¿Y si un día nos levantáramos de la cama y abriéramos la llave del baño o la cocina y no saliera ni una gota para lavarnos las manos, menos aún para bañarnos, para preparar los alimentos o lavar la ropa?
Desafortunadamente esa es una realidad para millones de personas en todo el mundo que habitan en muchas regiones con una atención médica sin los medios más elementales de control de enfermedades y de prevención de infecciones: agua potable, saneamiento y buena higiene.
La Organización de las Naciones Unidas para la Infancia y la Familia (Unicef) refiere que muchos hospitales no cuentan con el líquido vital para lavarse las manos, y los médicos atienden los partos de las mujeres que llegan a dar a luz, y ellas tampoco disponen de un baño mientras acuden a parir, y traen al mundo a un nuevo ser humano sin contar con agua ni jabón para su aseo esencial.
Tan sobrecogedora realidad llevó en 2015 al Instituto Internacional del Agua de Escocolmo (Stockholm International Water Institute) a proclamar la Semana Mundial del Agua, que este año se celebra del 23 de agosto al 1 de septiembre en todo el orbe, pero con una sede conmemorativa, el Stockholm City Conference Centre, donde expertos de todo el planeta deliberarán sobre el tema de 2022: "Ver lo invisible: el valor del agua".
Se pretende a lo largo de esa jornada reflexionar sobre los problemas de la falta de agua en el mundo, y se busca que los especialistas tengan un espacio para analizar y proponer soluciones a los desafíos hídricos más acuciantes del planeta: la falta de agua y su gran impacto en la producción de alimentos y de energía, además del cambio climático, la educación y la salud.
El agua es el elemento básico sin el cual no está garantizada la vida. Sin embargo es un recurso escaso en muchas zonas del mundo. Los datos son alarmantes: 4 de cada 10 habitantes del planeta están afectados por la escasez de agua, sobre todo en las zonas rurales.
La Unicef y la Organización Mundial de la Salud indican que 2.1 billones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura; 4,5 billones carecen de servicios de saneamiento seguros; 340 mil niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades diarreicas, y al menos mil 800 millones de personas en todo el mundo beben agua que no está protegida contra la contaminación de las heces.
Gobiernos, organizaciones civiles, academia, científicos y gente común han emprendido esfuerzos para que el acceso a este recurso natural sea realmente un derecho universal como se ha planteado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua (1977) y el Decenio Internacional del Agua Potable y del Saneamiento Ambiental (1981-1990).
Asimismo, en la Conferencia Internacional sobre Agua y Medio Ambiente (1992), la Cumbre de la Tierra (1992), el Decenio Internacional de Acción "Agua para la Vida" 2005-2015, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, la Agenda de Acción de Addis Abeba 2015 sobre la Financiación para el Desarrollo y el Acuerdo de París 2015.
Tras todos esos esfuerzos internacionales se observa que ante la creciente escasez de agua en muchas partes del mundo no se puede pasar por alto el gran potencial de las aguas subterráneas y la necesidad de gestionarlas con cuidado.
El Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2022 (WWDR 2022) publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, busca arrojar luz sobre las aguas subterráneas, llamar la atención sobre sus funciones, retos y oportunidades en el marco del desarrollo, gestión y gobernanza de los recursos hídricos de todo el mundo.
Las aguas subterráneas –-aproximadamente el 99% de la totalidad del agua dulce en estado líquido que está repartida en el planeta, aunque de forma desigual-– tienen el potencial de proporcionar a las sociedades ingentes beneficios sociales, económicos y medioambientales, entre ellos la adaptación al cambio climático, indica el documento.
Agrega que las aguas subterráneas constituyen ya la mitad del volumen de agua bombeada para uso doméstico por la población mundial y cerca del 25% de toda el agua extraída para el riego, con lo que se moja el 38% de todas las tierras agrícolas del mundo.
Sin embargo, precisa, a pesar de su enorme importancia, este recurso natural no se suele comprender lo suficiente y se subestima, se gestiona mal e incluso se sobreexplota.
Pero la capacidad que tienen los sistemas de aguas subterráneas de ofrecer diferentes servicios depende de sus características, que cambian a nivel geográfico y están sujetas a procesos dinámicos continuos, tanto naturales como humanos.
Ha transcurrido mucho tiempo sin lograr el anhelo de proveer diariamente a cada persona entre 50 y 100 litros de agua segura, aceptable y asequible, y quienes gozamos el tenerla muchas veces miramos hacia otro lado para no deliberar sobre un “tema-conflicto” que se convierte en un tema de conciencia ambiental, la distribución justa del agua. Y tanto, o más grave aún, dilapidamos el valioso recurso.