Todo cambió para la costa de Guerrero en unas cuantas horas. El pronóstico para Otis el pasado 22 de octubre era que se trataba de una tormenta tropical, sin alguna característica que pudiera anunciar su rápida intensificación. Todavía el martes por la mañana se mantenía la misma predicción, pero 12 horas después, cuando Otis tocó tierra en el puerto de Acapulco, se había convertido en un huracán de categoría 5, dejando a su paso cerca de 30 víctimas mortales y miles de damnificados en la zona.
“Es un fenómeno meteorológico único”. Así lo asegura Benjamín Martínez López, investigador titular en el Departamento de Ciencias Atmosféricas en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC). “Es un huracán que cuando estaba en aguas no muy cálidas era tormenta tropical y se comenzó a intensificar, ganó bastante energía al desplazarse sobre aguas de un Pacífico ecuatorial muy cálido, alcanzando en muy pocas horas –entre 12 y 13– la categoría de huracán 5. Eso significó pasar de vientos del orden de 100 kilómetros por hora (kph) a otros por arriba de 260 kph”.
Se habla “de un incremento de aproximadamente 160 kilómetros por hora en tan sólo 12 horas, es algo que rompe todos los récords. Este huracán se constituye, hasta donde los registros lo indican, como el primero de categoría 5 que impacta las costas del Pacífico mexicano”.
De acuerdo con la Universidad de Colorado –en información difundida por el investigador Philip Klotzbach en sus redes sociales–, la tasa de intensificación de Otis es la más rápida que se ha registrado en el Pacífico norte desde que inició la era de los satélites –en 1966–, y rompió el récord de 120kph/12 horas que estableció Patricia en 2015.
“Es algo único esa intensificación”, argumenta Benjamín Martínez López. “La cantidad de energía almacenada frente a las costas de los estados mexicanos de Michoacán y Guerrero era bastante alta. Es un reservorio increíble que con toda seguridad contribuyó a esa aceleración, a la magnificación de este fenómeno. Realmente la velocidad con la cual pasó de tormenta tropical a huracán 5 es algo inédito.”
¿Podría repetirse?
Al preguntarle sobre qué pueden esperar los habitantes de la costa de Guerrero en los próximos años, el especialista en meteorología aplicada explica que aún es pronto para saber si lo que sucedió se repetirá, pero tampoco lo descarta.
“Todo apunta a que la temperatura del mar aumentará aún más, así que parece que sí. Al menos en los próximos años estamos en una tendencia al incremento. Podemos esperar que haya más olas de calor en los océanos, que se almacene más energía, y el ingrediente de las temperaturas muy altas está ahí, lo cual favorece la intensificación de los huracanes. Sobre todo los de categoría 3 y 4, que pasen a una mayor.”
Aunque: “El hecho de que se intensificara tanto lo presenta como un evento único, pues una golondrina no hace la primavera; hay que esperar si comienzan a aparecer el próximo año o dentro de dos, y cuando pasen varios años podríamos tener más certeza para decir: cuidado, porque podría llegar de manera más frecuente”.
¿Por qué falló el pronóstico?
Para Benjamín Martínez López es necesario definir por qué fallaron los pronósticos respecto a Otis. Sin ese dato una tragedia similar podría suceder nuevamente en el futuro sin una preparación adecuada.
“Algo importante de este huracán es que todos los sistemas de pronóstico fallaron, y hay que clarificar qué sucedió. Hacer todo lo humanamente posible para que no vuelva a pasar. El hecho de que todos fracasaran es relevante; si hubiera sucedido sólo en México hablaríamos de un error local, pero fallaron todos. Aquí el punto es encontrar la falla, ¿fue en las temperaturas del mar que se le tienen que dar al modelo? ¿O el defecto estuvo en la condición inicial que implica conocer el estado de la atmósfera?”, se pregunta el investigador.
“Todo eso tiene que ver con la información que se usa, y es una verdad que del lado del Pacífico se cuenta con menos información que del Atlántico. Eso tiene una explicación muy sencilla: a Estados Unidos lo que le interesa es pronosticar muy bien los huracanes del Atlántico y el mar Caribe, porque son los que le afectan. En cambio los del Pacífico nos dañan a nosotros. Fuera de una cuestión meramente científica de investigación, desde mi muy particular opinión los recursos se canalizan al Atlántico. En el Pacífico se debe tener el mismo monitoreo y más vuelos rutinarios cuando hay perturbaciones que se puedan intensificar. Todo eso cuesta dinero, y el gobierno mexicano debe incrementar su colaboración con el estadunidense, sobre todo considerando que los huracanes constituyen una amenaza a la seguridad nacional”.
* Especialista del ICAyCC