"La política pública internacional tiene en sus manos la posibilidad de hacer los cambios necesarios en los objetivos económicos, retomar ideas sobre la armonía con la naturaleza y contribuir a la construcción de un sistema cultural más sustentable”, consideran las doctoras Aleida Azamar Alonso e Indra Morandín Ahuerma.
En el artículo "Sustentabilidad y cultura", incluido en el libro "Tendiendo puentes para una sustentabilidad integral", editado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), las investigadoras refieren que los esfuerzos particulares o grupales harán contribuciones significativas al avance social, sólo cuando el sistema cultural reconozca el conocimiento, la ética de la vida y los vínculos con su organización, estructura y función.
La diversidad cultural nos permite vislumbrar que existen muchas maneras de construir sociedades y que las cosmovisiones ancestrales tenían una mejor conexión con economías y organizaciones comunitarias que les permitieron sobrevivir durante miles de años”.
La doctora Azamar Alonso, profesora del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco de la Casa abierta al tiempo, y Morandín Ahuerma, doctora en ciencias por el Instituto de Ecología (Inecol), sostienen que los resultados objetivos y medibles de la degradación ambiental obligan a buscar una interpretación más aguda del papel de las personas e instituciones en la construcción social que hace ineludible retomar el debate y cuestionar los principios que requieren los empeños.
Sobre todo en una sociedad del Siglo XXI que se encuentra ante una convergencia de crisis económica, social, ambiental, política y ética, que puede percibirse en los ámbitos global, regional y local.
Las especialistas examinan el valor de los diversos sistemas culturales humanos por constituir semilleros de experiencias sustentables y proponen el fortalecimiento de las culturas y las economías locales para caminar hacia el establecimiento de subsistemas culturales –social, político, científico, religioso y artístico– que se articulen con mayor coherencia con los procesos ecosistémicos de su entorno.
Debido a una situación ambiental alarmante derivada del modelo centrado en el crecimiento económico que causa mayor desigualdad, se trata de superar divisionismos por posturas ideológicas, entender el desarrollo como progreso para una sociedad más evolucionada y en consonancia con las leyes naturales.
No es una apología de la pobreza, sino la defensa de una vida sencilla, más armónica entre los seres humanos y la naturaleza que los alberga y les da hogar”, consideran.
En su artículo Azamar Alonso y Morandín Ahuerma proponen fortalecer las culturas y las economías locales del bienestar humano en los espacios donde conviven diferentes grupos y realizan una breve recopilación de los elementos y consideraciones que dieron pie al concepto de desarrollo sostenible como parte de la agenda política de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la protección ambiental.
De igual manera, discuten algunas de las críticas académicas sobre la conceptualización de la sostenibilidad y la dificultad para su aplicación a nivel práctico, y abordan la importancia de la colectividad y las implicaciones de las diferencias que existen en el mundo para afrontar los problemas socioambientales derivados de la actividad productiva.
También recuperan la relevancia de establecer paradigmas colectivos que busquen el equilibrio con el entorno, tratando de dejar atrás la unidimensionalidad del interés economicista, y describen en forma amplia la relevancia del bienestar humano y ambiental para encaminarse a una sociedad más sustentable.