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El proyecto de saneamiento del Canal Nacional contempla la remoción de animales exóticos

El proyecto de saneamiento del Canal Nacional contempla la remoción de animales exóticos

El Canal Nacional está contaminado, “hablando propiamente del agua”, pero también el entorno en que se encuentra –antes de la restauración, porque el Proyecto va muy avanzado– pues es muy propicio para las especies nocivas, invasivas y no nativas (de México muchas de ellas, no nativas de América Latina), “que habitan los ecosistemas junto con nosotros”.

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Investigador de la UAM
UAM

México.- La doctora Claudia Muñoz García, investigadora del Departamento de Producción Agrícola y Animal, y el médico veterinario zootecnista Pablo Miguel Gómez Iriarte, quien cursa la Maestría en Ciencias Agropecuarias de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), estudian patógenos en roedores invasivos del Canal Nacional de la Ciudad de México, ante el peligro que significan para la salud humana y de la fauna de la zona, dada su capacidad de transferir enfermedades.

En entrevista explicaron que se trata de un importante camino prehispánico y único cuerpo de agua no entubado de la capital del país que en tiempos pasados era conocido como Huey Apantli, Gran Acequia, representando una vía de transporte para personas y productos agrícolas entre el sur (Xochimilco y Tláhuac) y el centro del valle de México (Tenochtitlán).

Actualmente se realizan acciones para rescatarlo mediante el Proyecto integral y ejecución de obra de saneamiento del Canal Nacional, que busca transformarlo en un parque lineal con tecnologías sustentables y parte de la renovación incluye la captura y remoción de animales exóticos e invasivos, como los roedores sinantrópicos, que son organismos capaces de adaptarse a un ambiente modificado por la actividad de la gente, en particular las urbes.

“El objetivo es restaurarlo para que pueda transitarse de manera recreativa conviviendo con la naturaleza, pero también en un entorno seguro y agradable” señaló la académica, experta en la parasitología, con énfasis en las enfermedades que algunas especies pueden pasar a los humanos.

En la capital se han reportado tres roedores sinantrópicos e invasivos: la rata noruega (Rattus norvegicus), la rata negra (Rattus rattus) y el ratón doméstico (Mus musculus), cuya presencia entraña el riesgo de propagación de patógenos.

Diversos estudios los han identificado como hospedadores y/o reservorios de una amplia gama de agentes infecciosos bacterianos, virales y parasitarios y existen numerosas referencias de su potencial zoonótico y transmisibilidad hacia los animales domésticos, ya que albergan las pulgas Xenopsylla cheopis y Hoplopleura pacifica, que pueden contagiar gérmenes de relevancia médica, entre ellos, de los géneros Bartonella, Rickettsia, Yersinia, causantes de bartonelosis, fiebre manchada y peste bubónica. A pesar del peligro que implican, en México son pocas las investigaciones sobre sus poblaciones y los agentes que albergan.

El Canal Nacional está contaminado, “hablando propiamente del agua”, pero también el entorno en que se encuentra –antes de la restauración, porque el Proyecto va muy avanzado– pues es muy propicio para las especies nocivas, invasivas y no nativas (de México muchas de ellas, no nativas de América Latina), “que habitan los ecosistemas junto con nosotros”.

Las ratas negra y gris, el ratón común y los gatos, perros e incluso la cotorra argentina, que también es invasora, se adaptan muy bien al hábitat urbano, “gracias a que les proveemos alimento de fácil acceso, refugios o zonas con acumulación de basura o desperdicios alrededor, generándose sitios propicios para reproducirse sin control”.

La problemática principal es que cuando llegan pueden acarrear padecimientos, convirtiéndose así en un asunto de salud pública, porque sus excretas, orinas y artrópodos tienen virus, bacterias y parásitos que si se transmiten a los humanos ocasionan situaciones tan severas como aquellas que han quedado documentadas en la historia; tal es el caso de la peste negra y, aun cuando ya no se producen las epidemias de aquellos años, “no se descarta que pueda volver a ocurrir si brindamos las condiciones necesarias”.

Otra amenaza es la bacteria Leptospira, “que es eliminada a través de la orina de estos roedores y que infecta agua y alimentos, y que nosotros, al ingerir esos comestibles o nadar podríamos contraer; la cuestión es que no estamos tan conscientes de que estos animales también están poblando espacios abiertos y que podemos adquirir esos males al transitar por ellos”.

La Leptospira representa un riesgo, sobre todo cuando hay presencia de humedad, pero hay otras que son casi igual de dañinas, aunque no han sido estudiadas y, por tanto, no hay información sobre cómo prevenirlas, entre ellas las provenientes de vectores/artrópodos: pulga, garrapata y ácaro que, junto con el piojo, propagan la bacteria denominada Bartonella, la cual podría ser emitida por ratas, como ha ocurrido en otras regiones.

“Lo que queremos es buscarla en roedores y si la encontramos decir si podemos tener riesgo, si deberíamos estar generando programas de concientización y orientar a los tomadores de decisiones o personal de salud sobre su existencia”.

Gómez Iriarte señaló que la gente, al convivir en los parques o en sitios como el Canal Nacional, puede contaminarse con bacterias o huevos de parásitos, además de la posibilidad de que las mascotas que se llevan a pasear desarrollen padecimientos.

“Cuando la rata orina, principalmente en temporada de lluvias, se queda la micción; si el perro toma agua de ahí, se infecta y nos contagia, pues se trata de una cadena en la que el roedor tiene un papel muy significativo como hospedador definitivo, intermediario o reservorio de muchísimos patógenos”; resulta viable que la Leptospira provoque problemas en riñones e hígado, aun cuando la gravedad depende del estado inmunitario de la persona: si se encuentra sana, por lo general no padecerá sintomatología fuerte.

Hay muchas maneras “en que nuestro perro nos puede transmitir enfermedades y esto se debe a malas prácticas de higiene, como besarlos o no limpiar las áreas donde se les permite estar, incluidos la cama o el sofá en que dormimos”.

En el Proyecto –llevado a cabo con la asesoría de la doctora Muñoz García– “hemos capturado roedores sinantrópicos a lo largo del Canal y hasta el momento se han atrapado a 152 ejemplares (la mitad Rattus norvegicus y la otra mitad Mus musculus) con el fin de investigar en laboratorio los endoparásitos y las bacterias que hay en sus ectoparásitos.

El siguiente paso sería identificar cuáles de ellos son potencialmente zoonóticos, es decir, que pueden transmitirse a los humanos y, “una vez que identifiquemos los gérmenes, se determinará el riesgo que conlleva la presencia de estas especies para la población”.

El trabajo se enmarca en el plano de la salud pública y animal, dado que los roedores sinantrópicos conllevan una amenaza; “una vez que tengamos resultados vamos a poder concientizar o reportar con más eficiencia sobre los peligros, pues son millones los que hay en la Ciudad de México”.

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