Boston.- La pandemia de coronavirus y los peligros más lentos del cambio climático son paralelos entre sí, y la respuesta al brote podría brindar lecciones para quienes instan a la acción climática, ya que tanto la pandemia como la crisis climática son problemas de crecimiento exponencial frente a una capacidad limitada para hacerles frente.
Así lo afirmó Elizabeth Sawin, codirectora de Climate Interactive, un grupo de expertos del Instituto Tecnológico de Massachussets.
Señaló que aunque es probable que la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero causada por la fuerte caída en los viajes y otras actividades económicas se recupere una vez pasada la pandemia, algunos cambios que reducen la huella de carbono que provoca la propagación de COVID-19 podrían resultar más duraderos.
Estableció que en el caso del virus, el peligro es la cantidad de personas infectadas que abruman los sistemas de salud; “con el cambio climático, es que el crecimiento de las emisiones abrumará nuestra capacidad para manejar las consecuencias, como sequías, inundaciones, incendios forestales y otros eventos extremos”.
El crecimiento de las emisiones abrumará nuestra capacidad para manejar las consecuencias, como sequías, inundaciones, incendios forestales y otros eventos extremos
Con naciones enteras aisladas con la esperanza de frenar la propagación viral, “el público comienza a comprender que en estas situaciones hay que actuar de una manera desproporcionada con la realidad, porque hay que reaccionar y mirar hacia dónde te llevará ese crecimiento exponencial, porque miras por la ventana y no parece una pandemia, sino un lindo día de primavera… pero hay que cerrar todos los restaurantes, las escuelas…”, indicó.
Sawin consideró que el virus ha demostrado que si se espera hasta ver el impacto, es demasiado tarde para detenerlo.
“Si bien la enfermedad se desarrolla más rápidamente que los efectos del calentamiento global, el principio es el mismo: si espera hasta que pueda ver el impacto, será demasiado tarde para detenerlo”, agregó.
Por su parte, Gernot Wagner, economista climático de la Universidad de Nueva York y coautor de Climate Shock, consideró que el COVID-19 es "el clima en la velocidad de deformación (...); en el clima todo son décadas, aquí son días; el clima es siglos, aquí son semanas".
“Estamos viendo a nuestros líderes políticos aprender lecciones en vivo por televisión, en cuestión de días; es una curva de aprendizaje que nunca habíamos visto con nada. Ahora, los políticos que han captado el poder aterrador de aumentar el crecimiento deben aplicar esa nueva comprensión al clima”, afirmó.
El clima en la velocidad de deformación (...); en el clima todo son décadas, aquí son días; el clima es siglos, aquí son semanas
Agregó que al igual que con el coronavirus, las políticas climáticas deben presionar a todos a prestar atención a los costos que sus acciones, ya sea la exposición a enfermedades o las emisiones de carbono, imponen a otros.
Otro paralelismo entre las dos crisis es que podríamos haberlas evitado, destacó Michele Wucker, autora de “El rinoceronte gris: Cómo reconocer y actuar sobre los peligros obvios que ignoramos”.
“Tanto la propagación viral como el cambio climático son rinocerontes grises; son dos toneladas que vienen hacia ti y la mayoría de las veces lo minimizamos o lo descuidamos. Extrañamos lo obvio”, comenta Wucker, quien agrega que hay “razones políticas, estructurales y psicológicas para la inacción”.
En el caso de COVID-19, mientras algunos han tratado de negar su gravedad, la gente y los gobiernos han sido mucho más rápidos en apreciar su peligro. En parte, “puede deberse a que instintivamente tenemos más miedo a las enfermedades que a las amenazas climáticas que muchas personas luchan por imaginar”, dijo Sawin.