La Unión Europea ha confiado en medidas que requieren la transformación de las ciudades en cuanto a movilidad y transporte que increpan con la realidad que se vive y ponen en relieve si alcanzarán los objetivos que establece a un plazo primero para 2030 y posteriormente para 2050.
El mayor reto será alcanzar la infraestructura que se requiere para el abastecimiento eléctrico y de energía alterna asequible en todos los rincones de los países que se han suscrito al pacto, incluidas las zonas rurales que en todo el mundo no han podido mejorar sus condiciones de movilidad.
Además de las mejoras en las condiciones de los sistemas de drenaje que hasta hoy no dan abasto a las severas inundaciones provocadas por las intensas precipitaciones, afectaciones atribuidas también al cambio climático.
Europa lleva ya una amplia experiencia en el desarrollo de su infraestructura de estaciones de recarga eléctrica pero qué tan preparada está dicha tecnología para operar en condiciones extremas como una inundación.
Hasta ahora el transporte privado en Europa ha aceptado la transición hacia la movilidad eléctrica con los objetivos claros de tener un medio eficiente, lo mismo el transporte público de pasajeros.
Un transporte eléctrico puede tener un mejor control en el gasto de costo operación combustible porque es menos susceptible al robo de gasolina o diesel por un operador.
Esto ha permitido la aceptación de los transportes sostenibles que en realidad se estiman en un futuro cercano.
Pero en las industrias persiste el que se impulse mejor el uso de fuentes alimentadas por hidrógeno, tal como lo ha solicitado la Federación de la Industria Alemania (BDI) de este país en vez de la electromovilidad.
El transporte sostenible tiene muchos retos y debe encontrar la mejor alternativa para la operación real y que sea un modelo de réplica en el planeta que cumpla con las agendas y acuerdos mundiales que piden los retos medioambientales y de bienestar social.
El Pacto Verde es un ambicioso proyecto que se enfrentará al cumplimiento de ofrecer las condiciones para las exigencias que se plantean a las formas de movilidad.
Este plan que estima reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero en un 50 por ciento para 2050 es un logro para el planeta y la lucha climática, pero debe estar asegurado con financiamiento clave.
Por otra parte fomenta la regulación en los reglamentos de tránsito, pues estima sancionar al conductor que contamine en carretera, y establece que el sujeto está encomendado a un derecho de emisión.
Otro de sus puntos coincide con las medidas que se han replicado en el mundo para acceder a mejores tecnologías de movilidad, como fomentar el incremento de parque vehicular de bajas emisiones y proyectos de renovación hacia nuevas tecnologías.
En materia de transporte aéreo y marítimo también contiene una estrategia para lograr la sustentabilidad ambiental.
Para la aviación estima un derecho de emisión de carbono y que los aviones usen una mezcla de combustible verde. En tanto que para el marítimo se ha decidido ampliar la tarifa de carbono y asegurar que los barcos sean cargados de electricidad en tierra.