Ante la situación crítica en materia acuífera que se vive en México son necesarios programas integrales que atiendan con urgencia la crisis de las aguas subterráneas de las zonas centro y norte para garantizar la dotación de calidad a la población, planteó la doctora Carolina Massiel Medina Rivas, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el Foro de investigación Aguas Subterráneas, convocado por la Red de Investigación en Agua de la Casa abierta al tiempo, la profesora del Departamento de Economía de la sede Azcapotzalco indicó que en 1975 se contabilizaban 32 acuíferos sobrexplotados, que pasaron a 152 en 2020 y están localizados principalmente en el centro y norte del país.
Frente a la amenaza de contaminación que representa la actividad económica, la investigadora nacional dijo que es necesario implementar estrategias para salvaguardar el agua subterránea.
En el año 2015 la Comisión Nacional del Agua (Conagua) determinó la lista de los acuíferos con las condiciones más críticas de la nación, considerando el descenso del volumen de recarga, la extracción, la población que depende de la fuente de suministro y otros elementos socioambientales, recordó.
La especialista planteó una propuesta metodológica para la formulación de planes de manejo para aplicarlo en las zonas donde prevalecen problemáticas más severas que deben considerar el funcionamiento hidrodinámico del agua subterránea, las problemáticas con la cantidad del suministro y la gestión de los limitantes del líquido que se aloja en el subsuelo.
El Valle de Toluca tiene un acuífero con un mayor incremento de déficit, así como el de Texcoco y en ambos sitios esas tendencias continúan al alza, especificó Medina Rivas en su ponencia La situación de los acuíferos en México y la importancia de estrategias para su preservación.
En esos pozos la extracción es excesiva, lo que ha traído no sólo el agrietamiento del suelo, sino también problemas sociales por la falta del líquido, a lo que se suma la contaminación por la actividad industrial, además de los abatimientos de 54 metros en la zona central y de 30 metros en región de Lerma.
La calidad del agua también se incluye en el análisis de la sensibilidad del medio y el paso de los contaminantes para hacer un ordenamiento territorial. En ese aspecto “se realizó un inventario de la zona de los acuíferos para obtener la cartografía del peligro de contaminación”.
Otro elemento a tomar en cuenta es la gestión de ese tipo de recurso, “en el que se analizó la demanda de la población y las empresas; se estudiaron los roles y el funcionamiento de los sectores clave para ver su impacto en la implementación del plan de manejo, y finalmente se generó el diagnóstico social participativo sobre las problemáticas existentes en la zona del acuífero. Con esos elementos se precisaron las zonas críticas de acción”.
En el caso del valle de Toluca en la zona de alta prioridad estaba ubicado el sector industrial, el cual se interesó en participar en el programa, lo que permitió tener una herramienta de gestión práctica y operativa. Para atender la problemática central se activó el Comité Técnico de Aguas Subterráneas dada la carencia de un organismo rector.
El programa propuso restringir los derechos del bien y su transmisión, ubicó la necesidad de contar con un censo de los usuarios y efectuar un monitoreo de la extracción, información con la cual se formuló una estrategia de gestión integral de los acuíferos alineada con los criterios señalados para la priorización de acuíferos editado por la Conagua.
Medina Rivas señaló que 40 por ciento del recurso que se usa en México proviene de los acuíferos. En la zona central y norte del país ese porcentaje cambia y representa la principal fuente para el desarrollo socioeconómico de la región, que se caracteriza por contar con la menor disponibilidad a la par de tener la mayor concentración poblacional y reportar el mayor desarrollo económico del país.
El doctor Eric Morales Casique, investigador del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), expuso que el manejo integral del agua debe considerar el líquido superficial y subterráneo y además debe incluir los aspectos físicos, el ecosistema y factores social, económico y político.
De lo que se trata es de “gestionar el uso del recurso subterráneo centrado en evitar efectos adversos para la zona geográfica o bien para disminuir el ritmo de deterioro”, toda vez que el agua extraída es mayor que la recarga en los 653 acuíferos del país, de acuerdo con datos de Conagua.
El ingeniero Francisco Cafaggi Felix, subdirector de Servicios Ambientales del Servicio Geológico Mexicano, quien participó en la Mesa dos: Dinámica del agua subterránea, señaló que la entidad pública donde labora realiza mapas de riesgo de peligros por fenómenos naturales y en la cartografía sobre Yucatán ubicaron hundimientos de suelo, cenotes y cavernas, entre otros accidentes geográficos, como factores de peligro en la región.