México.- Este 3 de junio, Día Internacional de la Bicicleta, proclamado por la Organización de las Naciones Unidas en 2018, se pretende catapultar el uso de este artefacto sostenible, sano y divertido, además de crear conciencia sobre los derechos de los ciclistas y la urgencia de reducir el transporte automotor impulsado por energías contaminantes.
Entre las propuestas de nueva normalidad generada por la pandemia, la bicicleta resurge como un medio de transporte ideal para evitar contagios en el transporte público, donde la aglomeración de personas se convierte en caldo de cultivo para un virus aún no controlado.
Mucho antes de la contingencia sanitaria ya había motivos de sobra para impulsar el uso de la bicicleta: la contaminación atmosférica y el cambio climático, al que contribuyen en aproximadamente 30 por ciento los gases de efecto invernadero que expelen los vehículos automotores a la atmósfera.
Un estudio del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) señala que por la cantidad de motocicletas, vehículos de pasajeros, camiones y autobuses en circulación, los automotores representan en muchas ciudades la principal fuente de contaminación al emitir tres tipos de gases contaminantes que tienen impacto en la salud y el medio ambiente: emisiones evaporativas, emisiones por el tubo de escape y emisiones de partículas por el desgaste de frenos y llantas.
Estos contaminantes son, entre otros: compuestos orgánicos volátiles (COV, derivados de los hidrocarburos), algunos de ellos precursores del ozono, y otros, como el benceno, formaldehído y acetaldehído, de alta toxicidad para el ser humano. Además, monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (NOX), dióxido de nitrógeno (NO2) y monóxido de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2), partículas (PM), plomo (PB) y amoníaco (NH3).
Con el devenir del tiempo no sólo gobiernos, sino muchas organizaciones no gubernamentales alrededor del planeta impulsan desde hace algunas décadas el uso de la bicicleta que durante la "era del automóvil" se miró con menosprecio, e incluso se acuñó el calificativo de “pueblo bicicletero” para aquellas comunidades donde este medio de transporte era en muchas ocasiones el único capaz de recorrer largas distancias y abruptas geografías.
En tiempos adversos por el calentamiento global, el sedentarismo y hoy con circunstancias agravadas por la posibilidad de un contagio virulento en el transporte público masivo, la bicicleta resulta ser una de las mejores opciones de movilidad que habrán de considerar seriamente gobiernos y exigir las sociedades para que se respete y proteja a los ciclistas, se gestionen vías seguras para su desplazamiento, y áreas de estacionamiento para, poco a poco, reducir el reino del automóvil.
Frente a la situación de salud general, conviene crear conciencia sobre los beneficios corporales, emocionales y mentales que produce ejercitarse en bicicleta por ser un ejercicio aeróbico integral que produce endorfinas --la hormona de la felicidad--, despeja la mente y reduce el estrés; fortalece piernas, glúteos, abdomen, espalda, pectorales, brazos cuello y corazón; mejora la función circulatoria; reduce el colesterol y los triglicéridos, y contribuye a eliminar sobrepeso u obesidad sin impactar el cuerpo al tener un punto de apoyo en el asiento.
En el Día Mundial de la Bicicleta es sano explorar las propuestas de diferentes sectores y emular a los intrépidos ciclistas que recorren kilómetros y kilómetros pedaleando una bicicleta en la selva urbana dominada aún por los automotores. Se espera que, por fin, la bicicleta, recobre territorio tanto en las poblaciones pequeñas como en las grandes urbes.
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