Las grandes superficies asfaltadas, el tráfico, la contaminación y la ausencia de zonas verdes hacen que las ciudades tengan una mala respuesta al calor del verano. El diseño urbano determina el microclima donde vivimos y, por tanto, modificarlo permite generar unas condiciones que nos permitan sobrellevar mejor las altas temperaturas.
Una herramienta para mejorar el confort térmico es el urbanismo bioclimático, que tiene en cuenta el sol y el viento para diseñar los espacios públicos de las ciudades como calles y plazas. Las estrategias bioclimáticas aúnan de forma integradas tres variables: viento, soleamiento y humedad.
En una gran ciudad, las medidas bioclimáticas en el diseño urbano deben incluir los siguientes elementos de cara a combatir el calor:
- Espacios en sombra en las horas centrales del día.
- Espacios que generen canales de viento para las brisas.
- Espacios con fuentes y láminas de agua.
- Espacios con arbolado caduco con alta evapotranspiración.
Adaptación al calor, pero también al frío
Más allá de las olas de calor del periodo estival del año 2022, con temperaturas récord, también tenemos que pensar en las situaciones frías de invierno. Es crucial diseñar estrategias flexibles.
En ciudades como Madrid, por ejemplo, hay más meses al año infracalentados que sobrecalentados, por lo que la búsqueda del soleamiento es imprescindible en calles y plazas en invierno, y de la sombra en verano. Por otro lado, la falta de confort térmico en las horas centrales del día debido a las altas temperaturas puede compensarse teniendo en cuenta el viento y la evapotranspiración.
A continuación recogemos las principales estrategias para conformar oasis bioclimáticos que mejoren las condiciones de verano en la ciudad.
1. Sombreamiento de las calles y plazas
Ante la situación de emergencia por altas temperaturas, los espacios públicos pueden diseñarse con elementos que ayuden a tener sombra, bien sea con arbolado o bien colocando elementos textiles en las calles.
Existe la oportunidad de sombrear los espacios públicos pergolados o lonas de textiles fotovoltaicos que suman a la sombra la posibilidad de generar energía solar fotovoltaica.
2. El viento en el diseño urbano
Para aprovechar el viento, el primer paso es conocer de dónde viene en verano en la ciudad. Ahora se disponen de mapas en tiempo real que ayudan a conocer las velocidades y direcciones de viento del lugar, y también se pueden solicitar los datos a las agencias meteorológicas.
En el mapa que precede a estas líneas podemos observar cómo en las afueras de Madrid la velocidad del viento es mayor que en el interior, casi el triple: de 3-4 km/h (colores azules) a 12-14 km/h (colores verdes). Las líneas de los vientos de verano del mapa anterior nos ayudan a establecer:
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Corredores de ventilación natural si las calles principales llevan la dirección del viento dominante.
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Árboles y arbustos caducos colocados en líneas paralelas a los vientos de verano para favorecer los canales de viento.
3. Incremento de la vegetación en la ciudad
El incremento de las zonas verdes es clave para mejorar las condiciones térmicas del verano en la ciudad. Es necesario buscar variedad entre el porte, la evapotranspiración, gracias a la gran cantidad de especies que ya estén aclimatadas en la ciudad.
En Madrid, por ejemplo, el ayuntamiento está revisando sus normas urbanísticas, ya que desde 1997 han aparecido importantes cambios y transformaciones que deben ser recogidas en el Plan General de Ordenación Urbana. Una de sus aportaciones es la configuración del concepto de factor verde:
El factor verde es un parámetro numérico destinado a la mejora de la sostenibilidad, de las condiciones de confort térmico y bioclimático y del medio ambiente urbano de la ciudad, en el que se considera la cantidad de vegetación a incorporar en la edificación y en el espacio libre de parcela.
Se está pensando ahora en el cálculo preciso de este indicador, donde entra en juego la presencia de vegetación en arbolado en calles, en fachadas, en azoteas y en el espacio público.
4. Permeabilidad del suelo
Se deberá evitar que las aceras y las calzadas sean prácticamente impermeables, con escorrentías cercanas al 90 %. El objetivo es maximizar la utilización de pavimentos permeables. En Madrid, por ejemplo, se tomarían como parámetros mínimos los establecidos por la Ordenanza de Gestión y Uso Eficiente del Agua en la Ciudad de Madrid.
Lo ideal es tener una parte de agua que se pueda infiltrar en el terreno. La composición de los materiales, la pendiente, la cuantía de la precipitación y la presencia de vegetación son factores que condicionan el factor final de escorrentía. Una propuesta es diseñar suelos de drenaje sostenible.
El objetivo es aumentar la permeabilidad de las calles, ya que favorece el amortiguamiento del calentamiento estival y permite aprovechar el agua de escorrentía para crear un microclima favorable y contribuir al crecimiento de la vegetación.
5. Color de los pavimentos urbanos
El color de los materiales superficiales es importante para la radiación solar difusa que se refleja en ellos, y condiciona el bienestar térmico de los viandantes. En general, siempre es recomendable pavimentar con colores claros las aceras e incluso las calzadas (ya existen asfaltos con una gran variedad de colores).
El objetivo es aumentar el albedo (colores claros) de las superficies horizontales, en aceras y calzadas, para mitigar el calentamiento superficial de las calles, y mejorar indirectamente las condiciones de confort estival.
Oasis térmicos en la ciudad
La estrategia de diseñar oasis térmicos urbanos tiene como meta generar un microclima propicio para el mayor número posible de días del año.
En estos espacios se combinarán todas las estrategias descritas: se instalarán estanques y fuentes y se colocará arbolado caduco alineado con la dirección del viento dominante en verano para crear canales de viento. Todo ello complementado por pavimentos de colores claros y suelos permeables en al menos un 75 % de suelo total.
El Banco Mundial estima que siete de cada diez personas vivirán en zonas urbanas en el 2050. La adaptación de las ciudades con estrategias bioclimáticas es fundamental frente a unos extremos meteorológicos cada vez más comunes debido al cambio climático.
Ester Higueras, Profesor Titular. Departamento de Urbanistica y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y Alicia Gómez Nieto, Profesora asociada de Urbanismo, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.