México.- Tatiana Roa Avendaño, ambientalista, educadora e investigadora de Censat Agua Viva mencionó que en las actividades de perforación y producción de pozos mediante fractura (“fracking”), pueden removerse compuestos del suelo y el subsuelo, que contaminan agua, aire y suelo, entre ellos metales pesados (mercurio, cadmio y plomo); sulfatos, bicarbonatos y sulfuro de hidrógeno; residuos de petróleo y gas, así como compuestos radiactivos Rd266 y Rd288.
Al impartir el webinar “Fracking, impactos, conflictos y resistencias”, organizado por Fridays for Future México, dijo que, en 2011, una investigación encontró que 180 de los 240 yacimientos existentes en Pennsylvania y Virginia del Este, contenían residuos de agua con elementos radiactivos, y en 116 yacimientos sobrepasaban los límites impuestos por la Agencia de Protección al Ambiente hasta en 200 por ciento.
Entre los contaminantes del aire más comunes cerca de los pozos de explotación por fracking, el benceno y el formaldehído, así como dos potentes neurotóxicos: hexane y sulfuro de hidrógeno, son considerados carcinógenos humanos
Roa Avendaño es parte de Oilwatch, Alianza Libre de Fracking y Mesa Social Minero Energética, y ha convergido con diversos grupos de investigación como Alianza por la Justicia Hídrica, Grupo de Trabajo de Ecología Política Abya-Yala de Clacso y Grupo de Trabajo: Territorialidades en Disputa y R-existencia-CLACSO, y durante más de una década fue parte del comité internacional de la revista Ecología Política.
La experta mencionó que entre los contaminantes del aire más comunes cerca de los pozos de explotación por fracking, el benceno y el formaldehído, así como dos potentes neurotóxicos: hexane y sulfuro de hidrógeno, son considerados carcinógenos humanos.
En Arkansas, Estados Unidos, un estudio encontró en 29 de 76 muestras de aire, que las concentraciones excedieron los estándares federales de salud; siete muestras superaron 60 veces el valor de riesgo tolerable para la generación de cáncer.
Investigadores de la Universidad de Colorado estimaron que el total anual de emisiones de Compuestos Orgánicos Volátiles (COV) en los sitios donde había fractura, en Utah, era equivalente a las de 100 millones de automóviles.
Refirió asimismo que la revista “Nature” publicó el trabajo de un equipo internacional liderado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés), que demuestra que emisiones muy altas de COV crean eventos extremos de formación de smog urbano.
Por lo que hace a las sustancias potencialmente tóxicas encontradas en los fluidos de desecho se cuentan destilados de petróleo como keroseno y gasoil (benceno, etilbenceno, tolueno, xileno, naftaleno y otros productos químicos), hidrocarburos aromáticos policíclicos-PAH, metanol, formaldehído, etileno, éteres de glicol, ácido clorhídrico e hidróxido de sodio.
También mencionó un estudio del Congreso de Estados Unidos, publicado en 2011, denominado “Químicos usados en la fractura hidráulica”, el cual muestra que entre 2005 y 2009, las 14 empresas líderes de fractura hidráulica en esa nación usaron más de dos mil 500 productos con 750 compuestos, de los cuales más de 650 tenían sustancias químicas conocidas o con posibilidades de ser carcinógenas en humanos.
Recientemente, científicos de la Universidad de Missouri analizaron cientos de componentes químicos que se añaden al agua para perforar la roca en varios puntos del Condado de Garfield, en Colorado, región con más de 10 mil perforaciones de gas, y compararon su composición con muestras obtenidas en localizaciones sin instalaciones de fractura.
Las conclusiones advirtieron que al menos 100 de los más de 750 compuestos químicos empleados son conocidos por sus efectos hormonales en el ser humano. Concretamente, se analizaron 12 compuestos y se advirtió de su reconocida capacidad como disruptores endocrinos.
Investigadores en Colorado demostraron que cuatro químicos (benceno, tolueno, etilbenceno y xileno), contaminantes comunes en el aire cercano a los pozos de exploración y explotación por fractura, son disruptores endocrinos, por lo cual pueden interferir con las hormonas humanas, aún en exposiciones reducidas.
Asimismo, más del 40 por ciento de las sustancias tienen efectos ecológicos, al dañar la vida acuática y a otras faunas. Los efectos sobre la salud son causados principalmente por el impacto de las emisiones al aire y al agua.
Gases de efecto invernadero
Por otra parte, la explotación del gas de lutitas o “shale” puede emitir más gases de efecto invernadero que la del carbón. El gas natural se compone, principalmente, de metano, y entre 3.6 y 7-9 por ciento del metano de la producción de gas de pizarra escapa a la atmósfera durante la vida útil de un pozo.
El metano es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento 21 veces mayor que el del dióxido de carbono (CO2).
En otra parte del webinar, la investigadora apuntó que el suelo es uno de los componentes ambientales más afectados por las técnicas de fractura por los trabajos de excavación, los fluidos de infiltración, la destrucción de la estructura natural, la contaminación con sustancias químicas, el transporte de carga en la zona superficial y la disposición de materiales contaminados durante y al final del proceso.
“Hay estudios que relacionan incrementos en la sismicidad en las zonas influenciadas por la explotación por fractura. Un creciente número de evidencias en Ohio, Arkansas, Texas, Oklahoma y Colorado, relacionan la inyección del fluido residual en los pozos de fractura con temblores de magnitud del orden de 5.7 y otros de menor intensidad”, señaló.
Por último, se refirió a los conflictos sociales que genera la actividad de fractura, principalmente por el uso del agua y la tierra, la intensiva ocupación territorial, la industrialización de los paisajes, destrucción y despojo de medios de vida, cambios en el ordenamiento territorial y contaminación de fuentes hídricas.