como muchas ciudades, Bangkok, en Tailandia, enfrenta el desafío de brindar servicios e infraestructura a los conocidos como asentamientos informales. Este problema se intensifica por el creciente riesgo de inundaciones, que amenazan con destruir estos modestos asentamientos en los bordes de la vasta red de canales y ríos de Bangkok.
Existe una necesidad urgente de construir infraestructura de prevención de inundaciones en la ciudad, sin interrumpir la vida de las personas que viven en condiciones de pobreza en la urbe.
Desde 2003, Bangkok se ha beneficiado de Baan Mankong (“Vivienda segura”), un programa a nivel nacional que apoya a las comunidades marginadas de la ciudad al negociar la tenencia forma de las viviendas y al ofrecer financiamiento y subsidios para mejorarlas de acuerdo con los planes de resiliencia ante inundaciones de toda la ciudad.
El trabajo del programa con cooperativas locales de habitantes de estos barrios es clave para instituir procesos dirigidos por la comunidad. Estas medidas de colaboración contrastan con los enfoques tradicionales de arriba hacia abajo en los que las personas que viven en condiciones de pobreza en la urbe son reasentadas a la fuerza en viviendas que pueden no satisfacer sus necesidades.
Trabajar a través de redes comunitarias locales también es clave para desarrollar nuevos sistemas de “infraestructuras sociales” que han aumentado la resiliencia de la ciudad ante otras crisis. Durante la pandemia de COVID-19, las redes establecidas en el marco del programa Baan Manong se utilizaron para promover una serie de iniciativas y subvenciones para apoyar a las comunidades afectadas por la crisis del confinamiento.
El programa Baan Mankong estimuló un cambio sistémico en la estrategia de desarrollo urbano de la ciudad y las relaciones entre las autoridades y las comunidades urbanas en condiciones de pobreza.
Elevar las transformaciones urbanas sostenibles
Destacar casos de cambio de sistemas en ciudades de todo el mundo es clave para fomentar el aprendizaje de ciudad a ciudad y la inspiración que se necesita para sembrar nuevos proyectos. Es por eso que WRI creó el Premio a las ciudades de su Centro Ross para celebrar los proyectos de transformación urbana. Desde 2019, el Premio ha destacado a 15 laureados ejemplares de todo el mundo que demuestran cómo funciona en la práctica la transformación urbana exitosa.
Tres proyectos han ganado el gran premio de 250 mil dólares, al demostrar un trabajo impactante en diversas áreas de enfoque que van desde programas innovadores de seguridad vial en Dar es Salaam, Tanzania, sistemas de agricultura urbana inclusiva en Rosario, Argentina y de mejora de parques y ecologización en toda la ciudad en Barranquilla, Colombia.
El premio ha lanzado su cuarto ciclo y aceptará solicitudes hasta el 26 de septiembre de 2023 de proyectos que respondan a la interrogante de cómo potenciar el impulso para lograr comunidades preparadas para el cambio climático.
Este tema reconoce, en este momento de conciencia global, la magnitud de nuestro desafío respecto del cambio climático y la necesidad de aumentar la velocidad, el alcance y la escala de la acción para crear comunidades inclusivas y preparadas para el cambio climático.