Túnez.- Un cambio en las condiciones del clima, fruto del calentamiento global del planeta, que está prolongando las sequías y elevando la temperatura del mar, destruyendo cultivos y ecosistemas y obligando a núcleos enteros de población a huir en busca de unas zonas de bienestar que cada vez son también más escasas.
Según el World Resources Institute (WRI), organismo vinculado a la ONU, la región del Sahel -que incluye países como Argelia, Mali, Níger, Chad, Senegal o Burkina Faso- será, junto al norte de África, una de las que mayor "estrés hídrico" soporte en 2040, con una escasez de agua que dejará sin apenas recursos a más de 300 millones de personas, en su mayoría jóvenes.
"En el África Subsahariana, el noventa por ciento de población rural depende de la agricultura como principal medio de vida, y más del 95 por ciento de las tierras que cultiva dependen de las lluvias. El aumento de las temperaturas y lo impredecible de las precipitaciones debido al cambio climático hará que las cosechas se reduzcan y los precios se disparen", advierte el WRI.
Un reciente estudio del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Postdam, Alemania, demuestra que el 50 por ciento del aumento de los meses secos en el mundo corresponde a esos países del Sahel. "Uno de cada tres no habría ocurrido si no fuera por los cambios climáticos a largo plazo,", precisa Dim Coumou, del Instituto holandés de Estudios Medioambientales.
Desde 2014, una de las soluciones aplicadas por los gobiernos del área, con ayuda de la Unión África, ha sido la puesta en marcha de la Capacidad de Riesgo Africano (ARC), un fondo de ayuda que compensa a agricultores y ganadores por la pérdida de sus cosechas y pastos.
Expertos consideran, sin embargo, que este sistema de subsidios es insostenible al ritmo demográfico al que crece la población en la zona -según datos de la ONU, el número de habitantes actual en el Sahel se duplicará en 2040 hasta alcanzar los 160 millones de habitantes, en su mayoría jóvenes que habrán abandonado los campos para asentarse en las ciudades.
"La población quedará desprovista de los medios de vida y migrarán en busca de empleo. Esta migración puede ser continental, hacia el exterior, o hacia el norte del Mediterráneo, en particular hacia Europa, que es la zona más cercana", explica Chokri Mezghani, director general de Desarrollo Sostenible del ministerio tunecino de Asuntos Locales y Medioambiente.
"Apenas existen estadísticas, incluso a nivel mundial, sobre cuál y cuánta es la población sensible. No existe un consenso en torno a esta cuestión puesto que la relación entre las consecuencias del cambio climático y la migración no se han destacado aún. Se necesitan más estudios", afirma.
Organizaciones de la sociedad civil en Níger no dudan, sin embargo, de esta relación y advierten de que el fenómeno migratorio es una tradición ancestral: desde tiempos inmemoriales, los africanos han salido de sus lugares de origen y se han movido por el territorio saheliano en busca de tierras con mejor caza y pastos, aunque casi siempre con la intención de volver a sus hábitats de procedencia.
El problema actual es que en muchos casos esos hábitats han quedado destruidos y que el movimiento está siendo restringido por los gobiernos nacionales por presión de los estados europeos, favoreciendo la aparición de mafias y de una economía regional sostenida en el contrabando y la inversión en recursos de Seguridad en vez de en proyectos de desarrollo, advierten.
"Los medios internacionales amplifican el problema porque creen que existe una invasión africana de Europa, pero las estadísticas demuestran que no es cierto. Son muy pocos los africanos que tienen como proyecto vital viajar a Europa", asegura Albert Cheboou, director la Radio Alternativa FM, una ONG de ayuda a la migración creada en Níger.
"La mayor parte de la migración sucede en el interior del continente africano, pero hoy hay un interés en exagerar esa sensación de invasión por el discurso populista", subraya.
Un discursos populista que está intrínsecamente relacionado con las políticas de militarización y seguridad de la Unión Europea, una forma moderna de colonialismo, opina Tchermo Hamadou, director de la ONG nigerina Espacio Alternativo Ciudadano", arraigada en Niamey y Agadez, principal trampolín de la migración subsahariana a través del desierto.
"Las organizaciones de la sociedad civil no estamos para nada contentas con ese papel que desempeñan Níger y otros estados de la zona que han aceptado ser los laboratorios para la externalización de las fronteras de la Unión Europea", explica Hamadou.
"Los incentivos que Níger ha recibido, el dinero que ha recibido, lo utiliza para ejercer ese papel de guardián que frena a aquellos que quieren migrar, incluidos aquellos que lo hacen en el marco de la migración circular laboral", afirma en el marco del proyecto anula de Lafede, en colaboración con la ONG Novact.
A los flujos derivados de las sequías se suma los cambios climáticos que sufre el litoral de los países ribereños del norte de África, que igualmente impulsan la migración.
La subida del nivel del mar, pero sobre todo la aparición de enfermedades tropicales y la degeneración de los recursos pesqueros por el calentamiento del Mediterráneo, están haciendo que países como Túnez, Argelia o Marruecos no solo sean incapaces de absorber la migración que les llega del Sahel, sino que se han convertido ellos mismos en generadores de migrantes que ven en Europa la única tabla de salvación.
"Algunas predicciones apuntan a que mucha más gente se va a ver obligada a migrar a lo largo del siglo XXI a causa del impacto de esos cambios adversos en el clima", afirma Dina Ionesco, jefa de la División de Cambio Climático, Migración y Medio ambiente de la Organización Internacional de las Migraciones (IOM)
"Con este mejor conocimiento, existen mayores incentivos para que se actuales de forma urgente, para estar preparados y responder", explicaba en 2018 a la división de comunicación de la ONU, al a que la agencia está vinculada.