Sydney.- Luego de los incendios forestales que afectaron desde el año pasado a Australia, investigadores de esa nación diseñan el primer satélite que busca predecir dónde es probable que comiencen y cuáles serán difíciles de contener.
Investigadores de la Universidad Nacional de Australia (ANU) liderarán el desarrollo del nuevo satélite que medirá con precisión la carga de combustible forestal y los niveles de humedad de la vegetación.
“La tecnología se ajustará específicamente para detectar cambios en plantas y árboles australianos como los eucaliptos, que son altamente inflamables”, señalaron.
Indicaron que el satélite del tamaño de una caja de zapatos será diseñado, desarrollado y construido en el campus de ANU, a través del Institute for Space (InSpace), que otorgó un millón de dólares para construir un sistema óptico que pueda detectar los cambios en el terreno a través de detectores infrarrojos a bordo del satélite.
De acuerdo con un reporte en su sitio web, la institución refirió que el equipo de ANU se asociará con otros investigadores, así como con el sector privado para completar el proyecto.
"Con esta misión, recibiremos imágenes infrarrojas de alta resolución y datos de las condiciones del combustible que ayudarán a los bomberos en el terreno", aseguró Marta Yebra, especialista de la Escuela de Medio Ambiente y Sociedad Fenner y la Escuela de Investigación Aeroespacial, Mecánica e Ingeniería Ambiental en ANU.
"Esta tecnología y datos infrarrojos, que actualmente no están disponibles, ayudarán a atacar las quemaduras controladas que pueden reducir la frecuencia y la gravedad de los incendios forestales, así como sus impactos a largo plazo en las personas, la economía y el medio ambiente de Australia”, refirió.
Australia fue afectada por cientos de incendios desde septiembre pasado, en una temporada inusualmente prolongada que concluyó en febrero y fue alimentada por tres años de sequía, que los expertos atribuyeron al cambio climático.
Los incendios arrasaron casi 12 millones de hectáreas de matorrales secos, y causaron la muerte de al menos 33 personas, así como un estimado de mil millones de animales nativos.