Debido al interés geopolítico y económico de la Geología en México, es necesario potencializarla entre centros de educación superior y sectores productivos; impulsar la internacionalización con sociedades pares de América Latina y Europa; además de lograr que el Museo Regional Mixteco Tlayúa, en Puebla, se integre a los 100 geositios más importantes del mundo.
Lo anterior forma parte de los objetivos planteados por Ricardo Barragán Manzo, recientemente elegido presidente de la Sociedad Geológica Mexicana (SGM) para el periodo 2022-2023, la agrupación científica más antigua en México y la segunda en América Latina.
El también director del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM precisó que se requiere fortalecer la enseñanza para generar más profesionales en esta disciplina, así como la atención de problemas nacionales a partir de iniciativas que emanen de los distintos niveles de gobierno y se liguen a la academia a través de las sociedades científicas.
Las autoridades gubernamentales deberían tener como prioridad a las Ciencias de la Tierra y la Geología como un tema estratégico en sus planes. La motivación es obvia: es de interés geopolítico y económico, ya que abarca importantes industrias y temas ambientales como contaminación y remediación de suelos. “Todo eso es suficiente para justificar una visión de desarrollo de esa disciplina a escala nacional”.
Además, México es un territorio vasto y su riqueza geológica extraordinaria. Ese es un rubro que se puede analizar para explotarlo de manera más productiva, recalcó el universitario.
Afirmó también que la Geología abarca diversos aspectos que pueden ser considerados estratégicos para el país, por ejemplo la industria extractiva, minería y petróleo, además de temas ecosistémicos de primera importancia como el agua y los suelos.
Asimismo, el riesgo geológico y la creación de mapas de peligro, y un tópico que no se ha atendido de manera contundente: los proyectos de protección y aprovechamiento de ese tipo de recursos como patrimonio que “relata” la historia geológica de nuestro territorio y que es un “archivo” de fenómenos como el cambio climático.
El conocimiento que se genera a través de esa ciencia es importante para resolver problemas sociales como el uso de territorios, deslizamiento de laderas o de riesgo asociado con una mala planeación de las zonas urbanas. Ese tipo de estudios son necesarios para grandes proyectos de desarrollo de infraestructura, aseguró Ricardo Barragán, quien preside la mesa directiva de la SGM a partir del 18 de febrero.
En materia de internacionalización “queremos tener un programa de vinculación con sociedades pares, por ejemplo las latinoamericanas y europeas, donde podamos tener coincidencias de objetivos”, abundó.
Otra de las metas, continuó, es incrementar la vinculación con los centros de educación superior del país donde se desarrollen temas de Geología, y con los sectores productivos a través de la profesionalización, educación y servicios, con un programa de diplomados o cursos.
La SGM podría participar en la convocatoria para que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura integre el listado de los geositios. “Estamos proponiendo a Tepexi de Rodríguez, Puebla (sede del Museo Regional Mixteco Tlayúa), localidad de conservación extraordinaria de fósiles del cretácico. Me gustaría que la Sociedad se involucre en este tipo de actividades y voy a tratar de incentivarlo”, aseveró Barragán Manzo.
SGM, a la vanguardia
El organismo cuenta con una historia amplia y antigua. A partir de sus inicios tiene una responsabilidad clara: ser vínculo entre la academia y el sector gubernamental en temas de Ciencias de la Tierra, relató el director del IGL.
“Estoy convencido de que la Sociedad ha sido una de las cabezas a nivel nacional para el impulso de los temas que competen a este gremio”, consideró Barragán Manzo.
Entre los objetivos de esta instancia fundada en 1904, se encuentra el fomento de las Ciencias de la Tierra en el país. Como asociación gremial sin fines de lucro, tiene un papel importante al servir como vínculo entre la academia y los sectores gubernamental y privado.
Aglutina aproximadamente a 300 geólogos, un número importante relacionados a la academia, otros a la industria y al sector público. Ha sido fundamental en el progreso de la profesión a escala nacional y está a la vanguardia para realizar ejercicios de opinión para los programas académicos de las instituciones educativas.
“Creo que esa es una de sus grandes responsabilidades; la otra es incidir en la toma de decisiones gubernamentales en distintos niveles, en los temas de su competencia”, aseveró.
De igual manera, participa en la preservación, cuidado y buen uso de los recursos naturales relacionados con el complejo entorno geológico del territorio mexicano, apuntó Ricardo Barragán.
La ciencia de la Geología necesita ser impulsada a nivel nacional, y si bien hay especialistas quienes se forman en las universidades públicas, la diversificación de tópicos que abarca requiere de mayor número. “El llamado es a que las instituciones de educación superior públicas y el sector gubernamental, incentiven su crecimiento”.
La UNAM es un crisol de disciplinas y tiene varias entidades académicas que desarrollan las geociencias, comenzando con el IGL, uno de los institutos pioneros en esta casa de estudios, con una historia ligada al Museo de Geología, y que se remonta a tiempo atrás, recordó el especialista.
De esa entidad surgió el Centro de Geociencias, en Juriquilla, Querétaro, el cual se sumó a otras instancias de primera importancia como los institutos de Geofísica, Geografía, y de Ciencias de la Atmosfera y Cambio Climático. Una entidad de reciente creación, con su sede en construcción, es la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra, que atenderá la necesidad de acrecentar la matrícula de profesionales en el ramo.
Ricardo Barragán mencionó que además hay, en el ámbito nacional, una gran tradición de los posgrados en Ciencias de la Tierra y Geología. Numerosos egresados se ubican en la academia, la industria o de manera independiente como consultores. No obstante, “falta conciencia gubernamental para que el tema se quede de manera definitiva como uno de los prioritarios en los planes de desarrollo nacional”.