Cuernavaca.-“Agotamos el modelo y el planeta, y por eso vemos anomalías y eventos climáticos significativos como tornados que en México nunca antes se habían presentado, como sequías, inundaciones y sargazo que se magnifican por el cambio climático”, afirmó la directora del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), María Amparo Martínez Arroyo.
Al hablar en el Centro de Ciencias Genómicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el ciclo “Cambio Climático, Desarrollo Sustentable y Biodiversidad”, la funcionaria dijo que “el desarrollo socioeconómico ha provocado contingencias que están cambiando los procesos”.
Reiteró que “el cambio climático no es el problema, pero exacerba problemas que ya existían, como la crisis ambiental, de energía, de economía y social, y todo eso, conjuntado con el cambio climático, hace que se vuelvan males sistémicos y tengamos que atacarlos desde todos los ángulos, cambiando nuestra forma de producir, de consumir”.
Si no hacemos cambios en todos los aspectos, no podremos combatir el cambio climático ni sus impactos, que en México incluyen la acidificación de los océanos, la disminución de las precipitaciones pluviales, el aumento de los incendios forestales, anomalías de temperaturas máximas y mínima, aumento del nivel del mar y pérdida de biodiversidad, agregó.
Se refirió a que hace unos días, el Servicio Meteorológico Nacional confirmó que en 2019 hubo un aumento en la temperatura del país de 1.5 grados Celsius.
Para México, el escenario de la inacción tendría un costo comparable a perder entre el 50 por ciento y hasta más de dos veces el Producto Interno Bruto, además de que las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey perderían mil millones de dólares en la década de 2020
Al referirse a otros desastres, Martínez Arroyo estimó que el daño anual esperado por inundaciones fluviales es de 7 mil millones de dólares y para inundaciones costeras es de 130 millones de dólares.
“Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí tendrían los mayores riesgos por inundaciones luviales y los mayores aumentos de riesgos serían en el centro del país, por lo que en 2080 -por cambios en condiciones socioeconómicas-, el daño por inundaciones costeras aumentaría a dos mil millones de dólares anuales”.
Por otra parte, explicó, el desarrollo socioeconómico más el cambio en el nivel del mar, llevaría el daño anual esperado hasta los 10 mil millones de dólares.
Después de mencionar los reportes especiales realizados por el Panel Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), concluyó que debemos hacer cambios sin precedentes para que el calentamiento no rebase el límite de 1.5 grados Celsius.
Estimó que México tiene esperanzas si utiliza las soluciones basadas en la naturaleza, pero debe tenerse en cuenta que nuestros recursos naturales están muy deteriorados y que hay crisis ambiental en muchos sitios.
Sin embargo, también hay que voltear a los océanos, que podrían representar un futuro diferente para México si sabe aprovecharlos e innovar, pero es urgente que la sociedad se organice para exigir que las cosas se hagan.
“Tenemos que repensar todas nuestras actividades, y esto no es un anuncio catastrófico. Tenemos la oportunidad de pensar si realmente es tan necesario llenarnos de cosas, de residuos, de basura por todos lados, o si podemos vivir mejor de otra manera”, dijo a los asistentes.
Posteriormente hizo notar que “hemos rebasado cinco de los nueve límites planetarios (flujos biogeoquímicos, cambios en el uso del suelo, integridad de la biosfera y cambio climático -390 partes por millón era el límite y actualmente es de 415 ppm) y eso provoca que los escenarios proyectados a 2100 sean con aumentos en la temperatura de 4 grados Celsius.
Refirió que para evitar este escenario, México presentará en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), en Glasgow, un aumento en la reducción de emisiones en su Contribución Nacionalmente Determinada (NDC).
“Tenemos la oportunidad de trabajar en los contaminantes climáticos de vida corta (CCVC), que hacen mucho daño a la salud, al grado que se han convertido en la tercera causa de muerte, sobre todo en América Latina. Los CCVC son, especialmente, el carbono negro y las partículas menores a 2.5 micras (pm2.5)”.
Para ello, es urgente que la industria nacional se modernice. “Es un hecho que se utilizan tecnologías obsoletas, que ahora es urgente cambiar, al igual que las políticas públicas, que ya tienen que basarse en el conocimiento, en los datos de la ciencia”.
Explicó que el transporte, la generación de energía eléctrica y la ganadería, son los sectores que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero. Los compromisos nacionales en el Acuerdo de París contemplan un escenario en el que México generaría, sin actuar, 973 megatoneladas (Mton) de dióxido de carbono equivalente al año 2030, pero la meta propuesta es reducir la cifra 762 Mton de CO2.
Para alcanzar esa meta, debe trabajarse en el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), porque de lo contrario difícilmente vamos a poder combatir el cambio climático, sentenció.
Hay muchos futuros posibles y todos se deciden en la política, por lo que la sociedad no puede ser indiferente; tiene que participar y hacerlo organizadamente
Las decisiones de hoy condicionan el mañana, por lo que debemos elegir el complejo camino hacia un cambio de modelo energético, urbanístico, de producción y de consumo”, concluyó.