Tokio.- Las nuevas políticas están destinadas a reducir el vertido de plásticos al océano, promover el reciclaje de botellas plásticas y combatir la contaminación por microplásticos, pequeñas partículas que resultan una amenaza para las aves marinas y los peces y que, según los expertos, pueden poner en riesgo la salud humana.
"Los residuos plásticos del océano son uno de los temas principales en la agenda de la cumbre del G20. Como presidente de la reunión, ejerceremos el liderazgo para resolver el problema", dijo el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en la reunión donde se cerró el parque de medidas, recogida por la agencia de noticias Kyodo.
El plan incluye ofrecer apoyo para el desarrollo de materiales biodegradables y la promoción del reciclaje, obliga a los comercios minoristas a cobrar a los clientes por las bolsas de plástico y pide que amplíen el uso de bioplásticos derivados de recursos renovables como las plantas.
Con respecto a la emisión de microplásticos, las medidas instan a los fabricantes a que frenen el uso de microperlas en productos de limpieza facial y pasta de dientes, y pide a los municipios cercanos a ríos que adopten medidas para evitar el fluido de residuos al mar.
Japón, el segundo productor mundial de residuos plásticos per cápita tras Estados Unidos, se ha propuesto reducir su producción de este tipo de residuos en un 25 por ciento para 2030, y llegar a reciclar o reutilizar por completo todos esos deshechos, incluidos componentes usados en electrodomésticos y automóviles, para 2035.
Los países están teniendo cada vez más problemas para manejar la creciente cantidad de desechos plásticos, que se degradan en trozos pequeños con la exposición a la radiación ultravioleta de la luz solar, y de los que se estima que más de 8 millones toneladas acaban en los océanos, según datos de Naciones Unidas (ONU).
La ONG Amigos de la Tierra calcula que a día de hoy hay unos 150 millones de toneladas de estos residuos en los océanos y, de seguir al ritmo actual, en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar.
Estos desechos, que tienden a absorber químicos dañinos, son difíciles de recoger una vez están en el agua y acaban siendo ingeridos por peces, aves y otros animales a medida que avanzan en la cadena alimenticia.