Sólidas investigaciones científicas internacionales accesibles para todos comprueban que las crisis ambientales actuales que padece el planeta tienen un origen antropogénico, afirmó Julia Carabias Lillo, profesora de la Facultad de Ciencias (FC) y doctora honoris causa por la UNAM.
Las soluciones existen, pero hay que implementarlas desde todas las escalas y con todos los actores, superando una visión solamente biológica para integrar los aspectos económicos, políticos y sociales”, añadió.
La bióloga, integrante de El Colegio Nacional, manifestó que la emergencia sanitaria de la COVID-19 nos puso un freno y nos hizo reflexionar profundamente sobre nuestro tipo de desarrollo. Llevará muchos años volver a las condiciones económicas y sociales en que estábamos antes de la pandemia. “Y mal haremos si pretendemos salir de las crisis haciendo más de lo mismo”.
Sobre todas estas crisis, abundó, tenemos una ambiental que consiste en un tema estructural en donde los modelos de desarrollo que hemos seguido han roto los procesos de funcionamiento de muchos sistemas naturales. “Si las sociedades las generamos, nos toca resolverlas”.
“No solamente es un asunto de que estamos extrayendo mucho más de lo que estamos permitiendo su regeneración, un asunto de extractivismo, ni solo de contaminación, de estar echando al medio ambiente más de lo que puede absorber, sino que además estamos, a través de procesos productivos y de consumo, alterando la forma en cómo funcionan los sistemas naturales”, alertó.
Carabias Lillo ofreció la conferencia “La sustentabilidad ambiental: nuevos retos para el desarrollo” en el auditorio Narciso Bassols de la Facultad de Economía (FE). En el evento híbrido, el director de esa entidad, Eduardo Vega López, fungió como moderador.
Al proseguir con su ponencia, la especialista subrayó que tenemos una mala relación entre la sociedad y la naturaleza, pues atacamos cada vez más los diversos ecosistemas naturales.
Para protegernos contra las zoonosis, necesitamos nuevas precauciones como poner fin a la deforestación y preservar las áreas de conservación y las especies en peligro de extinción”, recomendó.
Advirtió que, de seguir el ritmo de destrucción antropogénica actual, para el año 2100 se pueden extinguir un millón de especies de animales y plantas.
Al referirse a las emisiones de gases de efecto invernadero en México, Carabias Lillo detalló que el transporte es el sector más grande y de mayor crecimiento, pero en la contaminación del aire también afectan el uso de petróleo y gas, la agricultura, la industria, las edificaciones y los residuos, como ocurre en otros países.
Respecto al agua, dijo que el 40 por ciento de la población mundial vive en condiciones de estrés hídrico, y recordó que en las próximas cinco décadas la población aumentará a tres mil millones de personas que demandarán este recurso, servicios y alimentos.
El cambio climático cambiará patrones de lluvias incrementando sequías e inundaciones, mientras que las tendencias actuales del uso del agua no permitirán atender este reto.
En México, acotó, se desperdicia de 40 a 60 por ciento del líquido en la agricultura, lo que equivale a casi cuatro veces el que se usa en abastecimiento público, debido a ineficiencia en la conducción.
Al referirse al impacto de la humanidad en el planeta, Carabias Lillo expuso que un cuarto de la superficie está radicalmente transformado; mientras que 50 por ciento de la población vive en áreas degradadas por erosión, salinización, compactación o contaminación, pérdida de fertilidad, sobrepastoreo o incidencia de incendios forestales.
Imperan modelos con un inadecuado manejo del agua y de producción de alimentos, además de una creciente sobreexplotación de recursos y deforestación, así como graves afecciones a los suelos, estimó.
“Necesitamos reunirnos desde la multidisciplina, con economistas y ponerles números a todos estos procesos; es fundamental entender que el patrimonio natural es la base del desarrollo”, concluyó.