El principal responsable de este suceso es el fitoplancton, organismos pequeños capaces de realizar fotosíntesis que también son la base de la cadena alimenticia en los mares: Erik Coria Monter, del ICML
Científicos han detectado un cambio de color en el 56 % de la superficie de los océanos en las últimas dos décadas y para saber a qué se debe, han realizado mediciones y el análisis de datos a través de los satélites de observación de la Tierra.
Los resultados del estudio “Global climate-change trends detected in indicators of ocean ecology” (Tendencias globales del cambio climático detectadas en indicadores de ecología oceánica) fueron publicados en la revista Nature (https://www.nature.com/articles/s41586-023-06321-z) y una de las conclusiones apunta al cambio climático; no obstante, hay especialistas que aseguran que esto se debe a la variabilidad climática natural que ha ocurrido a lo largo de la historia del planeta.
Para obtener dichos resultados, un grupo de investigadores analizó una serie temporal de 20 años de datos, usando imágenes Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer, Espectrorradiómetro de Imágenes de Media Resolución, (MODIS, por sus siglas en inglés), que se encuentra a bordo del satélite Aqua de la NASA. Este instrumento permite detectar siete colores diferentes en lugar de sólo los tonos de la clorofila, información que les permitió observar que la tonalidad del océano estaba cambiando.
El color de los océanos se ha transformado a lo largo de los años debido a situaciones ópticas, físicas y biológicas, y se ha vuelto significativamente más verde, afirma Erik Coria Monter, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM. El principal responsable de este suceso es el fitoplancton, detalla, organismos pequeños capaces de realizar fotosíntesis que también son la base de la cadena alimenticia en los mares.
El experto agrega que lo que sí está claro es que el cambio de la temperatura oceánica afecta negativamente al fitoplancton, que se conoce como el verdadero pulmón del planeta.
“Se piensa que los inmensos árboles de los bosques o selvas producen más oxígeno que una serie de organismos microscópicos, pero es todo lo contrario; por ejemplo, el fitoplancton produce entre el 50 y 85 % del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera, puesto que la Tierra está cubierta por más de 70 % de agua, y esos millones de organismos se encuentran captando dióxido de carbono (CO2) y liberando oxígeno, entonces aunque sea algo sorprendente, hasta cierta parte del oxígeno que respiramos aquí en Ciudad de México proviene de los océanos”, ejemplifica.
Pero no sólo eso, el fitoplancton también representa la base de la cadena trófica de los océanos, y al verse afectado genera irremediablemente un cambio en todos los niveles de la dinámica alimentaria del mar, desde zooplancton hasta peces, arrecifes, etcétera.
“El Sol emite luz que posee diferentes longitudes de onda, mismas que atraviesan a la atmósfera y una parte de ellas incide en la superficie del agua marina; es en esta región iluminada donde podemos encontrar al fitoplancton. Estos organismos poseen pigmentos que absorben principalmente la luz azul de los rayos solares para realizar fotosíntesis –liberan oxígeno y absorben CO2–, y emiten la mayor parte de rayos verdes, dicha emisión de luz es la que produce el color verdoso y es proporcional a la cantidad de organismos que hay”, explica el especialista.
Entonces, refiere, dicho proceso de absorción y emisión de luz de las diferentes longitudes de onda que el Sol emite es precisamente lo que le da el color a los océanos. Por ejemplo, continúa, la radiación del color que el humano asimila como rojo, se absorbe en los primeros metros de la columna de agua, mientras la radiación azul violeta es la que penetra más al fondo de los océanos y es la que los humanos visualizamos como los colores azules de los océanos.
Aunque todavía faltan años para comprender los cambios de color en la superficie oceánica, actualmente los especialistas cuentan con herramientas avanzadas, que les permiten obtener información más certera.
Coria Monter explica que esas modificaciones pudieron haber pasado inadvertidos por el ojo humano, pero fueron observables gracias a que la tecnología empleada cuenta con mejor resolución y permite estudiar las fluctuaciones en su escala global.
¿La mano del humano en la transformación de tonalidad?
Como se ha mencionado, algunos expertos han relacionado las variaciones de tonalidad con el cambio climático antropogénico. En este sentido, el investigador puntualiza que lo que podría estar pasando es que el cambio de temperatura pudiera generar modificaciones en la densidad del agua y “se estarían formando diferentes capas como las de un café capuchino, entonces éstas serían un impedimento para el flujo de nutrientes a las otras capas que son más superficiales, dejando al fitoplancton sin la nutrición que requiere para que pueda realizar la fotosíntesis, alterando su composición, distribución y el espectro de luz solar reflejada”.
Para el académico, esas hipótesis aún son controversiales, ya que no hay información concluyente que defina si dichas transformaciones corresponden al cambio climático o a una serie de eventos cíclicos que ocurren de manera natural a lo largo de la historia de la Tierra.
A decir del universitario, para obtener una respuesta más certera sobre por qué se visualizan los océanos de otros colores a los que normalmente conocemos, lo más adecuado sería generar series de tiempo más largas, además de incluir monitoreo in situ.
“La UNAM cuenta con buques oceanográficos para poder realizar el monitoreo oceanográfico y determinar de manera concluyente si efectivamente son cambios debido a la intervención antropocéntrica en la dinámica terrestre”, puntualiza Erik Coria.
“Si bien el cambio de color en las regiones de los océanos más alejadas de los seres humanos es apenas perceptible, en las zonas costeras es más visible, ya que lamentablemente las desembocaduras de los ríos son lugares de descarga de agua sin tratar, la cual posee muchos contaminantes; lo anterior se traduce en el daño a las comunidades fitoplanctónicas, y, por último, en una proliferación de cierto grupo de algas que evidentemente puede teñir de color verde a los océanos, hecho que puede ser identificable por las personas”, finaliza.