México.- El riesgo de que se sigan presentando más enfermedades como la COVID-19 es latente, pues se estima que existen más de 1.7 millones de virus en mamíferos y aves acuáticas, y cerca de la mitad tienen capacidad de infectar a los seres humanos, afirmó el académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, Francisco Monroy López.
Al dictar a distancia la conferencia “Pandemias” señaló que menos de 0.1 por ciento de las enfermedades virales -una de cada mil- que tienen capacidad o potencial de transmitirse a las personas, han sido descubiertas. “Todavía estamos en pañales en esta materia”, expuso.
Para el año 2000 se calculaba que 49 por ciento de las enfermedades emergentes de los humanos provenía de los animales y para 2019 se mencionaban mil 415 patógenos, de los cuales 61 por ciento son zoonóticos. Hoy se estima que hasta 75 por ciento de las llamadas emergentes pueden tener este origen.
El académico del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública explicó que hay factores que favorecen la diseminación de enfermedades, como la migración; el turismo para el cual se rentan casas o departamentos a bajo costo, pero que no tienen garantizadas las medidas de sanitización; el comercio de alimentos que se duplica casi cada 10 años.
También el ecoturismo y la espeleología, ya que si las personas no están bien capacitadas pueden ingresar a espacios en los que hay agentes que pueden producir enfermedades; además, actividades de supervivencias al desnudo; y la tenencia de animales exóticos como mascotas, pues no se tiene claro qué enfermedades transmiten, si se vacunan contra la rabia o se desparasitan; varios ni siquiera tienen procedencia legal.
Hay especies que se venden por redes: camaleones, reptiles, pitones, y se ofrece enviarlos a todo el país. Busco, pago y ya tengo un caimán en la casa”, expuso.
El especialista en Epidemiología y Análisis de Riesgo mencionó algunas de las enfermedades infecciosas actuales vinculadas a la fauna silvestre como el Ébola, del que existe un brote activo en África, y el VIH-Sida que se presume surgieron a raíz de cacerías de chimpancés y gorilas, y su utilización como alimento; la viruela del simio del que hay brote activo en China y llegó a Estados Unidos a través de ratas de Gambia usadas como mascotas.
También enumeró el SARS y la COVID-19, las cuales aparentemente se originaron por tráfico de especies y consumo de carne de vida silvestre en mercados húmedos, es decir, de animales vivos que ahí se matan. En estos lugares “está presente la sangre que puede contaminar alimentos que allí mismo se preparan, comercializan y consumen. Esto ha generado que sean grandes amplificadores de virus”.
Ante este escenario se requiere que los veterinarios participen en manejos sanitarios cada vez más complejos y tener medidas de prevención. “La mejor forma de movilizar una enfermedad es a través de mover un animal que está afectado”, añadió.
Expuso que hay diversas medidas de vigilancia sanitaria animal, por ejemplo la basada en riesgos a partir de determinados síntomas en poblaciones, incluso apoyados en las búsquedas que se realizan en Google. Por ejemplo, en Estados Unidos, a partir de picos de búsqueda de palabras claves como “flu”, se ha detectado que éstas coinciden con los picos de determinadas enfermedades en esa nación.