Las Reservas de la Biósfera Mapimí y Janos protegen 85% de los pastizales que están dentro de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) del Desierto Chihuahuense, por lo que son sumamente importantes para la conservación de este ecosistema.
La RB Mapimí se localiza en los estados de Coahuila, Chihuahua y Durango, siendo el último de éstos el que posee una mayor superficie del ANP (62.89%).
Esta reserva es característica del Desierto Chihuahuense, y alberga una gran diversidad de flora y fauna, la cual es fuente de alimento, combustible y materias primas para las personas, además de contribuir a la polinización y a la purificación/recarga de acuíferos. También contribuye a la captura de carbono y a la regulación del clima.
Degradación del ecosistema
Históricamente, los pastizales de la RB Mapímí se han utilizado para la cría de ganado bovino y equino, lo que ha provocado el deterioro ecológico y la fragmentación del hábitat, poniendo en riesgo a especies como la tortuga de bolsón (Gopherus flavomarginatus), la cual es la representante terrestre más grande de Norteamérica, es endémica del bolsón de Mapimí y se encuentra en peligro de extinción.
Existen reportes que datan de los primeros asentamientos europeos en el suroeste de Texas sobre tortugas de gran tamaño, que presumiblemente hacen referencia a la tortuga del bolsón.
Las zonas cercanas al ANP presentan un deterioro de 400 años debido al sobrepastoreo, lo que ha cambiado totalmente el paisaje, a tal grado que hay muy pocos sitios para ser tomados como referencia.
Hace 100 años el cambio de uso de suelo se debió principalmente a la agricultura mecanizada y más recientemente ha sido provocado por el incremento poblacional. Estos factores crean condiciones de vulnerabilidad que podrían magnificar los impactos del cambio climático en el ecosistema y en las comunidades asentadas en la zona.
Adaptación al cambio climático
Las proyecciones del clima al futuro cercano indican que la región noreste de México podría experimentar incrementos en su temperatura media anual y que la disponibilidad de agua podría disminuir, lo que aumentaría la presión sobre los recursos naturales por sobreexplotación, generando efectos negativos en los ecosistemas (CONANP, 2014).
Con el fin de integrar e impulsar medidas de adaptación y líneas de acción que permitan hacer frente a los impactos del cambio climático en esta ANP, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y sus socios desarrollaron el Programa de Adaptación al Cambio Climático del Complejo Cuenca Mapimí, en donde se identificó a la tortuga del bolsón (Gopherus flavomarginatus) como una especie altamente vulnerable al cambio climático.
Para disminuir la vulnerabilidad de la tortuga del bolsón, se propuso como medida de adaptación la exclusión de ganado en sitios con presencia de colonias de esta especie, así como la restauración de superficie para la recuperación de pastizal, con el fin de mejorar la calidad de su hábitat.
En el año 2017, con el apoyo del Proyecto Resiliencia, Pronatura Noreste, A.C., la Conanp y las comunidades locales, instalaron 16.5 km de cerco de exclusión de ganado en sitios con presencia de tortuga y realizaron microcuencas en 40 hectáreas para recuperar la vegetación de pastizal nativo y contar con un ecosistema más resiliente al cambio climático.
Las obras de restauración se llevaron a cabo en los ejidos de La Flor, Vicente Guerrero, Colonia Ganadera Constitución, El Cedral y en P.P. Loma Alta, todas localizadas al interior del ANP.
Involucramiento de la comunidad
En el Ejido Vicente Guerrero se trabajó con el Sr. Ciriaco Lucero Nájera, quien llevó a cabo los trabajos para la exclusión de 100 hectáreas de terreno y la construcción de 10 hectáreas de microcuencas. Al finalizar las microcuencas, sembró semillas de pastos nativos, utilizando una mezcla de especies perennes y anuales. La realización de estas acciones benefició directamente al señor Lucero, pues obtuvo un sueldo por la mano de obra en la instalación del cerco para la exclusión y por la construcción de las microcuencas.
En septiembre de 2021, Sr. Ciriaco Lucero contactó a personal de Pronatura Noreste, A.C. para enviar fotografías de las microcuencas con pastos establecidos. Es por ello que el equipo de Pronatura Noreste, A.C. se dio a la tarea de hacer una visita al Ejido Vicente Guerrero para realizar una toma de foto-estaciones, con el fin de documentar el cambió que presentaron las microcuencas.
Además, la organización realizó un monitoreo rápido de la vegetación dentro de las obras y documentó el establecimiento de más de dos especies de pastos anuales y una de pasto perenne, además de diversas herbáceas. Visualmente, en el sitio se pudo apreciar con claridad el aumento de cobertura vegetal, en comparación con el paisaje que se observaba antes de que se realizaran las obras de restauración.
Entre las especies encontradas se detectaron los géneros Bouteloua, Sporobolus, Chloris, las cuales son nativas de los pastizales del Bolsón de Mapimí y del Desierto Chihuahuense.
Actualmente el sitio sigue con cercado para la exclusión del ganado, lo que permitirá que las especies perennes se continúen estableciendo favorablemente y desarrollen suficiente raíz.
También se busca que las hierbas y pastos anuales generen materia orgánica que ayude al establecimiento de nuevas plantas de pastos perennes y con esto se reestablezca exitosamente el pastizal.
Una vez que los pastizales perennes se hayan establecido en el sitio, estos terrenos serán incluidos dentro del esquema de rotación de ganado que tiene el predio, con lo que se logrará reactivar la funcionalidad del suelo con la adición de materia orgánica (heces del ganado) para la recuperación del ecosistema.
La erradicación de poblaciones de especies exóticas invasoras en la RB Mapimí también es una medida de adaptación al cambio climático para lograr la conservación de las especies endémicas.
A simple vista los pastizales pueden parecer tierras abandonadas, sin embargo, hasta hace no más de 200 años, cubrían 85% de la superficie del Desierto Chihuahuense en México, tamaño similar al de Alemania, y albergaban una alta riqueza biológica de plantas, animales y microorganismos; hoy en día solamente cubren 15%.
Los pastizales constituyen uno de los ecosistemas más extensos de México y sin duda es uno de los más amenazados en el país. Son el sustento de muchas personas, ya que proveen servicios ambientales y son fuente de materias primas, como agua, alimento y forraje, además de ser el hábitat de numerosas especies y contribuir a la captura de agua y carbono. Estos ecosistemas tienen un valor cultural, espiritual y recreativo, por lo que la pérdida de este ecosistema traería graves consecuencias ambientales, sociales y económi
Para lograr su recuperación y manejo adecuado, es necesario trabajar de la mano con las personas que son dueñas de los terrenos, brindarles asesoraría, transferirles conocimiento y elaborar junto con ellas programas de manejo y restauración de pastizales, con el objeto de establecer empresas ganaderas económica y ambientalmente viables.
La ganadería respeta la vocación natural del uso del suelo de los pastizales, por lo que las personas dedicadas a esta actividad económica son los socios más importantes para recuperar este ecosistema.
La protección de los pastizales beneficia a todas las personas. Actualmente se están llevando a cabo diferentes iniciativas, tanto regionales como internacionales, las cuales buscan poner sobre la mesa la importancia de este ecosistema y de las personas que dependen de él, para asegurar que se realicen los esfuerzos necesarios para su permanencia.
La mejor forma de traer de vuelta a los pastizales de Mapimí es mediante el ordenamiento del pastoreo y el trabajo con las personas.