Bogotá.- Nohra Padilla Herrera, líder y portavoz de las asociaciones de recicladores de Colombia, señaló que los trabajadores recicladores de desechos en Latinoamérica son esenciales y se les debe dotar equipos de protección para realizar sus labores, que son vitales para algunas industrias, como la alimentaria y la farmacética.
Al participar en un webinario auspiciado por la Fundación Avina, Padilla expuso la situación que vive este sector en el contexto de la pandemia de la COVID-19 en Colombia, donde consiguieron que el gobierno les permita continuar con su trabajo de recolección, separación de desechos y su posterior comercialización.
Padilla mencionó que Colombia inició hace 30 años una política pública para la gestión de la basura, pero con el inconveniente de que los reciclados siempre han sido excluidos, en parte por su bajo nivel educativo que, en el mejor de los casos, llega al quinto año de primaria.
Explicó que trabajar en y con la basura es un trabajo muy diferente a otros, por condiciones y características, lo que hace que quienes en él laboran sean considerados como un sector muy vulnerable en el caso de la pandemia por la COVID-19, ya que está en contacto directo con los desechos.
“Ha tenido que cambiarse sobre la marcha la gestión de la basura, para que los reciclados puedan tener mejores condiciones en cuanto a protección sanitaria se refiere, y en ello ha habido gran apoyo por parte de la sociedad, que ahora hace una mayor y mejor separación de los residuos, facilitando la labor de la revalorización”, continuó.
Además, hemos conseguido que el gobierno no entregue el trabajo a empresas multinacionales que lo realizan de forma automática, desplazando a los recicladores, quienes “escarbamos en la basura para sacar residuos que podamos comercializar para garantizar nuestra supervivencia y la de nuestras familias”.
Destacó que consiguieron que el gobierno colombiano reconociera el de los reciclados como un servicio público esencial, en especial para las industrias de los envases y empaques, con el vidrio y el cartón, por lo que se generó un esquema de protección para que se pudiera seguir ofreciendo el servicio, dotando de guantes y mascarillas a los trabajadores, y en el cual se consideró otorgar una aportación para que las personas adultas mayores de 70 años permanecieran en sus casas.
Antes de lograr este acuerdo, relató Padilla, enfrentaron problemas porque el gobierno de la capital, Bogotá, pretendió desmotivar la prestación del servicio, y posteriormente el encarecimiento y la escasez de los equipos de protección individual.
Sin embargo, se logró un buen entendimiento con las autoridades y la respuesta de la sociedad ha sido buena, “porque la gente sigue sacando sus residuos, pero está haciendo una separación más selectiva, lo cual facilita nuestra labor”.
La otra parte fue que al principio sólo las empresas del vidrio y el papel siguieron trabajando, pero no así las de la chatarra y el plástico, por lo que las posibilidades de comercialización se restringieron por un tiempo, pero una vez que reiniciaron sus labores, prácticamente se han vaciado las bodegas y podemos vender de inmediato lo que se recolecta, después de pasar los protocolos de sanitización.
Refirió que debido a la alta demanda de papel, vidrio y metales por parte de las industrias, en especial la alimentaria y la farmacéutica, “casi no tenemos inventarios, porque se está comercializando muy rápido”. Desafortunadamente, señaló, los precios son muy bajos, al grado que el vidrio se ha mantenido en el mismo nivel en los últimos diez años.
Por lo que hace a los residuos de cartón, plástico y metales, informó que tienen un mercado cíclico, con variaciones constantes de precios, con el agravante de que cuando se reducen, no regresan al nivel anterior, por lo que han solicitado al gobierno el apoyo con capital de trabajo para seguir funcionando, ya que se utilizaría fundamentalmente para la compra de combustibles y equipos de protección individuales.
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