Ginebra.- Según los últimos datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), entre 1970 y 2021, los fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos causaron 11 778 desastres que ocasionaron más de 2 millones de muertes y 4.3 billones de dólares de los Estados Unidos en pérdidas económicas.
Las pérdidas económicas se han disparado. Por el contrario, gracias a la mejora de las alertas tempranas y la gestión coordinada de desastres, en el último medio siglo, el número de víctimas mortales se ha reducido drásticamente. Más del 90% de las muertes registradas en todo el mundo se produjeron en países en desarrollo.
Solo en los Estados Unidos de América se registraron pérdidas por valor de 1.7 billones de dólares, lo que representa el 39% de las pérdidas económicas mundiales en los 51 años que abarca el Atlas. No obstante, en los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo las pérdidas fueron desproporcionadamente altas en relación con el tamaño de sus economías.
La OMM publicó los nuevos datos con motivo del Congreso Meteorológico Mundial, de celebración cuatrienal, que se inaugura el 22 de mayo con un diálogo de alto nivel sobre la aceleración y ampliación de las medidas para lograr que los servicios de alerta temprana lleguen a todos los habitantes del planeta para finales de 2027.
La iniciativa de las Naciones Unidas Alertas Tempranas para Todos es una de las principales prioridades estratégicas que el Congreso Meteorológico Mundial, máximo órgano decisorio de la OMM, debe aprobar. El presidente de Suiza, Alain Berset, inaugurará la sesión de alto nivel, en la que participarán los máximos representantes de organismos de las Naciones Unidas, bancos de desarrollo, gobiernos y servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales encargados de la emisión de alertas tempranas.
"Desgraciadamente, las comunidades más vulnerables se llevan la peor parte de los peligros meteorológicos, climáticos e hidrológicos", declaró el Secretario General de la OMM, profesor Petteri Taalas.
"La tormenta ciclónica extremadamente fuerte Mocha es un ejemplo de ello. Causó una devastación generalizada en Myanmar y Bangladesh y afectó a los grupos más pobres de la población. Antes, en ambos países se registraban decenas e incluso cientos de miles de víctimas mortales. Afortunadamente, gracias a las alertas tempranas y a la gestión de desastres, estas tasas de mortalidad catastróficas han pasado a la historia. Las alertas tempranas salvan vidas".
La OMM presenta estos datos en una actualización de su Atlas sobre mortalidad y pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos, que inicialmente abarcaba el período de 50 años comprendido entre 1970 y 2019. La publicación se realizó a partir de la Base de Datos Internacional de Desastres (EM-DAT) del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED).
El número de muertes registradas en 2020 y 2021 (22 608 en total) pone en evidencia un nuevo descenso de la mortalidad en relación con la media anual del decenio anterior. Las pérdidas económicas aumentaron, la mayoría de las cuales se atribuyen a tormentas.
Constataciones principales:
- Más del 60% de las pérdidas económicas debidas a desastres de naturaleza meteorológica, climática e hidrológica se registraron en economías desarrolladas. No obstante, las pérdidas económicas representaron menos del 0.1% del producto interno bruto (PIB) de las respectivas economías en más de cuatro quintas partes de estos desastres. No se registraron desastres con pérdidas económicas superiores al 3.5% de los respectivos PIB.
- En los países menos adelantados, el 7% de los desastres que causaron pérdidas económicas tuvieron un impacto equivalente a más del 5% del PIB de los países afectados y varios desastres causaron pérdidas económicas de hasta casi el 30% de los respectivos PIB.
- En los pequeños Estados insulares en desarrollo, el 20% de los desastres que causaron pérdidas económicas tuvieron un impacto equivalente a más del 5% del PIB de los países afectados y algunos desastres causaron pérdidas económicas superiores al 100% de los respectivos PIB.