París.- La investigación sobre los grandes simios y el turismo han permitido a las personas aprender sobre chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes, y observarlos, por lo que el turismo a su alrededor se convirtió en importante fuente de ingresos para gobiernos y comunidades, que reinvierten en la protección de especies en peligro de extinción y sus hábitats naturales.
Sin embargo, ahora esta cercanía puede convertirse en una amenaza para la conservación de las especies, ante brotes de enfermedades infeccionas como el coronavirus (COVID-19), causada por el virus SARS CoV-2, ya que tanto los humanos como los grandes simios son susceptibles a las enfermedades infecciosas, e introducir patógenos humanos en la gran población de simios podría provocar pérdidas catastróficas.
Johannes Refisch, coordinador del programa de las Naciones Unidas que dirige la Alianza para la Supervivencia de los Grandes Simios, explica que la prevención de enfermedades es crucial para la protección de estas especies y las medidas que se están tomando.
En relación con los grandes simios, la preocupación por el virus SARS CoV-2 deriva de la posibilidad de infección como un riesgo de conservación. “Todavía no sabemos si los grandes simios son susceptibles a él, pero sí que chimpancés silvestres fueron infectados con el coronavirus humano OC43 en Costa de Marfil, y que los grandes simios pueden infectarse con muchos otros patógenos respiratorios humanos”, explica.
Los grandes simios pueden infectarse con muchos otros patógenos respiratorios humanos
Señala que entre los humanos, el SARS CoV-2 es altamente infeccioso y puede sobrevivir en el medio ambiente durante varios días, por lo que debemos suponer que los grandes simios son susceptibles y tenemos que evitar que se infecten.
Apunta que la supervivencia de los grandes simios está amenazada por la pérdida de hábitat, la caza ilegal y otras enfermedades como el ébola, una fiebre hemorrágica que afecta tanto a los humanos como a los grandes simios, que ha llevado a tasas de mortalidad de hasta 95 por ciento en gorilas, y los cálculos indican que algunas de esas poblaciones afectadas necesitarán más de 130 años para recuperarse. El SARS-CoV-2 se sumaría a estos desafíos.
Considera que, además, habría pérdidas económicas y de medios de vida. “El turismo alrededor de los grandes simios es una fuente importante de empleo, genera ingresos para los gobiernos nacionales y las comunidades locales, y produce los fondos necesarios para mantener las actividades de conservación, pero ahora también es importante tener en cuenta el riesgo de infección humana a través de los grandes simios”, indica.
Señala que debido a nuestra proximidad genética, los humanos pueden transmitir enfermedades a estos animales, pero también pueden contraer enfermedades de ellos. Nuevamente, el ébola es un caso que afectó a los humanos y a los grandes simios; hay evidencia de que cazadores contrajeron la enfermedad al consumir la carne infectada de gorilas muertos de ébola.
Al no haber una vacuna contra el SARS-CoV-2, el especialista explica que el Grupo/Sección especialista en primates y el Grupo especialista en salud de la fauna silvestre de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza han publicado una declaración conjunta para recomendar que “las visitas de grandes simios por parte de los humanos se reduzcan al mínimo, para garantizar el monitoreo de seguridad y salud de los ejemplares”.
Cada vez hay más pruebas de que la pérdida de hábitat y biodiversidad ha facilitado la propagación de enfermedades zoonóticas
Aún más, afirma que los grupos propusieron la suspensión del turismo de grandes simios y la reducción de la investigación de campo, a la vez que pidieron mecanismos “para compensar la pérdida de ganancias y empleo del turismo” y apoyar la salud pública en las comunidades locales, por lo cual a partir del 23 de marzo de 2020, la mayoría de los sitios de turismo de gorilas fueron cerrados.
Concluye al mencionar que “a largo plazo, será fundamental comprender mejor la propagación de enfermedades entre animales y personas, ya que cada vez hay más pruebas de que la pérdida de hábitat y biodiversidad ha facilitado la propagación de enfermedades zoonóticas”.
Síguenos en @PortAmbiental