Este año, las 193 naciones congregadas en la ONU buscan escalar en la posibilidad de cumplir un anhelo centenario: arrancar de raíz el flagelo de la pobreza que azota a millones de personas en el campo.
En los últimos años el aumento de la pobreza rural ha sido histórico. En su informe Panorama de la Pobreza Rural en América Latina y el Caribe, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declara: “Uno de cada dos habitantes del sector rural es pobre, y uno de cada cinco, indigente”.
Indica que en 2015 el ingreso de un trabajador del sector rural era de 363 dólares anuales, que equivaldrían a cerca de 8 mil pesos al año a la cotización actual aproximada de 22 pesos.
Este 2020, Año Internacional para la Erradicación de la Pobreza Rural en Pro de la Implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, nos encontramos ante el histórico aumento de dos millones de personas en pobreza en los últimos 10 años, por lo cual la FAO llama a los gobiernos a tomar medidas urgentes para reducir esa condición.
Un estudio del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señala que “en México la pobreza y la pobreza extrema históricamente han tenido un rostro rural”, aun cuando en 2012 la población se había concentrado en las ciudades y zonas metropolitanas, a donde se trasladaron los fenómenos de exclusión, desigualdad, desempleo y pobreza.
Aunque se redujo la brecha de pobreza entre las zonas rurales y urbanas, la pobreza en 2018 en zonas rurales aún sigue siendo mayor: 55.3% comparado con 37.6% en las zonas urbanas. En tanto, el porcentaje de la población indígena en situación de pobreza pasó de 76.0% a 74.9% entre 2008 y 2018.
La nueva política ambiental de México, promovida por Víctor M. Toledo, visualiza un conjunto de acciones emprendidas ya por el gobierno mexicano para alcanzar al menos 10 de los 17 objetivos de la Agenda 2030, abatir la pobreza y dotar a los marginados de vías de salvación, mediante la reorientación de la política agropecuaria que apoyará a los pequeños productores campesinos.
Da un vuelco hacia la agroecología, fomenta la soberanía alimentaria y camina hacia la prohibición de los cultivos transgénicos, además de proponerse la reforestación de un millón de hectáreas.
La educación es de importancia capital y por eso es necesaria la creación de las 100 nuevas universidades dirigidas a atender a los jóvenes de regiones remotas y marginadas, además de dar apoyo a las universidades interculturales indígenas.
Se afana también en evitar la privatización del agua y promulgar una nueva Ley de carácter social, mientras en el tema energético el nuevo gobierno utilizará el petróleo sólo para superar la vulnerabilidad por las gasolinas, e iniciar en paralelo la transición hacia la energía solar.
Este nuevo marco de desarrollo da una oportunidad para el Sistema de las Naciones Unidas, a nivel mundial y en México, de focalizar nuestra cooperación y programación, de seguir abogando y promoviendo el tema de inclusión y equidad en un marco de derechos, de construir más ciudadanía para las y los mexicanos.