Toronto.- La propuesta fue aprobada el pasado martes por el Senado de Canadá y entró en vigor este viernes.
Aunque desde 1994 está prohibido en el país cortar aletas a los tiburones, una práctica criticada por su crueldad y que provoca cada año la muerte de decenas de millones de estos animales, hasta este viernes era legal su importación y consumo.
La organización Oceana Canada estima que 73 millones de tiburones mueren cada año en todo el mundo para obtener sus aletas, la única parte del cuerpo que es consumida.
Más de 300 mil canadienses firmaron una solicitud en la que pidieron al Senado de Canadá modificar las leyes para declarar ilegal la importación de aletas de tiburón, que son utilizadas para recetas en la cultura culinaria asiática.
La propuesta también fue defendida por la familia del canadiense Rob Stewart, un director de documentales y ecologista que murió en enero de 2017 a los 37 años de edad en un accidente de submarinismo mientras rodaba un filme sobre tiburones.
Stewart dirigió los documentales "Sharkwater" y "Revolution", que contribuyeron a denunciar la práctica del corte de aletas de tiburón y el impacto ecológico de la reducción de la población de escualos en todo el mundo.
Las acciones en los últimos años de grupos ecologistas han hecho posible que el consumo de las aletas de tiburón en su principal mercado, China, haya caído un 80 por ciento desde 2011.
Aún así, Hong Kong todavía representa el 40 por ciento del consumo mundial.
El ministro de Pesca de Canadá, Jonathan Wilkinson, declaró ayer: "Reconocemos la clara amenaza que el comercio de aletas de tiburón supone para la sostenibilidad de nuestros océanos. La práctica simplemente no es sustentable y es inhumana", dijo.
Aunque jurisdicciones como los estados de California o Nueva York en Estados Unidos o en los países de la Unión Europea (UE) han impuesto restricciones en la distribución y consumo de aletas de tiburón, Canadá es la primera nación que impone una prohibición absoluta en todo su territorio.
Desde 2011, algunas ciudades en Canadá han impuesto la prohibición del comercio y consumo de aletas de tiburón, pero este veto por parte de urbes como Toronto fue rechazado posteriormente por los tribunales al considerar que suponía una discriminación cultural.