Las fuentes renovables de energía representan una alternativa para disminuir la pobreza energética en que se encuentran millones de habitantes de México, afirmó el doctor Víctor Manuel Berrueta Soriano, profesor visitante de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y del Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada, organización no gubernamental con sede en Pátzcuaro, Michoacán.
Al exponer el tema Ecotecnologías y economía social, aportaciones al desarrollo sustentable, el investigador de la Unidad Azcapotzalco dijo que alrededor de 28 millones de mexicanos cocinan aún con leña, lo cual es altamente ineficiente y genera riesgos a la salud, mientras que diez millones más no tienen acceso adecuado a la electricidad, pues si bien la cobertura de este servicio es de 97 por ciento, no siempre hay energía de calidad y se dan intermitencias.
En las casas además existe una serie de requerimientos energéticos que no está relacionada con la calefacción de espacios ni la cocción de alimentos, sino con pequeños emprendimientos y diversos satisfactores a partir de los electrodomésticos.
El modelo energético actual –basado en combustibles fósiles en los hogares– no ha podido solventar estas necesidades, por lo que las energías alternativas aparecen como una buena oportunidad para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), en específico el número siete, referente a la disposición de la renovable, pero además tiene nexo con otros ODS, como el combate a la pobreza, la reducción de desigualdades, la producción y el consumo responsable, entre otros.
Aquí es donde toma sentido una transición energética asentada en fuentes limpias, con una visión de justicia ambiental y energética”, pues deriva en la propuesta de avanzar hacia sistemas sustentables.
El académico del Departamento de Administración dijo que dicha idea consiste en una serie de ecotecnologías que de manera integrada pueda servir para aminorar la pobreza energética del país, “de modo eficiente y factible, mediante el respeto de los usos de los recursos naturales locales, el conocimiento del ámbito socioecológico de costumbres de la cultura y siempre en la búsqueda del bienestar social colectivo”.
Estos procesos favorecen una buena relación entre los bienes naturales, el hábitat y la sociedad para resolver el cocido de comestibles, la calefacción y el empleo de la electricidad, entre otras.
El conjunto de técnicas puede tener una aplicación en la vivienda rural, pues se trata de dispositivos aptos para utilizar el sol, el viento o la biomasa; por ejemplo, es viable recurrir a paneles fotovoltaicos para la obtención de electricidad, en algunos casos aerogeneradores con el fin de emplear la fuerza del viento para bombeo, electrodomésticos, iluminación, así como métodos para el calentamiento de agua y adaptaciones que permitan aprovechar la biomasa a través de estufas y calentadores para empleos diversos.
La cocción de víveres es la de mayor demanda energética en el sector residencial rural a través de estufas ecológicas, que a diferencia de fogones tradicionales, es ya una tecnología limpia, segura y que acorta los riesgos de daños a la salud. La pequeña industria también puede mejorar con fuentes renovables.
Por lo tanto, hay ecotecnologías óptimas para apoyar y apuntar hacia el desarrollo sustentable en el sector rural, que “causan beneficios en lo monetario, la salud, el entorno y además tienen por principio ser asequibles, estar enfocadas a las necesidades, la inclusión, la participación y la democracia para la implementación, el diseño, la innovación y el diálogo entre el saber local y el científico.
También brinda la posibilidad de detonar procesos de economía regional, la generación de plazas de trabajo, dar valor agregado a mercancías, entre otras ventajas.
El reto es que las comunidades rurales dispongan de estas herramientas “buscando la transición energética y el crecimiento sostenible”, pues priva un insuficiente saber en ellas; se carece de promotores rurales versados del contexto y con las aptitudes técnicas y sociales para ofrecer estas opciones, además de que persisten limitaciones de acceso a capital para la adquisición, adiestramiento, mantenimiento y reemplazo.
La economía social y solidaria y las ecotecnologías tienen un importante vínculo, dados los objetivos compartidos con la transformación social, el bienestar financiero, social y ambiental desde el fortalecimiento de sistemas de producción.
Ambos espacios pueden ser una mancuerna para el progreso sostenible y es desde “ahí que el modelo cooperativista puede ser una vía factible para asegurar la democratización de la energía en la búsqueda de satisfactores colectivos”.
Berrueta Soriano propuso, en ese sentido, la creación de cooperativas de servicios ecotecnológicos para su promoción, ejecución, capacitación, reparación, sustento y monitoreo, para lo cual se requiere de la búsqueda de mecanismos financieros para su provecho en comunidades rurales.
La ponencia del académico de la Casa abierta al tiempo se llevó a cabo como parte del Seminario de Economía Social y Sustentable, organizado por la Red Institucional para el Fortalecimiento de la Economía Social y Solidaria de la UAM (IFESSUAM), entre otras instituciones de Latinoamérica.