Oxnard.- Este entorno de 630 hectáreas, con playas, dunas y humedales, además de acoger a una variopinta fauna silvestre es hogar de unas 200 mil personas, el 73 por ciento de las cuales son latinas, según la Oficina del Censo de EE.UU., y que mayormente pertenecen a etnias indígenas.
"Nuestra gente por generaciones ha entendido la importancia de la naturaleza, la importancia de nuestra madre Tierra", con la que tienen "una conexión única", dijo Ocil Herrejón, de 25 años y organizadora comunitaria de la Alianza de la Costa Central Unida por una Economía Sustentable (Cause, por sus siglas en inglés).
La activista señala que suele recibir consejos de los trabajadores del campo local, en su mayoría mexicanos que pertenecen a etnias como Nahuatl, Mixtecas, Purépechas o Zapotecas, y que trabajan en la siembra y cosecha en cultivos de Oxnard.
En los 3.2 kilómetros de playa que se extienden en Ormond Beach, entre la Base Naval Point Mugu y el puerto Hueneme, son muy pocos los que se meten en sus aguas, más allá de algunos "surfers".
"Porque tienen que pasar por plantas eléctricas, residuos tóxicos, plantas de reciclaje. La gente no se siente segura viniendo aquí y no quiere traer sus familias", explicó Herrejón.
En este enclave, donde se han contabilizado hasta unos 200 tipos de aves, entre ellos el pato migratorio ánade real ("Anas platyrhynchos"), hay también una planta eléctrica abandonada y una fábrica de reciclaje de metales, las "principales fuentes de contaminación", como dijo Miguel Ramos, coordinador comunitario de la organización Nature Conservancy.
Ramos señaló que en Ormond Beach hay una alta concentración de "metales y sales residuales", razón por la que los niveles de acidez y alcalinidad (pH) es anormal, y además se han encontrado residuos tóxicos en "los acuíferos subterráneos" producto de la basura industrial.
Documentos de esta organización ecologista dejan constancia de que en terrenos y aguas subterráneas "hay concentraciones de amoníaco, aceites desechados de maquinarias y disolventes", entre otros tóxicos, agregó Ramos.
Activistas y gobierno local buscan que "Ormond sea por siempre un área natural y limpia", como dijo Carmen Ramírez, concejal municipal de Oxnard, que ejerce también de vicealcaldesa de la localidad, tras reconocer la difícil realidad medioambiental del área.
Junto a la también concejal municipal Vianey López, buscan dialogar con todos los actores participantes para remover los contaminantes de Ormond, y en esa lucha quieren contar con el apoyo de los campesinos.
"Buscamos que los campesinos mexicanos se integren a proyectos de restauración y conservación, porque la playa también es de ellos", dijo Ramírez.
Los planes pasan por la creación de vías de acceso a Ormond Beach, que facilitará que las personas disfruten de sus playas, además de educar a los residentes y visitantes para que respeten el entorno natural y silvestre de este tramo de la costa californiana.
Aquí se han ubicado unas 25 especies aviares en peligro de extinción, como el Chorlitejo patinegro oriental ("Charadrius alexandrinus"), la Golondrina de mar ("Sterna antillarum") y el Alcón peregrino americano ("Falco peregrinus").
"Es importante (...) regresar esta playa, a los humedales, a su manera natural en que estaba, para que nuestras familias puedan venir aquí los fines de semana", dijo la activista de Cause, quien además abogó porque se mueva a "toda esta industria que está aquí" porque la gente no se siente segura.
Por su parte, Víctor Cortez, 19 años y también organizador comunitario de Cause, dijo que "los campesinos tienen muchas conexiones con la naturaleza, ellos pasan la mayoría de su tiempo en el campo, ellos ven la tierra y sienten que tiene alma".
Los trabajadores del agro, agregó, "sienten que esta playa tiene un alma, pero hay muchas industrias que están eliminando esa alma"