La Amazonia, una de las regiones más importantes para la conservación de nuestra naturaleza, se está acercando al denominado ‘punto de no retorno’, en el que el bosque tropical pasaría a convertirse en una sabana. Con el objetivo de buscar soluciones, líderes de diferentes gobiernos y organizaciones se reúnen, en Leticia, durante el evento ‘Camino a la Cumbre Amazónica’, el cual servirá como antesala al encuentro presidencial de la cuenca, en agosto, en Brasil.
Enfocar nuestros esfuerzos en la Amazonia nunca había sido tan urgente. En un escenario global de múltiples crisis, esta región juega un rol fundamental para mantener el equilibrio planetario. Hablamos no solo de una de nuestras mayores reservas de carbono, sino de un ecosistema clave para estabilizar y regular los patrones climáticos regionales y globales.
La conservación y gestión sostenible del bioma, mediante áreas protegidas, entre otras estrategias, es vital para ayudar a las comunidades y a la naturaleza a adaptarse al cambio climático, manteniendo o aumentando la salud de los ecosistemas, su integridad y la conexión entre ellos, así como para la mitigación de los impactos de eventos climáticos extremos y para la garantía de servicios ecosistémicos, como agua potable y alimentos.
No obstante, la Amazonia, este bastión para el bienestar de la Tierra, está en riesgo. De acuerdo con el Informe Amazonia Viva 2022, elaborado por WWF, el 18% de los bosques amazónicos se ha perdido por completo y un 17% adicional está degradado. La pérdida de cobertura forestal sigue creciendo y el deterioro del Amazonas está llevándolo al denominado ‘punto de no retorno’ (tipping point, en inglés): el momento en el cual todo el ecosistema dejaría de ser una selva tropical para convertirse en una árida sabana. De no actuar ahora, los objetivos climáticos y de biodiversidad globales quedarían fuera de alcance.
El Informe muestra que la pérdida de este bioma afectaría el sustento de alrededor de 47 millones de personas que viven en la Amazonia, incluyendo a 511 grupos de pueblos indígenas y al 10% de la biodiversidad del planeta, agravando las crisis mundiales del clima y la naturaleza. Además, el deterioro del Amazonas pone en jaque la seguridad alimentaria y haría imposible mantener el aumento de temperatura del planeta por debajo de 1.5°C (meta establecida en el Acuerdo de París), ya que este bosque almacena entre 367 y 733 Gt de CO2 en su vegetación y sus suelos.
Al mismo tiempo, el carbono almacenado durante siglos en la Amazonia también se está liberando a un ritmo acelerado, debido a la deforestación, los incendios y las actividades productivas no sostenibles. A pesar de las severas advertencias de que esta región se enfrenta al punto de no retorno, la deforestación se está acelerando en lugar de disminuir.
Revertir esta tendencia y proteger el 80% del bosque tropical requerirá asegurar y ampliar las áreas protegidas y los territorios indígenas protegidos, que actualmente representan la mitad del bioma y los cuales deben ser gobernados y gestionados de manera equitativa, junto con enfoques integrados de gestión del paisaje para la conservación y el desarrollo sostenible.
Las amenazas a la Amazonia deben detenerse a través de medidas urgentes, como proteger el 80% de la selva tropical para 2025 (80x25). En el caso de Colombia, en la región amazónica del país existen 7 Parques Nacionales, dos Reservas Naturales, además del Santuario de Flora y Fauna Isla de la Corota y el sitio Ramsar La Cocha, ambos localizados en el Departamento de Nariño. Es necesario seguir ampliando tanto el número de estas áreas como su extensión.
Adicionalmente, es necesario actuar decididamente para detener la deforestación ilegal, incluyendo una ambiciosa estrategia de integración de políticas regionales que fortalezca la agenda normativa y los incentivos financieros en materia de importaciones cero deforestación, conservación, escalamiento de la bioeconomía, gestión forestal sostenible y control de minería ilegal.
Entre el 6 y el 8 de julio, representantes de los gobiernos y de distintas organizaciones se reunirán en Leticia (Colombia) en el evento ‘Camino a la Cumbre Amazónica’, que servirá como preámbulo de la Cumbre de Presidentes de la Amazonia, que tendrá lugar el 8 al 9 de agosto, en la ciudad de Belén do Pará (Brasil).
En la Cumbre, los presidentes de los nueve países que comparten la cuenca se reunirán para buscar soluciones a los problemas que enfrenta este ecosistema. Entre los objetivos políticos de alto nivel se espera: una extensión de las áreas protegidas en todos los países de la cuenca (una meta establecida en el Nuevo Marco Global Kunming – Montreal de la Diversidad Biológica, firmado a finales de 2022) y el fortalecimiento de alianzas y medios de implementación para detener la deforestación a 2030, compromiso vital para el cumplimiento del Acuerdo de París.
Contar con el liderazgo de los gobiernos de los países amazónicos, a través de compromisos firmes y efectivos en la Cumbre Amazónica, es clave para cambiar la trayectoria actual de la región.
Los gobiernos amazónicos deben avanzar en compromisos para detener la deforestación, la minería ilegal de oro y el uso de mercurio, y en conservar el 80% de la región. Desde WWF instamos para que a 2030:
1. Cero deforestación: La Amazonía está experimentando deforestación debido principalmente a la expansión agrícola y ganadera insostenible o ilegal.
Meta: para 2030, las cadenas de suministro de productos básicos de exportación y para mercados internos tendrán cero deforestación y conversión asociadas, se aumentará la ganadería y la agricultura regenerativas, se ampliará la bioeconomía y se eliminará la deforestación ilegal.
2. No más oro ilegal: la producción ilegal de oro está impulsando la deforestación, la contaminación de los ríos con mercurio y la erosión del suelo en la Amazonía. El uso de mercurio amenaza la salud y el bienestar de las personas y la biodiversidad.
Meta: para 2030, la producción ilegal de oro y el uso de mercurio se habrán eliminado.
3. Conservar el 80%: la Iniciativa “Amazonia para la Vida”, Resolución 129 de la UICN, llama a la conservación del 80% de la Amazonía para evitar el punto de inflexión. Considerando que alrededor del 17% de los bosques amazónicos se han perdido, y que alrededor del 50% de la Amazonía se gestiona o conserva actualmente en áreas protegidas y territorios indígenas legalmente designados, es esencial cubrir la brecha del 30% a través de territorios gestionados de manera eficaz y sostenible, paisajes y cuencas.
Meta: para 2030, el 80% de los bosques, los humedales y los ríos de la Amazonia se conservan y gestionan de manera efectiva, especialmente mediante el fortalecimiento de la seguridad territorial de los Pueblos Indígenas como una estrategia clave para la conservación, y mediante la conectividad entre paisajes y cuencas críticos.
Los encuentros de Leticia y Belén son una oportunidad inmejorable para que los gobiernos, organizaciones y tomadores de decisiones se pongan de acuerdo sobre la urgencia de seguir generando mecanismos para proteger la Amazonia.
Estamos a tiempo de tomar medidas que nos ayuden a seguir reconstruyendo nuestra relación con la naturaleza. No podemos darnos el lujo de perder la batalla contra la degradación del bioma amazónico. La deforestación no es un hecho inevitable: la evidencia muestra que, si tomamos acciones efectivas y escalables dirigidas por la voluntad política, es posible revertir la tendencia de degradación del ecosistema. Pero estas estrategias deben ponerse en marcha ahora. El mundo debe unirse para adoptar un Plan Estratégico de Emergencia para la Amazonia.