Las turbulencias de aire despejado (TAD) originadas por el calentamiento global representan un desafío para la aviación moderna debido a que no pueden ser detectadas por los radares, señala Francisco Estrada Porrúa, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, quien reconoció la gravedad del tema para los millones de usuarios que utilizan este tipo de transporte.
Las TAD son peligrosas porque los pilotos no pueden anticiparlas ni advertir con tiempo a los pasajeros para que se abrochen el cinturón de seguridad”, indicó el también doctor en Economía de la Universidad Libre de Ámsterdam.
Y es que un equipo de científicos británicos publicó en 2023 un estudio en la revista Geophysical Research Letters de la Universidad de Reading, en el cual demuestra que, en 40 años, el periodo acumulado de turbulencias experimentadas durante los vuelos aéreos ha aumentado en todo el mundo, superando el 55 por ciento de TAD a lo largo de la ruta del Atlántico Norte.
Estrada Porrúa afirmó que en estudios recientes se demuestra que uno de los factores influyentes en tal incremento es el cambio climático. “El planeta se ha calentado en promedio 1.3 grados centígrados respecto al periodo preindustrial, aunque no todas las regiones se calientan al mismo ritmo o intensidad. En particular, a altitudes de 10 mil metros, donde vuelan los aviones, hay diferencias significativas en el calentamiento, lo que contribuye a la aparición de tales turbulencias”, relató el especialista.
El investigador destacó que, las diferencias de temperatura entre las zonas polares y los trópicos afectan las corrientes atmosféricas y éstas, así como la corriente en chorro, son esenciales para la navegación aérea.
La corriente en chorro es una especie de “autopista aérea que se encuentra en las latitudes altas del hemisferio norte y que puede alcanzar velocidades de 200 a 300 kilómetros por hora, lo cual ayuda a los aviones a ahorrar combustible y a volar más rápido”, explicó.
No obstante, el también maestro en Administración de Riesgos del ITAM, dijo que el calentamiento global está afectando estas corrientes, ya que las diferencias de temperatura están acelerando la “corriente en chorro”, y ello puede causar turbulencias. “Imaginemos a esta última como un río rápido que fluye junto a una masa de aire más lenta o estacionaria. Esta diferencia de velocidad crea fricción y genera turbulencias invisibles, ya que no están asociadas a nubes o tormentas que se puedan ver”.
Tal y como plantea el estudio de los científicos británicos, en las últimas cuatro décadas las TAD han aumentado un 55 por ciento y ello genera múltiples problemas para la aviación “ya que el cambio climático afecta los patrones de viento y obliga a ajustar las trayectorias de vuelo”.
El universitario reconoció que las rutas aéreas antes óptimas podrían dejar de serlo. Además, la mayor velocidad de la corriente en chorro y el incremento en la frecuencia de eventos extremos, como tormentas, complican la situación.
Mencionó que aeropuertos cercanos a la costa también se ven amenazados por el aumento del nivel del mar, lo que podría afectar sus operaciones y, en consecuencia, los pasajeros pueden experimentar turbulencias más frecuentes y severas.
Si el calentamiento global continúa al ritmo actual, la frecuencia de estas turbulencias seguirá incrementándose. Esto obligará a la aviación a buscar rutas alternativas para evitar zonas de alta turbulencia, lo que resultaría en vuelos más largos y un mayor consumo de combustible”.
Francisco Estrada hizo énfasis que esta problemática incrementará el costo ambiental del transporte aéreo. “Más combustible y emisiones de gases de efecto invernadero harán que el impacto ambiental de cada vuelo sea mayor. Estas son algunas de las afectaciones que ya experimentamos. No son proyecciones futuras sino realidades actuales”.
Al referirse a los algoritmos para identificar turbulencias, sostuvo que ya hay sistemas de radar que alertan a los pilotos sobre turbulencias, especialmente las asociadas con tormentas, e indican rutas alternativas.
Sin embargo, reconoció que detectar las TAD es mucho más difícil. “Se han realizado pruebas con tecnología que utiliza láseres para identificarlas, pero estos equipos son costosos y pesados, lo que limita su uso en aviones comerciales que prefieren maximizar la carga de pasajeros y equipaje”.
El investigador de la UNAM fue optimista respecto al futuro, pues considera que, a medida que esta tecnología se abarate y se haga más compacta, será más viable su implementación en naves comerciales. Además, dijo que, es probable el desarrollo tecnológico a larga proporcione nuevas herramientas, como el uso de imágenes satelitales, para detectar estas turbulencias.
Con el aumento de la temperatura global, habrá un gran incentivo para desarrollar soluciones que hagan los viajes aéreos más seguros y cómodos para los pasajeros”.
Mientras que la solución para detectar las TAD llega, Estrada Porrúa mencionó que se continuará la afectación de las rutas de vuelo y los tiempos de viaje.
“Tendremos que evitar zonas cercanas a la corriente en chorro, lo que implicaría tomar rutas menos directas. Hoy tratamos de volar en línea recta entre dos puntos para minimizar tiempo y consumo de combustible. Sin embargo, desviarse debido a las turbulencias aumentará tanto las horas de vuelo como las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Además, no podemos garantizar la ausencia de este tipo de eventos ya que no siempre son visibles. Esto hará que la aviación sea más costosa y menos atractiva para los pasajeros, quienes podrían enfrentarse a turbulencias más frecuentes y severas. En este sentido, como viajeros, ¿qué debemos tener en cuenta?
Para el académico, hay dos cosas importantes a destacar:
1. Uso del cinturón de seguridad: Es esencial mantenerlo abrochado durante todo el vuelo. Esto es crucial porque la turbulencia puede ser impredecible, y llevarlo puesto todo el tiempo puede prevenir lesiones.
2. Seguridad de los aviones modernos: Los actuales están diseñados para soportar turbulencias severas, lo que hace que sea poco probable que una de éstas cause un daño grave o un accidente fatal. Aunque puede resultar una experiencia aterradora, estas naves están construidas para resistir condiciones extremas.
Por lo anterior, se concluye que el calentamiento global está incrementando la frecuencia y severidad de las TAD, y ello representa un desafío significativo para la aviación moderna. A medida que los patrones climáticos cambien, los vuelos serán más largos, costosos y tendrán mayor impacto ambiental. Es crucial que la industria de la aviación desarrolle y adopte nuevas tecnologías para detectar y mitigar estas turbulencias, y que los pasajeros tomen precauciones adecuadas. Enfrentando estos retos con innovación y adaptabilidad podemos volar, de manera segura y eficiente, en un mundo afectado por el cambio climático.