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El rechazo a los popotes de plástico protege la vida marina

El rechazo a los popotes de plástico protege la vida marina

La propuesta de dejar atrás el uso del popote encontró algunas resistencias, pero también apoyo de diversas organizaciones ambientalistas e incluso de empresas que retiraron el popote de sus empaques de bebidas o restaurantes.

Ilustra con nitidez el sufrimiento que podemos causar a la fauna marina la icónica imagen de una tortuga a la que se extrae un popote plástico de una narina sangrante. En distintas latitudes del planeta muchas conciencias despertaron para decir NO al popote, al conocer ese video que dio la vuelta al mundo.

Pronto surgiría el Día Internacional Sin Popote, impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), organismo que lanzó el 23 de febrero de 2017 en Bali, Indonesia, la campaña #MaresLimpios, con el fin de promover la eliminación, para 2022, de los productos plásticos que generan el 90% de la basura marina en los océanos del planeta, entre la que figuran los popotes que flotan en las aguas marinas o se dispersan en las playas.

El llamado del PNUMA a gobiernos, sector privado y ciudadanía buscaba disminuir de manera importante la fabricación y el consumo de los productos plásticos de un solo uso, como los popotes, pues en los últimos 50 años se había multiplicado 20 veces la producción mundial de plásticos y había generado 320 millones de toneladas en ese plazo.

Durante el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030) se prevé realizar acciones científicas para lograr el océano que se requiere, como reducir la contaminación marina que incluye plásticos como los popotes.

En 2018, la campaña Mares Limpios del PNUMA repercutió en México, donde se impulsó la campaña “Sin popote está bien”, que se popularizó y ganó terreno en el ánimo ciudadano para desterrar el nocivo y masivo uso del objeto absorbente con que se puede tomar cualquier bebida durante 5 o hasta 20 minutos, para después arrojarlo a la basura.

La propuesta de dejar atrás el uso del popote encontró algunas resistencias, pero también apoyo de diversas organizaciones ambientalistas e incluso de empresas que retiraron el popote de sus empaques de bebidas o restaurantes que lo dan sólo si lo pide el comensal.

La Asociación Nacional de Plásticos (ANIPAC) urgió a “fabricantes, autoridades y sociedad a asumir su compromiso y responsabilidad para el buen uso y manejo de los popotes, ya que prohibirlo o rechazarlo no es la solución al reto que se enfrenta en este rubro, sino que debe existir la regulación correcta y una mayor cultura ambiental.”

Raúl Mendoza, líder de ANIPAC, con 250 empresas del sector plastiquero, llamó a reducir el uso de popotes: “Si no lo necesitas, no lo utilices y no lo pidas, y si puedes desinfectar o lavar el material, puedes volver a usarlo”.

Sin embargo, tras los picos de la pandemia el uso del popote plástico tomó un segundo aire y sigue campante tras la contingencia sanitaria.

Prevalece el uso del popote plástico en los hábitos de muchos consumidores, auspiciado por una industria que si bien ha visto reducido el consumo de los popotes plásticos en 15%, no ha desarrollado popotes biodegradables que sustituyan a los primeros, aun cuando hay exitosos experimentos de pajillas ecológicas que gozan de aceptación pública.

Podemos imaginar que es posible evitar la llegada al mar de los popotes y otros utensilios de un solo uso, y por tanto salvar la vida de miles de animales marinos, pero es mejor actuar para que eso suceda en nuestra vida cotidiana y comunitaria y así evitamos dañar la biodiversidad de mares y océanos.

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