Bruselas.- Manzanos, perales y cerezos son algunos de los árboles frutales que se cultivan en un vivero ciudadano en Bruselas, para ser plantados después en las calles y zonas públicas de la capital belga y ayudar a convertirla en una ciudad verde y "comestible".
Una de las coordinadoras del proyecto del vivero del Centro de Ecología Urbana, Nina Vankerckhove, señaló que sus objetivos son reverdecer Bruselas y ofrecer una "ciudad más comestible" con árboles frutales que servirán para el bien común.
Cada martes, un grupo de voluntarios acude al vivero para realizar las labores de jardinería y agricultura necesarias, como podar, realizar injertos, limpiar y trabajar la tierra.
En este proyecto sin ánimo de lucro se juntan unas 30 personas de todas las edades, desde estudiantes hasta jubilados y cada semana unos cinco voluntarios ayudan a cuidar de las plantas, a la vez que aprenden nuevas técnicas y disfrutan de una actividad al aire libre cerca de la naturaleza.
"El vivero es un lugar donde aprendemos de los demás y también compartimos nuestros conocimientos", dijo Nina Vankerckhove, e indicó que aunque algunos de los voluntarios saben de jardinería y agricultura, para otros es algo totalmente nuevo.
Para garantizar el mantenimiento de los árboles frutales, se necesitan conocimientos técnicos, por lo que el proyecto del Centro de Ecología Urbana también ofrece formación en el ámbito hortofrutícola.
Marine, una de las voluntarias, contó que lleva seis meses acudiendo al vivero y ha aprendido a trasplantar y hacer injertos, cuando hace poco no sabía ni cómo plantar un árbol.
"Participar en el vivero me aporta un sentimiento positivo por contribuir en algo que va más allá de nosotros mismos", destacó Marine, que añadió que cultivar es una actividad que le permite estar cerca de la naturaleza y es beneficiosa para su estado mental.
Una vez que los árboles se planten en las calles y zonas públicas, los vecinos podrán servirse de los frutos, lo cual supone un aporte a una alimentación sana, por lo tanto, se destaca que los árboles y arbustos, al igual que sus frutos, deben considerarse un bien común del vecindario.
Los trabajos en el vivero comenzaron en 2019, en el parque Wolvendael, al sur de Bruselas, en un amplio espacio verde cedido por el ayuntamiento de la zona, donde además cuenta con un pequeño invernadero y con tanques de agua que se llenan con la lluvia para luego abastecer el regadío de las plantas.
Se trata de un proyecto diseñado por y para los ciudadanos de Bruselas, ya que ha sido creado entre residentes, naturalistas, servicios de espacios verdes y los gestores de la iniciativa.
Además, el Centro de Ecología Urbana realiza actividades en colegios, donde los voluntarios acuden para enseñar a los alumnos a cultivar fresas y frambuesas, así como para concienciar sobre la importancia de cuidar y plantar vegetales.
La plantación de los árboles frutales, defiende el centro, constituye un patrimonio genético, gracias a la conservación de variedades resistentes, y también funciona como un soporte para la biodiversidad, teniendo en cuenta a las aves e insectos polinizadores.