Los océanos producen la mitad de todo el oxígeno que respiramos, nos proporcionan alimentos, agua, medicinas, regulan el clima y la temperatura de la Tierra, gracias a ellos podemos seguir existiendo.
Sin embargo, la contaminación, el cambio climático y la sobreexplotación están afectando de forma alarmante a estos importantes ecosistemas. Estos efectos derivados de las acciones humanas han traído como consecuencia la elevación de la temperatura y el aumento de la acidificación de los océanos, que ponen en peligro la vida marina. Y de acuerdo con expertos, los arrecifes de coral serán las primeras víctimas.
Es por ello que desde 1992, en el Foro Global, evento paralelo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), en Río de Janeiro, se acordó que cada 8 de junio celebrar el Día Mundial de los Océanos con el objetivo de impulsar la participación de las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil de todos los países para concientizar a la población mundial acerca de la importancia de proteger a los océanos.
En todas las actividades que realizamos como individuos, podemos de manera indirecta proteger las aguas de los océanos como evitar tirar desechos de cualquier tipo y cambiar nuestros hábitos de consumo. A otros sectores les toca combatir la pesca ilegal, impulsar una pesca sostenible, hacer uso racional de manglares, tratar adecuadamente las aguas residuales y otros desechos, es decir, hacer una gestión cuidadosa del uso de nuestros recursos y responsable de los desechos.
Adoptar medidas es fundamental para frenar el cambio climático y lograr que los océanos que producen al menos el 50% del oxígeno de nuestro planeta y que absorben alrededor del 30% del dióxido de carbono, sigan siendo los aliados de la humanidad.