México.- El momento que vive hoy la humanidad plantea el desafío de adoptar un modelo de alimentación capaz de atender de manera simultánea salud y medio ambiente, fomentar una producción y consumo que garanticen la salud humana al propiciar también un consumo responsable de bajo impacto ambiental, mitigar el cambio climático, respetar la diversidad cultural y la biodiversidad y proteger los ecosistemas.
Ubicada en los primeros lugares mundiales en diabetes y obesidad, entre otras comorbilidades que agudizan los estragos causados por la pandemia de COVID-19, la población mexicana en su conjunto se mira hoy frente al desafío de adoptar una dieta saludable alta en fibra, así como consumir moderadamente alimentos con alto contenido calórico y carbohidratos, para constituir una alimentación sostenible.
En el documental “El Susto”, realizado luego de una misión médica voluntaria en el estado de Yucatán en 2008, la cineasta Karen Akins da cuenta de la crisis de salud en México, pues al conocer de primera mano “los efectos devastadores de esta enfermedad decidió ayudar a crear conciencia sobre sus causas y su naturaleza prevenible y controlable”. Akins se explica ahora por qué, “la diabetes y el coronavirus están particularmente golpeando México”.
Muchas voces se han dejado escuchar con fuerza en ese sentido desde el ámbito médico y la agrobiología, e incluso desde la terapéutica alternativa.
Los profesionales de estas disciplinas coinciden en la necesidad de dar impulso a la alimentación orgánica, no sólo para fortalecer el sistema inmunológico, sino también para propiciar la armonía con la naturaleza que generosamente provee cuanto el organismo necesita para vivir en equilibrio.
Desde la perspectiva ambiental, modificar una dieta basada en el consumo de productos industrializados ricos en carbohidratos y otros elementos que alteran la salud, contribuye a reducir nuestra huella ecológica al disminuir la presión sobre los recursos naturales.
Por esa y otras razones, entre las diferentes problemáticas de salud pública relacionadas con la salud ambiental, el Gobierno de México atiende un tema que en los últimos años se ha vuelto crucial: el metabolismo alimentario que abarca una cadena de actividades ambientales, sociales y económicas: la producción, circulación, transformación, transporte y consumo de los alimentos.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha propuesto un cambio de paradigma para transitar del sistema agroindustrial al sistema agroecológico, habida cuenta que el primero impacta al medio ambiente al basarse en una cultura petrolizada, el uso de pesticidas y agroquímicos, el uso desbordado del agua y la contaminación de los suelos, además de generar entre el 25 al 30 por icento de gases de efecto invernadero.
A principios del año en curso, el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (GISAMAC) sesionó para dar a conocer diversas iniciativas de 15 grupos ligadas al sistema agroalimentario.
La Secretaría de Salud se refirió al programa canasta normativa, guías alimentarias y promoción de dietas saludables, mientras la Semarnat abordó los temas de agua potable para todos, el Programa de Transición Agroecológica y Bioinsumos, plaguicidas y polinizadores, entre otros.
El impacto de la alimentación en la salud y el ambiente es tema de atención para todo el sector público que desde el principio de la actual administración puso todo su empeño en lograr que se aprobara esa modificación a la NOM-051-SCFI/SSA1-2010 sobre el etiquetado de alimentos y bebidas, con el objetivo de facilitar que el consumidor identifique los productos con exceso de elementos asociados al sobrepeso y la obesidad.
La modificación establece, entre otras especificaciones, que “los productos preenvasados que ostenten uno o más sellos de advertencia o la leyenda de edulcorantes, no deben: a) incluir en la etiqueta personajes infantiles, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas o mascotas, elementos interactivos, tales como, juegos visual-espaciales o descargas digitales, que, estando dirigidos a niños, inciten, promueven o fomenten el consumo, compra o elección de productos con exceso de nutrimentos críticos o con edulcorantes.
En ese contexto, salud y medio ambiente son la médula del Programa Especial para un Sistema Agroalimentario Justo, Saludable y Sustentable que reúne cuatro objetivos:
1. Incrementar la producción nacional de productos básicos y estratégicos para contribuir a la autosuficiencia alimentaria nacional, con prácticas orientadas a la sustentabilidad.
2. Incentivar la eficiencia en la comercialización, distribución y procesamiento de los alimentos saludables, con prioridad a los productos provenientes de la pequeña y mediana agricultura y la producción agroecológica y sustentable, mediante mecanismos incluyentes y sostenibles
3. Mejorar el acceso físico y económico a dietas saludables de todas las personas en el territorio nacional, especialmente de la población con carencia por acceso a la alimentación.
4. Reducir la prevalencia de malnutrición (sobrepeso, obesidad y desnutrición) mediante el fomento de hábitos de alimentación saludables.
Sin duda, es necesario un cambio alimentario para contribuir a la salud, la seguridad alimentaria y el crecimiento demográfico, y para asegurar también el cuidado del planeta.