2025 es un año decisivo para la acción climática mundial; América Latina, el Caribe y otras regiones del mundo se encuentran en un momento crítico de adaptación a las condiciones climáticas extremas que amenazan la vida en la Tierra.
Para mitigar estos efectos, cada cinco años los países firmantes del Acuerdo de París deben entregar sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs por sus siglas en inglés), es decir, deben actualizar sus metas climáticas que marcarán el rumbo de las agendas gubernamentales.
Ante esto, Climate Reality América Latina afirma que es imprescindible la transformación profunda y acelerada en la manera en la que producimos, consumimos e interactuamos con el planeta.
Las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) son el centro del Acuerdo de París, constituyen los esfuerzos y objetivos nacionales para reducir emisiones, adaptarse al cambio climático y, al mismo tiempo, asegurar políticas climáticas justas que protejan a la ciudadanía y puntualicen las responsabilidades que cada país debe emitir.
En este sentido, los objetivos que se establezcan en 2025 definirán el futuro del mundo, cómo se verán nuestras ciudades, bosques y ecosistemas, si las poblaciones tendrán acceso al agua y alimentos, la magnitud y dirección de las migraciones masivas, entre otros.
Lugares como el Amazonas, el Caribe, los Páramos argentinos y chilenos, la Patagonia, Mata Atlántica, el Corredor biológico mesoamericano, manglares, la corriente de Humboldt o el Gran Chaco, mitigan los eventos climáticos extremos, regulan el clima, absorben y almacenan grandes cantidades de emisiones de carbono. Sin embargo, el sector agrícola sufre los impactos del calentamiento global como la degradación del suelo, reducción de los cultivos, proliferación de malas hierbas y pestes: América Latina tiene el 28 % de las reservas de tierra cultivable más grandes del mundo, actualmente, la agricultura aporta entre el 5 y 18 % del PIB regional y para 2050 se espera que la demanda de alimentos aumente 60 %, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Tan sólo en 2022 los subsidios a los combustibles aumentaron 1.3 billones de dólares a nivel mundial, es decir, más del doble respecto al 2020, varios países continúan con inversiones de grandes sumas de dinero a la industria de los combustibles fósiles. Estos fondos podrían destinarse a favor del medio ambiente, como promover opciones de energía barata, limpia y renovable, inversiones en atención médica o educación.
Ante el escenario climático actual, continuar con la inversión para reducir artificialmente el costo del carbón, petróleo y gas natural sólo aumentará las ganancias de las grandes petroleras a expensas de la salud, ecosistemas y medios de vida en todo el mundo. Las metas planteadas en las NDCs impactarán significativamente en nuestras comunidades, en el futuro de los ecosistemas en corto y mediano plazo.
Las ventajas competitivas de la región para aportar soluciones al cambio climático y adaptarse a sus efectos deben materializarse en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas. En noviembre se llevará a cabo en Brasil la Cumbre anual del G20, lo que representa un momento decisivo para impulsar la ambición de las NDCs de los 20 países que significan el 80 % de las emisiones globales. Durante este encuentro, se promoverá el diálogo de alto nivel entre gobiernos, instituciones financieras y organismos internacionales para catalizar la alineación con los objetivos establecidos en el Acuerdo de París.
Como humanidad nos encontramos en un punto de no retorno ante los efectos del cambio climático; es urgente el liderazgo climático de las naciones más ricas.La región tiene un gran potencial para maximizar la transición hacia fuentes limpias, su posición geográfica facilita la implementación de energía eólica, solar, geotérmica, hidroeléctrica y oceánica. Para 2030, la región podría ver un aumento de su capacidad eólica y solar de 460 % de acuerdo con Global Energy Monitor.
Países como Argentina, Brasil y México, han terminado con el financiamiento público internacional para la industria del carbón, han incrementado sus subsidios a las energías renovables, se han comprometido a la meta de reducción de emisiones al 30 % para 2030, y han demostrado su apoyo a las reformas necesarias a los bancos multilaterales de desarrollo para aumentar el financiamiento climático y atender las deudas producidas por sus efectos.
De estos países, sólo Argentina y Brasil tienen una meta para alcanzar la carbono neutralidad al 2050. No obstante, ninguno de los tres tiene compromisos para dejar de lado el carbón, gas o petróleo para 2030; no han eliminado el financiamiento público internacional para el gas y petróleo; no se han comprometido a terminar con los subsidios a los combustibles fósiles: ni tienen metas de reducción de emisiones consistentes con la meta del Acuerdo de París.
Como parte de los esfuerzos para incrementar las metas planteadas en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, The Climate Reality Project América Latina lanzó la campaña "Nuestro Desafío Común", cuyo objetivo es movilizar a los líderes de América Latina y a la población, a través de capacitaciones y materiales informativos para que las personas de la región participen activamente en las consultas públicas y en la actualización de las NDCs.
Del 1 al 27 de agosto, Climate Reality en conjunto con organizaciones expertas en materia ambiental, brindarán capacitaciones en línea para informar sobre la importancia de las NDCs y cómo el compromiso de los gobiernos y líderes es clave para mitigar los efectos del cambio climático.