Los bosques han sido desde siempre una importante fuente de vida, y entre sus diferentes tipos, los tropicales, mejor conocidos como selva húmeda o selva alta perennifolia, guardan una particular importancia ya que de sus corazones emergieron parte de las diferentes especies de animales y vegetales que conforman nuestra biodiversidad.
Los árboles son imprescindibles para el ser humano, porque esas masas arbóreas generan importantes volúmenes de oxígeno, además de ser fuente de plantas medicinales y alimenticias y aliados estratégicos para hacer frente al cambio climático.
Los bosques tropicales, conocidos también como selvas, son las comunidades vegetales más exuberantes de nuestro país, con árboles de 30 metros de altura o más y una gran diversidad de especies que conservan su follaje todo el año. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional Forestal, las selvas ocupan 30.3 millones de hectáreas, y representan el 21.87% de la superficie forestal nacional.
Sin embargo, como en muchas partes del mundo las selvas mexicanas han reducido sus superficies a consecuencia de la actividad humana. En 1999 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) establecieron el 26 de junio como Día Internacional de la Preservación de Bosques Tropicales con el fin de garantizar su protección mediante acciones sostenibles y armónicas con el medio ambiente.
Este año, Naciones Unidas destacó que los bosques, en general, contribuyen al beneficio de las generaciones presentes y futuras. Además, si sus recursos son bien aprovechados de manera sustentable, estaremos ayudando a erradicar la pobreza y contribuir con muchas de las metas planteadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Según datos expuestos en el documento Los bosques para la salud y el bienestar de los seres humanos, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en el mundo hay 820 millones de personas subalimentadas y más de dos mil millones de personas con carencia de micronutrientes.
Esto es distinto para los niños de 27 países de África que viven cerca de un bosque tropical, ya que cuentan con una diversidad alimentaria 25% mayor a los niños que no habitan cerca de uno.
Por otra parte, en China casi cinco mil de las más de 26 mil especies de plantas autóctonas se utilizan como fármacos; en tanto que en la India, las plantas de los bosques se utilizan comúnmente para tratar la mordedura de serpiente, el asma, la ictericia, la hidropesía, entre otros males, solo por mencionar algunas de las bondades que representa saber aprovechar las bondades de los bosques.
En México, existe una gran diversidad de vegetación medicinal que ha sido aprovechada principalmente por las culturas originarias. Podemos ejemplificar esto con solo una planta, la Insulina (Costus mexicanus Liebm), cuyas hojas se utilizan como suplemento en el tratamiento de la diabetes, además de que en años recientes se recomienda su consumo como diurético, antioxidante, antimicrobiano y anticancerígeno.
Con base en datos de la Secretaría de Salud, el 90% de la población mexicana ha optado por alguna de las 4,500 plantas medicinales de México por lo menos una vez en su vida, lo que revela el fuerte vínculo que guardan los pueblos originarios con sus recursos forestales.
Además, el bosque suele tener una importancia cultural insustituible para la salud espiritual y mental de las personas, de manera que las comunidades que viven cerca de zonas boscosas suelen asociar el bienestar del bosque con una mayor felicidad colectiva y comunitaria. En estas sociedades se ha detectado que la degradación de los bosques deriva en efectos negativos para la salud mental.
Es indiscutible que, aun cuando más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas y se prevé que aumentará a 68% para el año 2050, la salud de los habitantes del planeta seguirá ligada a la calidad de los bosques. Entonces, el cuidado y preservación de los ecosistemas forestales es indispensable si se quiere garantizar el bienestar y la salud de las próximas generaciones.